Finalizó una nueva legislatura en el Congreso, la tercera del Gobierno del presidente Iván Duque, en medio de un panorama nunca antes visto. Los congresistas tuvieron que sesionar por Zoom mientras las calles ardían por el paro y los bloqueos. Fue tal la presión que se cayeron las dos reformas más importantes del Gobierno (tributaria y salud). La Casa de Nariño reaccionó y hoy tiene un mayor margen de gobernabilidad de cara al segundo semestre del año. “Hemos evacuado proyectos sensibles como la reglamentación de la cadena perpetua para violadores y asesinos de niños, y el trabajo en casa”, destacó el senador Efraín Cepeda, del Partido Conservador.

Prueba de que la coalición funciona fue el pulso que ganó la Procuraduría con un proyecto que busca acatar el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Petro. La reforma era necesaria para destrabar más de 10.000 procesos que iban a quedar en la impunidad. También pasó silenciosa una reforma a la justicia que algunos cuestionan porque, entre otras, validaría la experiencia de disciplinas ajenas al derecho.

Como es costumbre en el Congreso, en la última semana se les puso el acelerador a algunas iniciativas. Esta semana lograron ser ‘pupitreados’ varios proyectos que son fundamentales. Uno de los más debatidos fue el que establece la reducción de la jornada laboral a 42 horas, una idea del expresidente Álvaro Uribe que fue criticada por los empresarios y por el mismo Gobierno, ya que alertan que podría elevar la informalidad y el desempleo.

La ley de comida chatarra, como es conocida, también logró ser aprobada en medio de fuertes discusiones y presiones. Al cierre de esta edición, faltaba la conciliación entre ambas cámaras para definir los detalles de cómo será el sistema de etiquetado en ciertos productos. “Es un proyecto de salud pública que resulta interesante, aún más cuando hoy vemos que todas las preexistencias derivadas de malos hábitos están generando complicaciones por covid-19”, dijo Mauricio Toro, autor de la iniciativa.

En esta legislatura tampoco faltaron los habituales agarrones entre el Gobierno y la oposición. Los que critican a Duque pusieron el grito en el cielo por varias iniciativas que terminaron hundidas, como la matrícula cero, aunque el Gobierno ha dicho que dicha política pública ya está en marcha y se garantizó para el segundo semestre de este año. La idea es encontrar nuevas fuentes de financiación para que se vuelva permanente.

A la oposición también le archivaron una reforma a la Policía y un proyecto que buscaba prohibir el fracking. La propuesta de renta básica, que parecía ser la bandera de algunos líderes políticos en medio de la pandemia, nunca prosperó. Así mismo, hubo una fuerte disputa entre Angélica Lozano y Juanita Goebertus con María Fernanda Cabal por el proyecto de especialidad agraria, surgido del acuerdo de paz de La Habana, que tampoco estuvo exento de disputa.

A pesar de los tropiezos, la oposición logró algunas victorias. La representante a la Cámara María José Pizarro, con el apoyo de Gustavo Petro, sacó adelante un proyecto que permite que los padres establezcan el orden de los apellidos de sus hijos. Su principal argumento es la equidad de género, ya que, según el Dane, el 40,7 por ciento de los hogares colombianos está conformado por madres cabeza de hogar.

Con respecto a las familias, también se amplió la licencia de paternidad a dos semanas y se incrementará progresivamente hasta cinco, gracias a un proyecto impulsado por el representante a la Cámara José Daniel López. Además de compartir más tiempo con los hijos, el proyecto busca reducir la discriminación laboral de las mujeres en edad reproductiva.

Como ha pasado en los últimos años, la Cámara le volvió a dar ejemplo al Senado. Los representantes debatieron por más días, hubo mayor presencialidad y compromiso por sacar los proyectos adelante. El trancón se generó al final en el Senado, en el que varios congresistas pedían que los proyectos fueran citados para no hundirse, entre ellos el que reduce las vacaciones de los congresistas a tres meses.

En la Cámara todos rescatan el trabajo de su presidente, Germán Blanco, quien llegó a posesionarse siendo poco conocido, pero se ganó el respeto por su rigurosidad y compromiso. En el Senado, su presidente, Arturo Char, fue blanco de críticas por su postura gobiernista. Pero más allá de eso, Char cumplió con su labor y dio garantías en las discusiones.

Ahora se empiezan a definir quiénes serán los nuevos presidentes de ambas corporaciones para la recta final. En Cámara, los acuerdos establecen que el turno es para alguien del Centro Democrático, y la disputa se da entre Edward Rodríguez y Jennifer Arias. En el caso del Senado, el turno es para el Partido Conservador y el elegido es Juan Diego Gómez. El principal reto a partir del 20 de julio será la discusión de la nueva reforma tributaria.