“Cuide a su hijo, que no sufra un accidente por estar de pantallero...”. Esa fue la nota que le dejaron a la hija de Gina María Piza Moreno en una huerta, cerca a su casa. La carta la recibió la pequeña de tan sólo 9 años después de ir a regar sus plantas como todos los días: “Mi hija, como reacción natural, se asustó y se puso a llorar. Luego decidió contarme porque entendió que no era algo normal”, dijo la madre de la pequeña.
Cuenta Gina que su hija le ha pedido que se fueran de Suba, pues tiene miedo que las amenazas se hagan realidad: “Aunque el caso ya está en la Fiscalía, mi hija está muy afectada. Hago un llamado a la tolerancia y la empatía. Como todos los niños, mi hija se reúne con un grupo de amiguitos de cinco o seis. Los hemos educado para que cumplan horarios, después del medio día y máximo hasta las 5.30 de la tarde para no molestar a nadie”.
Gina calificó este acto de cobarde y señaló que atenta y afecta la salud mental y emocional de los menores. La madre dice entender que no a todos los adultos les agradan los niños, pero que jamás recibieron alguna queja por el comportamiento de su hija y los amigos de ella: “Si nos tocan a la puerta y nos dan recomendaciones, tomamos cartas en el asunto para que no incomoden a nadie”.
Las primeras conclusiones que saca la madre de la niña amenazada es que la carta la escribió un vecino: “Sólo queremos que entienda que está atentando contra un menor de edad y que estos no son los métodos para llamar la atención de una familia”. Gina ya hizo la solicitud para examinar las cámaras de seguridad que hay cerca de la huerta, el lugar donde encontraron el texto amenazante. Todo será material probatorio para la Fiscalía.
Gina María Piza asegura que siente rabia y tristeza y está convencida que la intolerancia es un tema cultural que se vive todos los días en el país. En Semana Noticias, la madre de la pequeña de 9 años y de un niño de 11 años contó cómo asumió la situación ante sus dos hijos, sus amigos y como debió explicarles lo que sucedía:
“Lo primero que le dije es que se sintieran orgullosos de ser montañeros, que eso no es un insulto. Que estuvieran tranquilos porque los íbamos a proteger. Luego, decidimos hacerlos parte del proceso de la denuncia. También acudimos a una amiga que es psicóloga”. La madre también aceptó que no volverá a dejar salir a sus hijos sin acompañamiento y que tratará de estar vigilante al comportamiento de los pequeños que puedan incomodar a los otros.