El voto de Iván Duque en la consulta anticorrupción terminó convertido en uno de los mayores pulsos políticos que se han vivido en este comienzo de gobierno. Luego del intenso debate que se armó por cuenta de la falta de apoyo del uribismo a la consulta, lo que hiciera el presidente de la república era definitivo. Para Duque, tomar la decisión de madrugar a las urnas no debió ser fácil. Se trataba de andar en esa fina linea entre la palabra empeñada y la voluntad de su "presidente eterno", Álvaro Uribe. Al final, Duque inclinó la balanza levemente por lo primero.Puede leer: Consulta anticorrupción, llegó la horaEste domingo, el presidente acudió a la plaza de Bolívar, en compañia de su esposa María Juliana, de la ministra Nancy Patricia Gútierrez y el secretario general de la presidencia, Jorge Mario Eastman. "Venimos a cumplirle a la democracia... . El presidente aseguró que la consulta es una causa común, sin importar los partidos políticos y agregó que en esa lucha todo suma, tanto la consulta como su paquete legislativo sobre el tema. El presidente había llegado, apenas minutos después de una seguidilla de trinos que el expresidente Uribe le había dedicado tanto a la consulta como a sus promotores. Su presencia allí y el entusiasmo de sus declaraciones dejaban claro que este será el primer gran desencuentro entre él y Uribe. El exmandatario se convirtió en las últimas horas en el más feroz opositor de esa iniciativa. "No voto la consulta engañosa y he cuidado con transparencia y austeridad los recursos del Estado a lo largo de mi carrera pública", dijo. Con esa frase Uribe le pegaba al corazón de las dos críticas más grandes que ha despertado la consulta. Por un lado, sus opositores han señalado que es innecesaria pues sus medidas no son efectivas en la lucha contra la corrupción o ya están en la ley. Y por el otro, han criticado que el costo de realizar ese ejercicio (alrededor de 350.000 millones de pesos) es desproporcionado.Opinión: Cinco razones para oponerse a la consulta anticorrupciónLa salida de Uribe contrastaba con las palabras que horas antes había dicho su candidato, el ahora presidente, Iván Duque. Desde San Jacinto Bolívar, el primer mandatario aseguró que “es un deber ciudadano, en la conciencia de cada cual, asistir a las urnas y votar las preguntas con las que se sienta identificado”. Agregó que “todo lo que sirva para unir al pueblo colombiano en la lucha contra la corrupción lo tenemos que hacer”. La verdad es que mientras la consulta ha unido a millones de colombianos, al uribismo lo ha fragmentado. En esa colectividad política se han dado posiciones muy encontradas sobre lo que sucede este domingo. Uribe la rechaza junto con algunos de sus senadores como Paola Holguín. Sus congresistas más emblemáticos como Paloma Valencia y Ernesto Macías la critican pero aseguran que irán a votarla, mientras el presidente electo siempre se ha referido en los mejores términos frente a esta. En el fondo existían dos problemas que volvían imposible que el Centro Democrático se montara con entusiasmo en ese bus. La primera tiene nombre propio: Claudia López. La ex candidata vicepresidencial es quizás la líder más visible de esa convocatoria. A pesar de que las últimas semanas, la consulta se convirtió en una causa nacional apoyaba por múltiples fuerzas políticas y ciudadanas, en sus inicios -cuando apenas se estaban recogiendo las firmas- fue la exsenadora quien le puso el alma.Le recomendamos: Gobierno versus uribismo: Fuego amigoEn palabras del mismo Uribe, se podría decir que en el Centro Democrático muchos se sentían "moralmente impedidos" para darle a López ese espaldarazo. La senadora es una de las más duras críticas de su jefe. Le ha dicho “sanguijuela de alcantarilla” y lo ha tratado de corrupto y de paramilitar. La disputa entre ambos es tal que incluso llegó a los tribunales. Uribe la denunció penalmente por cuenta de algunas de esas afirmaciones y los magistrados le ordenaron a López rectificar. Hasta el momento no lo ha hecho. Hasta la semana pasada, la única que había dicho de frente que gran parte del malestar con la consulta se debía a Claudia López era Paloma Valencia. En una entrevista con SEMANA, aseguró que "lo que pasa es que las causas políticas también tienen dolientes políticos y en este caso una de las promotoras más importantes, la exsenadora Claudia López, ha seguido maltratando e irrespetando al presidente Uribe y a los miembros del partido. Eso hace muy difícil en la política que la gente pueda pedirle a los electores que voten cuando Claudia López está tratando al partido de paramilitar y corrupto".
Recomendamos: "Voy a salir a votar la consulta anticorrupción": Paloma ValenciaSin embargo, el domingo el mismo Uribe dejó clara esa animadversión. En un trino aseguró lo que todos en su partido sabían, nunca votaría nada promovido por quien le ha dicho paramilitar y asesino. Ese día salió a relucir otro nombre: Gustavo Petro. El exalcalde de Bogotá había mantenido un bajo perfil en la consulta anticorrupción, pero el sábado en la noche publicó un video respaldandola con fuerza. El viernes el excandidato de la Colombia Humana, uno de los contradictores más duros de Uribe, se había despachado contra él a otro nivel. "Yo hice los debates del paramilitarismo en Antioquia (…) Uribe debió haber estado preso hace tiempos por delitos de lesa humanidad”, dijo. Uribe también le respondió este domingo en Twitter.
Esos dos enemigos políticos no son la única razón para que el uribismo decidiera no ponerse la camiseta. El segundo problema es electoral. El próximo año se juega un complejo ajedrez del poder. Después de las sorpresas de la pasada elección presidencial, el regreso del uribimo al poder y el fenómeno electoral de Gustavo Petro y Sergio Fajardo, se sabe que en 2019 todo podría pasar. Las fuerzas políticas tienen ya en la mira las campañas a gobernaciones y alcaldías, fundamentales para la gobernabilidad de Duque y esenciales para la próxima disputa presidencial. Un triunfo arrasador de la consulta anticorrupción siembra el camino para que los partidos alternativos, encabezados por los congresistas que lo promovieron, lleguen más fácil a esos escaños. El uribismo sabe que en últimas los votos de la consulta anticorrupción les jugarán en contra en esa contienda. Escuche el podcast con los congresistas que promueven la consulta anticorrupciónEscucha"El detrás de cámara del reguetón contra la corrupción" en Spreaker.A pesar de ese panorama, a Duque tampoco le quedaba fácil no salir a votar la consulta. Como esta llegó al Senado en plena contienda política, el uribismo se abstuvo de votarla en contra. Decirle “no” a esta iniciativa en plena campaña hubiera significado un castigo en las urnas por parte del electorado. La solución salomónica fue aplazar el debate sobre la viabilidad de la consulta hasta después de la primera vuelta.Y así pasó. Iván Duque y Gustavo Petro fueron los candidatos que clasificaron a la segunda vuelta, y Claudia López, que había sido la fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo, volvió con la consulta al Senado para que los partidos políticos que habían decidido apoyarla, pero una vez pasadas las elecciones, cumplieran su palabra. El 5 de junio, el uribismo parecía echar para atrás el acuerdo, hasta que tuvo que ser Uribe el que condujo al Centro Democrático a honrar su compromiso.Puede interesarle: De la séptima papeleta al 7 veces sí; Claudia López, 28 años después“Voy a votar porque he sido honorable. He administrado el patrimonio público con decencia, con austeridad y sin desgreño. (…) voto acatando la instrucción de Iván Duque, ese joven que combina firmeza y decencia, ajeno a la politiquería (...) Anuncio mi voto positivo para honrar la palabra ante el pueblo colombiano”, dijo Uribe, que en ese momento también pensaba en que una posición en contra afectaría a su candidato Iván Duque, en la recta final de las elecciones.Anuncio mi voto positivo para honrar la palabra con Colombia, pero a esta consulta le falta elevar a la categoría de corrupción el desgreño que casi acaba con Bogotá pic.twitter.com/n9YMwR4vCm— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) 5 de junio de 2018Duque también se pronunció con entusiasmo. Como candidato aseguró que la consulta era necesaria y le pidió varias veces a su partido apoyarla en el Congreso. "Colombia necesita avanzar exitosamente en esa consulta. La lucha anticorrupción no le pertenece a ningún partido. Todos debemos ponerlos la camiseta..y salir a votar", le dijo a CNN unos días después de haber ganado las elecciones. Con la oposición publicando día a día esas declaraciones, no le quedaba tan fácil dar un paso atrás. En los sectores que apoyan la consulta, sin embargo, la posición de Duque se ve con desconfianza. Así como algunos creen que el discurso de Ernesto Macías fue concertado entre ambos, otros aseguran que su posición frente a la consulta anticorrupción también hace parte de un acuerdo interno. En este, Duque sería la cara amable que apoya una iniciativa con amplio respaldo popular, mientras su partido evidencia la posición real que tienen sobre el tema. Los promotores de la consulta han criticado no solo que el uribismo no apoye la consulta como se habían comprometido, sino que el propio Duque no haya salido a hacer pedagogia. A pesar de que ha dado algunas declaraciones, su participación ha sido cauta. Confidencial: La consulta anticorrupción: ¿alcanzará el umbral?Esa interpretación puede tener algo de verdad, pero no es del todo cierta. Dos mensajes tan opuestos entre Duque y Uribe no pueden favorecerle al actual primer mandatario dentro de sus propias toldas. Si a eso se suma que el uribismo no ha estado cohesionado en su primer mes de gobierno, se podría decir que algo en casa no está bien. Primero fue la elección del contralor, en la que Duque se negó a darle el guiño al candidato de Uribe. Luego el salario mínimo, que el expresidente propuso sin el aparente conocimiento del gobierno, y esta última semana la propuesta del ministro Carrasquilla de ponerle IVA a la canasta familiar, también sin el respaldo aún del Centro Democrático. Aunque estos episodios no configuran una ruptura como la que vivió el gobierno Santos en sus primeras semanas, sí dejan ver que entre Duque y Uribe puede tampoco durar mucho la luna de miel. Al cierre de la jornada, la consulta de corrupción no había pasado, pero le había faltado muy poco. Apenas medio millón de votos separaron esa iniciativa del umbral de doce millones que necesitaba para ser aprobado. Después de esos resultados, si Duque no hubiera votado, en la opinión pública -para él- la factura habría sido muy costosa. No se sabe cuál será el precio a pagar en su propia casa política.