Conforme pasan los días se siguen conociendo más detalles sobre el caso de los turistas mexicanos que pagaron seis y medio millones de pesos por un almuerzo en la playa de Barú, muy cerca de Cartagena.
Miguel Mayen, uno de los afectados por este evidente sobrecosto, narró que la persona que los atendió nunca les entregó el menú, hecho por el que no tuvieron conocimiento sobre los precios.
Pese a que le pidieron al mesero la carta, jamás se la entregaron. “Nos confiamos en que los precios iban a ser similares a otras playas y empezamos a pedir”, dijo. La sorpresa fue mayúscula cuando pidieron la factura y se dieron cuenta de los números que estaban escritos a mano en el recibo: solamente en propina –que registraron como “nuestro trabajo”―, les cobraron 850 mil pesos.
Tras evidenciar que en efecto los precios eran una exageración, les reclamaron al mesero y a los dueños del lugar. El guía turístico que estaba con ellos intentó intermediar para que se revisara la cuenta, puesto que esos precios no tenían razón de ser. Sin embargo, la discusión se tornó bastante tensa cuando empezaron a llegar otros trabajadores de restaurantes, lancheros y masajistas. “No había nadie de autoridades ni de turismo”, detallaron en diálogo con Blu Radio.
Gracias a la intermediación de los guías turísticos se logró una modificación en la cuenta de cobro. “Ya no pudimos bajarla más porque la gente se empezó a poner agresiva, a hablar entre ellos, empezaron a llegar los lancheros, las de los masajes. Sentimos miedo de que nos hicieran algo”.
La situación trascendió y motivó un debate sobre el control de los precios. Esto teniendo en cuenta que no es un hecho aislado, puesto que recientemente se han presentado muchas quejas y denuncias de turistas que reclaman precios exagerados y amedrentamientos por parte de los comerciantes.
Mientras se seguía discutiendo la factura de los seis millones de pesos, otros turistas ecuatorianos denunciaron que en Playa Tranquila les cobraron 2′636.358 pesos por dos mojarras y cuatro cervezas. En un video publicado en redes sociales se observa que en medio del reclamo uno de los comerciantes agrede a la pareja.
“De la nada aparecieron las mujeres que hacen masaje, unos que estaban en las lanchas y es ahí cuando yo decido grabar, pero apareció un hombre de nombre Daniel y me tira el celular (…) Daniel me da un golpe en el pecho y obviamente mi esposo reacciona y también sale agredido por el señor que después nos intimida diciendo que nos va a apuñalar”, explicó la turista.
Pero los extranjeros no son los únicos que sufren estos abusos. Una colombiana aseguró que le cobraron 250 mil pesos por “servicio nuestro trabajo y seguridad” en Playa Blanca. Esto aumentó considerablemente la factura por una piña colada, agua de coco, una botella de agua y el pasadía. Por esto el valor final fue de 336 mil pesos.
“Por eso odio ser turista en mi propio país. Alguien que me diga desde cuando uno tiene que pagar 250 mil pesos en servicio por sentarse en una playa pública?? Paya Blanca es lo peor que tiene Cartagena, por favor, hasta cuando el robo. Difundan!!!!!” (sic), advierte la denuncia.
Por esto le reclamó a la persona que la atendió, quien intentó justificar la factura con la prestación a un servicio de seguridad y el manejo de la basura. “Negociamos en 30 mil las sillas + el consumo. Al final me entero que los 250 mil iba incluido”.
Los turistas afectados con estos pagos coincidieron en asegurar que con este tipo de acciones alejan totalmente a los turistas, puesto que se crea una mala fama. El hecho que los sobrecostos estén acompañados a maltratos, reclamos y uso de la fuerza bruta generan un ambiente de temor y zozobra.