El lenguaje cambió, los señalamientos quedaron atrás y las diferencias se olvidaron porque en este momento todos quieren que la selección Colombia femenina gane la Copa América, que se empezó a jugar en nuestro país desde el pasado viernes 8 de julio.
El sueño es conquistar un trofeo que solo han conseguido Brasil y Argentina desde que comenzó su disputa, en 1991.
“Recuerden que yo ya no soy llamada a la selección por el pequeño veto a escondidas”, escribió el 19 de julio en sus redes sociales Yoreli Rincón, campeona de la Copa Libertadores con el Huila femenino y quien, por reclamar los premios prometidos, jamás volvió a una convocatoria de la selección Colombia.
Sin embargo, la madurez adquirida en el fútbol italiano y el duelo que enfrentó por no volver a vestirse con la 10 de la tricolor la llevó a una profunda reflexión antes de la Copa América.
“Si yo cometí un error en ese momento por pelear nuestras necesidades, aprovecho y pido disculpas. Hablé por ayudar y por mejorar el fútbol femenino”, apuntó.
Pero lo que parecía un divorcio con sus compañeras que integran la selección, se convirtió en comunión antes de que rodara el balón en el Pascual Guerrero, de la ciudad de Cali.
Atrás quedaron los rencores y frustraciones. Natalia Gaitán, capitana por más de diez años en la selección y quien pasó de la Liga de España al fútbol de México, no ha vuelto a ponerse la tricolor desde que se consiguió el oro panamericano.
Liderar la histórica denuncia de vetos e irregularidades desde la dirigencia en 2019 parece que le pasó factura para el certamen internacional.
“A toda la selección, muchos éxitos, sus sonrisas serán las mías y sus triunfos los celebraré como propios. Estoy segura de que será una participación histórica y que el fútbol colombiano se hará sentir con fuerza”, dijo la actual jugadora de Tigres en México.
Pero para acabar con esos rumores, el presidente de la Dimayor, Fernando Jaramillo, aseguró que no existen vetos en la selección femenina.
“No, yo creo que no hay vetos, yo creo que es un tema del profesor, de la convocatoria”, dijo el dirigente.
Por esa razón, las 23 jugadoras convocadas por Nelson Abadía adoptaron la frase “la Copa América se queda en casa”.
La dicen internamente y la replican desde afuera jugadoras como Katherine Tapia, quien hizo parte del proceso, pero no logró un cupo para la Copa América.
“Sé que van a darlo todo y nos representarán entregando cada esfuerzo posible por levantar la copa en casa”, aseguró la guardameta de Santiago Morning.
Otra de las arqueras que también se quedó por fuera fue Vanessa Córdoba, figura en el Querétaro de México.
“Sus victorias son propias y sus derrotas también. Estamos todas en el mismo barco y pase lo que pase seguiremos firmes y dándole la vuelta al cuento”.
Si Colombia cumple la meta de quedarse con la Copa América, estará en el Mundial Femenino 2023, en el torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos de París 2024 y recibirá más de un millón de dólares en premios.
Las cafeteras tienen tanta ilusión como sus nueve rivales, divididas en dos grupos de cinco equipos. El Grupo A está compuesto por Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y Bolivia; mientras que el Grupo B lo integran Brasil, Perú, Venezuela, Argentina y Uruguay.
La capital del Valle del Cauca, que se convirtió en la casa oficial de la selección Colombia femenina de fútbol, fue la encargada de dar la bienvenida al torneo que se disputa por primera vez en el país y que reactiva la ilusión de un nuevo título después de lo logrado en los panamericanos, además de la economía de tres regiones.
Según la Secretaría de Desarrollo Económico de Cali, por ejemplo, la expectativa está puesta en cerca de 3.000 turistas, la ocupación hotelera en 85 por ciento, 25 por ciento más de la que habitualmente ocurre en julio.
Se espera un total de 174.000 espectadores a los diez partidos que se jugarán en el Estadio Olímpico Pascual Guerrero y que se genere una demanda por cerca de 24.100 millones de pesos de manera directa en los distintos rubros de gasto como alimentación, transporte, alojamiento, ocio y boletería. Cabe resaltar que se hizo una inversión en la adecuación de escenarios deportivos de 290 millones de pesos.
El estadio Pascual Guerrero, que ya sabe lo que es acoger a las mujeres del fútbol femenino, batió el récord de 37.100 espectadores en la última final de la Liga Femenina entre el Deportivo Cali y el América. Armenia y Bucaramanga serán las sedes de la fase final.
El Estadio Centenario, en la capital del Quindío, acogerá la mayoría de los juegos del grupo B, mientras que el Estadio Departamental Alfonso López Pumarejo abrirá sus puertas el 25 y 26 de julio a las semifinales, y será el terreno de juego donde se conozcan las campeonas, justo cuando Bucaramanga estará celebrando sus 400 años.
“Sigan rompiendo barreras, demostrando que la mujer es una berraca, capaz de lo que se propone”.
La copa será un antes y un después para nuestra profesión, que se quede en casa para que los colombianos se enamoren de la mujer futbolista”, dijo Isabella Echeverri, jugadora del Monterrey.
Pero, como es costumbre en Colombia y en este deporte, la felicidad no es completa.
La fiesta del fútbol femenino se amargó con la noticia desde la Dimayor sobre la suspensión de la liga profesional para el segundo semestre, pese a que el Ministerio de deporte aportó 1.200 millones de pesos.
“Con cinco clubes que confirmaron participación es imposible hacer una liga de verdad. Los recursos estaban, incluso el ministerio (del Deporte) había ofrecido más para la logística, pero los clubes no tuvieron dinero”, explicó Jaramillo.
La incertidumbre de quedarse sin trabajo desconcentra a las jugadoras del objetivo de buscar el título para demostrar, una vez más, por qué merecen respeto y garantías en su profesión.