Todos los departamentos están intentando expandir su capacidad hospitalaria, uno de los mayores retos que tiene el país ante la pandemia del coronavirus. Norte de Santander tiene una condición especial por estar en la frontera con Venezuela, por lo que ha tenido que redoblar esfuerzos en medio de esta crisis sanitaria. A la fecha (30 de marzo) el Ministerio de Salud ha confirmado 16 casos.
Actualmente, el departamento cuenta con una capacidad instalada de 961 camas para cuidados intermedios y 128 camas de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Sin embargo, la ocupación es del 90 por ciento, así que para atender la emergencia se requiere expansión. Según Carlos Martínez, director del Instituto Departamental de Salud, para hospitalización se van a habilitar 372 camas en la red pública y privada, y un total de 401 camas para UCI en todo el departamento. Esto quiere decir que en el Hospital Erasmo Meoz se van a habilitar 150 camas de hospitalización adicionales, en la ESE de Ábrego 20, en Convención 10, en Pamplona 25, en Los Patios 6, en el Carmen 10 y en Durania 2 camas. La red privada también está expandiendo su capacidad: la Clínica Santa Ana de Cúcuta va a habilitar 20 camas más y la Clínica Norte otras 15. En cuanto a las camas de UCI, el hospital departamental Erasmo Meoz va a instalar 272 camas, el San Juan de Dios en Pamplona 45, el hospital de Tibú 10, la Clínica Santa Ana 11, la Clínica del Norte 3 y la Clínica Medical Duarte otras 15 camas. Además, se está asfaltando una cancha de fútbol de 7.000 metros en el Hospital Erasmo Meoz para instalar carpas modulares con capacidad para 100 camas de cuidados intensivos totalmente equipadas. Está en estudio habilitar otra área de expansión que va a estar ubicada en Las Tienditas, donde se realizó el concierto “Venezuela Aid Live", para instalar camas y un área para recibir ayudas, suministros de equipos y atender eventualmente a la población migrante. “La capacidad instalada va a ser de las mejores en el país en cuanto a la atención de la población que se pueda complicar”, aseguró Martínez a SEMANA. Norte de Santander fue elegido como uno de los siete departamentos del país en el que se realizará la prueba molecular del covid-19, una buena noticia para la región. Sin embargo, todavía están a la espera de que el Gobierno nacional les dé los equipos y los reactivos necesarios, pues de lo contrario esa compra tendría que asumirse a nivel departamental. Sin embargo, en Norte de Santander la situación más compleja está en el Catatumbo. El Hospital Emiro Quintero Cañizares, de Ocaña, debe atender 250.000 personas de la subregión. Actualmente hay 21 ventiladores, de los cuales solo 11 están realmente disponibles. El alcalde de Ocaña, Samir Casadiego, le dijo a SEMANA que están gestionando con Colombia Transforma la adquisición de 5 ventiladores más.
Según Carlos Martínez, director del Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander, el hospital público de Ocaña va a ampliar su capacidad en 10 camas para hospitalización y 18 para UCI. Pero este no es el único requerimiento que tiene el hospital: varios defensores de derechos humanos de la zona han denunciado un presunto incumplimiento en el pago del salario del personal médico del hospital y de la tercerización de la contratación, pero el alcalde de Ocaña aseguró que no hay quejas oficiales al respecto. En Ocaña también se está estudiando la posibilidad de adecuar lugares para hospitalización. El alcalde aseguró que una opción es un colegio que pertenece a la Diócesis, otro la Clínica Torcoroma, la cual “ofrecieron gratis, pero hay que intervenir sus instalaciones físicas porque estaba en desuso”. En el Catatumbo, las distancias son largas, lo que hace complejo trasladar a los enfermos; de la zona rural de Hacarí, por ejemplo, pueden tardarse cinco horas. El miedo al contagio en el Catatumbo llevó a que algunos líderes de la zona cerraran la vía de acceso a su municipio. “Nos tomamos el derecho de admisión para el ingreso al municipio exclusivamente del personal de salud y sanitario, víveres y transportadores de alimentos”, explicaron en Convención.
Sucedió también en la vereda Miramontes, zona rural de Tibú, donde aseguraron que durante la cuarentena si alguien sale no puede volver a ingresar. “Para Hacarí no hay vía. Si pasa, se atiene a las consecuencias”, se lee en la vía a este municipio. En cuanto al área metropolitana de Cúcuta hay dos situaciones complicadas. Allí se detectó el primer caso de coronavirus en la etnia yukpa, una comunidad de unas 250 personas, entre ellas niños, mujeres embarazadas y adultos mayores. “Pudimos detectar que se trata de un colono que está casado con una indígena, quien generó contactos externos”, explicó el director del Instituto Departamental de Salud. Ante el inminente riesgo, se están analizando otras pruebas para pacientes de la comunidad sintomáticos. Por otra parte, el alcalde de Villa del Rosario, Eugenio Rangel, advirtió que en el sector de La Parada se puede generar una calamidad de salud pública debido al hacinamiento en el que se encuentran 2.000 migrantes venezolanos. Teme que si el virus llega allí la situación se agrave. La Gobernación está estudiando la posibilidad de adaptar el terreno en el que se llevó a cabo el concierto "Venezuela Aid Live" para albergar a la población migrante en medio de la emergencia.