En especial después de la firma de la paz, muchos dijeron que el turismo era el nuevo petróleo de Colombia. Esta invocación refleja no solo la confianza en la rica y variada oferta de experiencias disponibles en el país, también la certeza de los buenos réditos que la actividad turística genera en inversión, movilización de turistas, divisas y empleo. Y los indicadores iban en ascenso. Miles de extranjeros se habían dejado seducir por las selvas, las playas, los pueblos coloniales. Mientras tanto, los colombianos habían retomado la confianza de recorrer las carreteras y adentrarse en destinos antes vedados por la guerra.
Pero llegó la pandemia. Lugares que vivían de sus visitantes han visto cerrar locales para siempre. En Villa de Leyva más de 150 negocios no soportaron. La otra Colombia sufre aún más. La esperanza de proyectos comunitarios en La Macarena, Nuquí y Guanía se desvanece. Y nada reemplaza los ingresos que percibían. SEMANA recorrió muchos de estos destinos y el panorama es desolador. El año pasado el PIB de alojamientos y servicios de comida creció 4,7 por ciento y sumó 34,1 billones de pesos; llegaron al país más de 2,8 millones de visitantes no residentes, un nuevo récord; más de 1,9 millones de personas trabajaban en el turismo, o sea casi el 9 por ciento del total de empleos del país, y en la última década invirtieron unos 12.000 millones de dólares en comercio, restaurantes y hoteles en el país. Todo se derrumbó El impacto en el turismo es dramático. Más de 16,51 billones de pesos suman las pérdidas y 7,52 billones corresponden al sector aeronáutico; más de 2,3 millones de empleos se han visto afectados o están en riesgo; el tráfico aéreo internacional de pasajeros se redujo en 44,6 por ciento en marzo y el nacional en 37,5 por ciento. En abril y mayo cayeron 100 por ciento.
Cartagena. De los establecimientos turísticos de la Heroica, 95,5 por ciento están cerrados. La ocupación de los hoteles no llega al 2 por ciento.
La llegada de visitantes no residentes disminuyó 48 por ciento en marzo y en abril no hubo. Y la ocupación hotelera, que tuvo el año pasado su récord con casi 58 por ciento, según el presidente de Cotelco, Gustavo Toro, en abril solo alcanzó el 2,7 por ciento. El gremio proyecta que, en el mejor de los casos, esa ocupación llegaría en diciembre al 31 por ciento. En el ámbito global, un estudio de la Organización Mundial de Turismo (OMT) anticipa que en el mejor escenario habrá una caída de 58 por ciento. El mundo estaría volviendo al número de turistas de 1998: 613 millones. El segundo escenario prevé una caída de 78 por ciento y el tercero, una disminución cercana al 90 por ciento. El Consejo Mundial de Viajes y Turismo estima pérdidas globales superiores a 5.543 millones de dólares y advierte que están en riesgo entre 100 y 197 millones de empleos.
La recuperación completa del sector solo llegaría a finales de 2021, según el informe ‘Situación y retos del sector turístico ante la crisis’, de la consultora PwC en España. Muchos empresarios esperan reactivar la cadena en el menor tiempo posible.
Cartagena. Por ahora, solo unas pocas ciudades están habilitadas para abrir sus aeropuertos el 1 de julio. El Gobierno aún no le ha dado vía libre a Cartagena. La Heroica es una de las ciudades más impactadas por los contagios de coronavirus. El presidente Iván Duque anunció que en julio podrían comenzar los primeros vuelos nacionales y para septiembre los internacionales. El transporte intermunicipal también podría comenzar en julio. Pero el Gobierno también ha advertido que todo depende del comportamiento de la pandemia. Desde hace unas semanas avanzan los protocolos en los hoteles y se espera la definición de las exigencias para el transporte terrestre y aéreo. El propósito es adecuar a la industria al ‘nuevo normal’ mientras aparece la vacuna.
Muchos anhelan volver a viajar. “En las encuestas, más del 50 por ciento responde que, una vez se acabe la cuarentena, viajará dentro del país. Es algo entendible. Hemos estado aislados más de dos meses en un mismo lugar”, asegura el ministro de Comercio, José Manuel Restrepo. Pero esa transición requiere un intangible: derrotar el miedo. Quienes hoy mantienen sus puestos de trabajo prefieren resguardarse y mantener el control de sus gastos. El cumplimiento de normas de bioseguridad que garanticen la salud de los turistas y blinden la confianza en Colombia como destino turístico plantea un gran desafío. ¿Qué hacer ahora? ¿Qué hacer mientras todo eso sucede? Más de 46.000 empresas del sector están en riesgo. La presidenta de Anato, Paula Cortés, destaca las medidas adoptadas por el Gobierno para aliviar los problemas del sector, que incluyen otorgar créditos en condiciones blandas, eliminar temporalmente algunos impuestos y aplazar pagos tributarios. Pero reconoce que solo si las empresas pueden volver a trabajar, el sector puede recuperar su tracción. “Hay plazos de pagos en impuestos de renta y de IVA. Además, se creó una línea de créditos especial. Después, con la emergencia, se aprobaron los programas de subsidio a la nómina, más garantías en créditos, garantías al pago de nómina, el subsidio a las primas y recientemente el anuncio del desmonte temporal en la sobretasa de energía, entre otros”, explica Restrepo. Incluso ya han hecho muchos de esos desembolsos. Esto implica más de 10 billones de pesos solo entre las reservas del sector privado y los desembolsos de garantías de créditos a las actividades productivas.
Para reabrir, desde hace dos meses trabajan en 95 lineamientos para varios sectores económicos del país, como el turismo, con Onudi (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial), Koica (Agencia de Cooperación Internacional de Corea) y con gremios productivos como Cotelco, Anato, Acolap. Este trabajo, articulado por Colombia Productiva, permitió estructurar los protocolos de bioseguridad entregados al Ministerio de Salud para que expida las resoluciones.
La Candelaria. Bogotá es, en cifras, el principal destino turístico del país. Recibía en promedio 13 millones al año, de los cuales 1,9 eran extranjeros. El sector venía creciendo al 4,9 por ciento. Los negocios del centro que dependían de esto están quebrando. La exministra de Comercio María Claudia Lacouture explica que en este contexto hay una buena noticia: esta es una crisis coyuntural, no estructural. “El problema no es el producto turístico, o el destino, y por eso hay que evitar que se vuelva una crisis estructural. Variables de seguridad, sostenibilidad financiera y confianza en las compañías y en los destinos turísticos serán elementos claves”, dice la hoy directora de la Cámara de Comercio Colombo Americana (Amcham). Recomienda trabajar en tres ejes fundamentales: la efectividad sanitaria, la efectividad económica y la efectividad en la comunicación. El eje está en los sellos de bioseguridad, obligatorios para las empresas de la cadena turística, pues garantizan la seguridad del visitante. Pero Colombia no tiene los sellos y adoptarlos genera un costo adicional a las empresas. En otros países estos sellos son gratuitos. Esto es fundamental porque cualquiera de los eslabones que se rompa y permita a un turista contagiarse destroza la confianza. También hay que vincular a los informales. Además, el país debería montarse en homologar prácticas de otras latitudes y construir sobre lo construido. La segunda estrategia es la efectividad económica. Hoy el sector lucha por mantener los negocios vivos y eso requiere planear la reapertura, evaluar el riesgo laboral, definir las líneas de financiación y los aspectos regulatorios desde el punto de vista fiscal, legal y comercial. Por ahora, se descarta que el sector se pueda reactivar para las vacaciones de mitad de año.
Y la tercera estrategia es la efectividad de comunicación. Hoy, las decisiones de cuarentena están en manos de los alcaldes y debe haber congruencia con el Gobierno nacional. La buena noticia es que el mundo ya está regresando y todo apunta a que saldrá bien. Hace unos días, por ejemplo, los parques de Walt Disney abrieron sus puertas. Uno de los lugares más aglomerados del planeta logró la reactivación con un aforo de no más del 30 por ciento. Las ciudades también retornan. París, por ejemplo, ya autorizó abrir los restaurantes y cafés, también abrió Versalles y anunció la reapertura del Louvre. “La fase aguda de la emergencia sanitaria ha quedado atrás, pero ahora tenemos que lidiar con la emergencia económica… Nos merecemos la sonrisa y la alegría después de meses de sacrificio, aunque el virus no se ha ido”, dijo el primer ministro italiano, Giusseppe Conte, al anunciar la autorización de vuelos internacionales. Nueva York se recupera más lentamente, pero también anunció que para julio podría comenzar a volver a la “normalidad”. Colombia espera que al igual que con la compra de ropa, comida y otros productos, la reapertura genere un sentido de pertenencia. Como en todas partes, además, primero se reactivará el turismo nacional. Si los protocolos de bioseguridad logran generar confianza, ojalá los colombianos les den la oportunidad a tantos lugares extraordinarios para levantarse de nuevo.