Hace dos semanas, cuando el presidente Duque anunció que el lunes 27 de abril el país comenzaría a reabrir de manera gradual su economía con la entrada en operación de dos sectores productivos, muchos pusieron el grito en el cielo.Desde mandatarios locales hasta líderes de opinión criticaron con dureza el riesgo que esto implicaría: perder lo que se había ganado en materia de salud con el aislamiento social y un alto costo en vidas, especialmente de población vulnerable.La movilización de más de dos millones de trabajadores de construcción y algunas actividades industriales generaban nerviosismo. Congestión en el transporte público, nuevos focos de contagio y el riesgo de colapso del sistema de salud era el premonitorio y aterrador vaticinio.Pero luego de dos semanas de la reapertura anunciada, ni los dos millones de trabajadores han podido regresar al trabajo ni la actividad de esas empresas ha vuelto a la normalidad; tampoco las congestiones en grandes ciudades como Bogotá pueden atribuirse del todo a esa reapertura.Aunque la última semana hubo mayor presencia de personas en las calles, se trata en buena medida de trabajadores informales que buscan recuperar su actividad productiva ante la falta de ayudas o medios de subsistencia. La población vulnerable ha salido al rebusque y está moviéndose más rápido.Las actividades formales, sin embargo, no se han reincorporado del todo. Varias razones lo explican: algunas empresas no han terminado de cumplir los exigentes y a veces costosos protocolos de bioseguridad, otras apenas inician los trámites para operar y algunas despidieron trabajadores o cerraron, y están incluso las que aún no ven condiciones para volver.

Esto ha hecho que la reapertura vaya a paso lento, más de lo que muchos pronosticaban. El presidente de la Andi, Bruce Mac Master, no esconde su frustración por lo que considera ha sido un proceso “sorprendentemente lento”.Por eso, cuando el Gobierno anunció esta semana que otro grupo de empresas retomará actividades a partir del lunes 11 de mayo y volvieron las protestas, hubo escepticismo entre los empresarios. Lo cierto es que podrían pasar varias semanas, incluso meses, antes de que estas empresas operen con normalidad.Sin embargo, el ministro de Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo, es optimista. Primero, porque en reuniones con varios mandatarios regionales ha constatado la buena disposición para reactivar gradualmente la economía. “El punto de partida en todos los casos es que la prioridad es no perder vidas, pero también evitar que la pandemia provoque una ola de hambre y destrucción productiva”, dice. Y segundo, porque tiene cifras que cada día crecen sobre más empresas que esperan reabrir.

Los anuncios del presidente Iván Duque sobre el reinicio de nuevos sectores han desatado polémica en otros. Pero, por ahora, han sido muy graduales.Con su conocida analogía de que el Gobierno nacional abre la puerta, pero los alcaldes manejan la llave de la gradualidad, explica que en 19 departamentos se concentra el 80 % de la actividad industrial y es donde se abrió en la primera etapa. Allí están ubicadas 64.000 empresas de construcción que generan algo más de un millón de empleos. De ellas, 20.000 ya presentaron protocolos y unas 10.000 están habilitadas para empezar.En manufactura hay 74.000 que tienen 1,2 millones de empleados. De ellas, casi 20.000 presentaron protocolos y 10.000 están validadas —la mitad de ellas en Medellín—. Esto significa que casi el 15 por ciento de este primer grupo está listo.Ahora 16 nuevos sectores de industria, comercio y servicios arrancan el 11 de mayo. Son unas 187.000 empresas que generan 1,2 millones de empleos. También está previsto que en unos 850 municipios que no tienen contagios puedan validar que se reanuden las actividades productivas. Muchos mandatarios regionales así lo han pedido.Antioquia, la región de mayor avance en la reapertura y mejor respuesta institucional para contener el virus, ya lo contempla. El factor de contagio es de solo 1 % y la utilización de unidades de cuidado intensivo es del 2 %. Una adecuada coordinación del Gobierno nacional con las alcaldías, gobernaciones, empresarios, academia y líderes sociales ha permitido los envidiables resultados.Para muchas empresas cumplir con los protocolos ha sido costoso, a veces complejo, y en algunos municipios, todo un desafío.Pero el Comité Intergremial de Antioquia cree que se requieren mayores esfuerzos para proteger el empleo y la actividad productiva, que en la región están en alto riesgo. Mediante una carta le acaba de pedir al Gobierno nacional un trato especial para el departamento, de manera que allí se puedan abrir un mayor número de actividades, sectores económicos y cadenas de valor, “todo esto con la prioridad absoluta del valor superior de la vida y la rigurosa aplicación de los protocolos de bioseguridad”, dice en el comunicado firmado por los presidentes del Grupo Argos, Jorge Mario Velásquez, y de Bancolombia, Juan Carlos Mora, entre otros líderes.Y es que para muchos empresarios los anuncios de reapertura marchan más rápido de lo que pueden hacer las empresas.Sandra Forero, presidenta de Camacol y del Consejo Gremial, dice que el balance de las dos primeras semanas de reactivación evidencia que este ha sido un proceso “gradual y seguro, donde el cumplimiento de las medidas adoptadas a nivel nacional y local ha sido la prioridad”. En la construcción comenzaron a trabajar en los protocolos de bioseguridad antes de que se hablara de reapertura. Esto ha permitido retomar casi la mitad de los proyectos.Eso no significa que estén ya en actividades constructivas: muchas apenas están en alistamiento de las medidas.

Antes de la cuarentena había en proceso de construcción unos 2.000 proyectos de vivienda y cerca de 700 para otros destinos. Estos representan inversiones estimadas de 26 billones de pesos y tienen potencial de emplear a 330.000 personas. Hoy cerca de 1.200 proyectos han retomado operaciones paulatinamente, lo que implica que unos 110.000 trabajadores en el país han vuelto.Pero Mac Master cree que el ritmo debería ser más ágil. Recuerda que nunca pararon en la cuarentena el abastecimiento de alimentos, los productos de aseo y salud, y los servicios públicos esenciales. Estas actividades suman alrededor del 30 por ciento de toda la fuerza laboral, que logró recolectar una experiencia muy importante sobre cómo funcionar ahora. “Si sabemos administrar un supermercado donde puede haber de 50 a 60 compradores en algún momento, cómo no vamos a ser capaces de abrir un almacén de muebles, ropa o vehículos, donde nunca hay tantos clientes que coincidan”, asegura. Insiste en que lentitud no es sinónimo de precaución.Y critica la versión populista según la cual había unos ‘buenos’ preocupados por la salud y unos ‘malos’ a quienes les importaba solo la plata, porque terminó impregnando el discurso de algunos mandatarios locales, que hoy tienen miedo de un aumento del contagio, pero toman mayores riesgos al permitir que aumenten el desempleo y la pobreza.Cuidar el empleo hoy es vital. En marzo, 1,6 millones de personas perdieron su trabajo, el peor dato en la historia, y hoy el país podría estar en un nivel de pobreza igual al que se registraba en 2010. Eso implica que se estaría perdiendo una década de avances sociales. Un drama increíble.Por eso la precaución de salud debería extenderse a atender todos los problemas del país. En esto coincide Fenalco, que tenía mayores expectativas de reabrir varios renglones del comercio y se había preparado para eso. Jaime Alberto Cabal, su presidente, ha dicho que es urgente que el Gobierno anuncie pronto nuevos sectores, pues “hay una diferencia grande entre el anuncio y ponerlos en marcha”.

José Manuel Restrepo, ministro de Comercio, Industria y Turismo.Para que funcione el aparato productivo se necesita que más sectores operen: los industriales producen, pero el comercio y los servicios venden y garantizan que las cadenas se muevan.Los empresarios se quejan de que además de adoptar protocolos muy exigentes, deben cumplir otros requisitos que imponen los municipios, facultados para la vigilancia y control. Varios no siguen los lineamientos del Gobierno nacional y exigen mayores condiciones. Desde tramitar de nuevo permisos para operar, contar con certificaciones de que proveerán buses propios para movilizar a sus empleados o llenar extensos formularios con detalles de salud de todos sus familiares. Por ejemplo, en Remedios, Antioquia, está vigente la exigencia de una doble cuarentena. Estas medidas generan retrasos y más costos.Es claro que la velocidad en cada ciudad depende de su capacidad institucional, pero también de la voluntad de los mandatarios. En Medellín, el Eje Cafetero, Barranquilla y Bucaramanga los procesos han fluido. Son alcaldes y gobernadores los que están preocupados por todas las dimensiones e implementaron rápidamente los protocolos. En Bogotá, por el contrario, la reapertura ha sido más compleja.Largo caminoAlgunos sectores ya han logrado reiniciar. La infraestructura, el primer sector en retornar a actividades el pasado 13 de abril, la reactivación a nivel nacional se ha dado mejor, aunque va a un paso más lento, se queja Juan Martín Caicedo, presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura.El Ministerio de Transporte ha reportado la reactivación de 517 contratos en el país, equivalentes al 58 % de los 891 contratos que se ejecutaban en febrero. Puntualmente, la ANI ha reactivado el 91 % de las 45 obras que tiene a cargo, la Aerocivil el 78 % de las 59 e Invías alrededor de 430, el 55 %.Para que funcione el aparato productivo se necesita que más sectores operen: los industriales producen, pero el comercio y los servicios venden y garantizan que las cadenas se muevan.Los concesionarios también lamentan que los protocolos no solo sean costosos, sino que en muchos casos podrían implicar modificaciones en los sistemas productivos y de trabajo. “Cumplirlos ha requerido en promedio un espacio de una hora al inicio de la jornada en cada obra entre la toma de temperatura y la entrevista diaria”, dijo un empresario. Se quejan de la disponibilidad de los insumos y los sobreprecios. Pero otros creen que eso es mejor al costo de tener las obras paradas.A su vez, la construcción de vivienda prendió motores, aunque quizá no al ritmo esperado. Roberto Moreno, presidente de Amarilo, explica que de 61 obras que su compañía tiene en el país, 27 se habían activado en la primera semana de mayo. En fuerza laboral eso se traduce en 1.965 obreros que ya están en las obras, frente a un total de 6.460 obreros de la empresa.Moreno es optimista por las medidas implementadas por los gobiernos nacional y locales para contener el virus en este tipo de actividades. “Se ha trabajado con Camacol y el Ministerio de Vivienda en protocolos muy robustos para la seguridad de los trabajadores”, dijo.También en manufactura ya algunas compañías llevaban varias semanas afinando detalles para reiniciar operaciones. La firma productora de bolsos y accesorios de lujo Mario Hernández planea reactivar operaciones el 11 de mayo con 240 trabajadores, el 70 por ciento de su fuerza laboral. “El tema es que no hay tiendas dónde vender, pero vamos a echar para adelante”, dice el fundador de la firma.

En las últimas semanas la empresa hizo ajustes en sus líneas de producción: aumentó la distancia entre operarios (de cinco a siete metros), puso lugares específicos para desinfección y equipo disponible de bioseguridad en varios puntos. El Distrito autorizó el turno de 10:00 a. m. a 8:00 p. m. y ya cuenta con las rutas de transporte de todos los trabajadores, lo que facilita la logística para estos desplazamientos.El transporte intermunicipal, que en medio del aislamiento siguió operando, también lo hace pero a media marcha. Solo prestan servicios o viajes entre capitales y ciudades dormitorio o satélite, en recorridos que no superen los 40 kilómetros. Esto llevó a que varias compañías pidieran un salvavidas al Gobierno. “Hemos dejado de facturar cerca de un billón de pesos en esta pandemia. Varias compañías están a punto de cerrar”, advierte José Yesid Rodríguez, presidente de la Asociación para el Desarrollo Integral del Transporte Terrestre Intermunicipal (Aditt).Hay una gran distancia entre anunciar la apertura de sectores y ponerlos a operar. Iniciar de nuevo ha resultado complejo.Los pocos recorridos que se realizan se hacen con una ocupación máxima del 50 por ciento para minimizar contagios y se les exige tapabocas a todos los pasajeros. El gremio avanza en conversaciones con el Gobierno para reactivar progresivamente algunas rutas clave para el transporte humanitario y porque muchas personas se quedaron, literalmente, atrapadas en otras regiones. Cerca de 40.000 personas en el país esperan que se reactive el sector para volver a sus hogares, calcula Aditt, que afilia a 540 empresas con 42.000 vehículos, que generan 200.000 empleos.De cara a la nueva etapa hay gran expectativa. El 11 de mayo también reabren las lavanderías a domicilio. SEMANA habló con un cofundador de Mr. Jeff, una de las cadenas más grandes del mundo, con presencia en 40 países. “Tenemos una ventaja y es que en Asia este trabajo de reactivación y de protocolos ya se implementó, así que vamos a traer esa experiencia a Colombia”, dice Aarón Rodríguez, director de mercadeo. La firma realizó ajustes al proceso de limpieza e higienización de prendas para optimizar la desinfección.La reapertura de sectores económicos genera esperanza para algunos y pánico para otros. Aunque no va al ritmo que quisieran los empresarios, tampoco ha provocado la debacle sanitaria que se vaticinó.Lo cierto es que cuando los gobiernos bajaron el interruptor para ‘apagar’ el país no cayeron en cuenta de que el encendido del aparato económico sería muy complejo. No se logra simplemente por decreto. Muchos ciclos se rompieron y habrá que ver cómo se rearman para imprimirle mayor velocidad a la economía. De esto dependerá que el país retome su rumbo.El ejemplo de los paisas

Daniel Quintero, alcalde de Medellín. Los empresarios resaltan a Medellín como un ejemplo para la reactivación sectorial. De las 6.417 empresas manufactureras se han aprobado 5.197, es decir, el 81 %, mientras que de las 3.205 de construcción ya están habilitadas 2.626, según la alcaldía de Medellín. Los empresarios destacan la capacidad institucional de la ciudad y la operatividad de la plataforma Medellín Me Cuida, que ha resultado muy ágil. Las empresas también han implementado rápidamente los protocolos de bioseguridad. Por esta razón, muchos empresarios paisas piden la pronta incorporación de más sectores, para garantizar que las cadenas productivas funcionen adecuadamente.Un proceso demorado

Claudia López, alcaldesa de Bogotá. Varias obras públicas estarían por reactivarse, pero la aprobación en otros sectores marcha lentamente. La mitad de las obras de infraestructura (17 de 34) que lidera el IDU ya tienen la aprobación de los protocolos de bioseguridad y del plan de movilidad, por lo que estarían próximas a reactivarse. Pero en construcción e industria las cosas marchan más lento. De las 2.088 solicitudes que tiene la Secretaría de Hábitat, alrededor de 400 han sido certificadas y se encuentran en proceso de alistamiento. Hoy, 49 obras de las 53 verificadas por la Secretaría se encuentran en labores de construcción. En el frente industrial, hasta finales de la semana se habían inscrito 7.000 y de esas se habían autorizado unas 700.Reacción en cadena

Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali.Aunque muchas están habilitadas, algunas empresas no arrancan todavía a la espera del comercio. En la capital del Valle ya un alto porcentaje de empresas de industria y construcción fueron habilitadas por la alcaldía: casi 60 por ciento de las 10.000. Pero no lo han hecho por falta de pedidos y de activación del comercio. Para la administración, esto se explica porque la ciudad tiene una estructura económica centrada en los servicios, el comercio y el turismo, y todos ellos están cerrados por ahora. Por eso creen que Cali será una de las ciudades que más sufrirá la pandemia. Estiman que solo el 18 % estarían funcionando. Además, el 95 % de los empresarios caleños son de micro y medianas empresas.Más rutas en la arenosa

Jaime Pumarejo, alcalde de Barranquilla.Una estrategia en alianza con Icontec y la estricta vigilancia, los caminos que ha elegido la ciudad. Unas 2.000 empresas de construcción y de industria han inscrito sus protocolos de seguridad en el registro de la alcaldía. Estos sectores representan el 21 % del empleo en la ciudad. Además, la administración firmó un convenio marco con Icontec, con 2.500 cupos inicialmente, para capacitar y certificar a las empresas en buenas prácticas de bioseguridad. También reforzó su sistema de vigilancia y control para evaluar el cumplimiento de protocolos, con un grupo interdisciplinario. Así mismo, aumentó las rutas troncales y de buses para evitar las aglomeraciones en el transporte público.Aún falta abrir mercado

Juan Carlos Cárdenas, alcalde de Bucaramanga.La falta de demanda y el sistema de transporte público son algunos de los desafíos en esta capital. Alrededor de 2.127 empresas hicieron ya el proceso de inscripción y unas 500 cargaron sus protocolos de bioseguridad. Esto ha permitido iniciar la reactivación en algunos subsectores, reporta la alcaldía. No obstante, muchos empresarios dicen que, a pesar de estar habilitados, es difícil arrancar hasta que abran comercio y servicios, los sectores de mayor peso en esta economía. Uno de los cuellos de botella es el sistema de transporte público. Por eso están coordinando que el ingreso de trabajadores de construcción sea a partir de las 8:00 a. m. y los de manufactura, desde las 10:00 a. m.