Cuando el país se alista para entrar en el pico epidemiológico de la pandemia, el presidente Iván Duque decidió entregar las llaves del manejo de la emergencia sanitaria directamente a los alcaldes. La decisión obedece a que la realidad es distinta en cada región y que algunas no han reportado casos de covid-19. Hoy, 15 municipios de Colombia concentran el 83 % de los contagios. Los mandatarios adquieren un mayor protagonismo y mantendrán el equilibrio entre la protección de la vida y la reactivación económica. ¿Qué puede ocurrir? Todo depende de las ciudades. Bogotá, el foco del virus, tiene el 33,5 % de los casos en el ámbito nacional. Por ese motivo, las alarmas están encendidas y si la ocupación de las 674 unidades de cuidados intensivos disponibles llega al 50 % (el indicador está en 45,1), la alcaldesa Claudia López ha advertido que declarará la alerta naranja. Si sube al 70 %, impondrá una nueva cuarentena obligatoria y es posible que haya que retroceder en el retorno de los trabajadores a sus empresas.

Claudia López, alcaldesa de Bogotá 

Preocupa sobre todo la situación de la localidad de Kennedy, designada zona de cuidado especial. La cuarta parte de los casos de coronavirus de la ciudad está en esa amplia zona del suroccidente, donde funciona Corabastos, la mayor central de alimentos de Colombia. En Kennedy, la Alcaldía decretó una cuarentena obligatoria que regirá hasta el 15 de junio, con excepciones de movilización muy limitadas. Hoy los colombianos viven una situación distinta a la de marzo, cuando el país entró en cuarentena obligatoria. Desde el primer día de la pandemia, la alcaldesa ha chocado con el presidente por las medidas. Ella ha sido partidaria de la cautela en el regreso a la nueva normalidad, mientras que Duque se ha inclinado por reactivar la economía para contrarrestar el desempleo. Con las llaves en sus manos y si la situación no mejora, López asumirá la gradualidad con un enfoque más preventivo y restrictivo que otras urbes del país.

El presidente pone en marcha un “enfoque regionalizado”, pues una cosa se ve en Bogotá, Cartagena, Cali, Barranquilla, Leticia, Soledad o Villavicencio, y otra en Tumaco, Medellín, Buenaventura, Soacha, Santa Marta, Malambo, Ituango o Valledupar. Los alcaldes tomaron el control de la situación desde el primero de junio. “Ellos serán quienes tengan esa llave de la gradualidad para que los protocolos se estén materializando y los aforos también; para que tengamos el mejor comportamiento ciudadano”, anunció Duque. Hoy los colombianos viven una situación distinta a la de marzo, cuando el país entró en cuarentena obligatoria. En ese momento la opinión pública valoró bien al presidente y a los alcaldes gracias a las medidas que ordenaron para proteger la salud. Sin embargo, esa luna de miel podría tener sus días contados, pues ahora marca el contexto una crisis social y económica sin antecedentes. Solo en abril, 5,4 millones de personas perdieron su empleo, y las ayudas del Gobierno nacional y de las autoridades resultan insuficientes.

En Medellín, con las nuevas facultades otorgadas por Duque, el alcalde Daniel Quintero decidió militarizar el barrio Santa Cruz, en la comuna 2, donde hay un brote de covid-19. La medida regirá durante 15 días en la zona habitada por cerca de 2.080 personas, con un toque de queda de ocho de la noche a cuatro y treinta de la mañana. Las voces de rechazo no se hicieron esperar. Incluso, muchos habitantes anunciaron acciones legales por la severidad de la medida. Ante la pandemia, Quintero ha tenido un talante restrictivo.

Daniel Quintero Calle, alcalde de Medellín. Uno de sus programas piloto, Medellín Me Cuida, obliga a los ciudadanos a llevar un registro sistematizado para crear cercos epidemiológicos efectivos. Así mismo, la militarización se podría trasladar a otros sectores. En todo caso, el manejo de la crisis en Medellín ha recibido elogios. Allí la reactivación de la economía avanza a pasos más ágiles y, por ejemplo, ya abrieron sus puertas todos los centros comerciales bajo protocolos sanitarios. Quintero ha dicho que en esta fase cobra una mayor relevancia la “responsabilidad ciudadana. Si la gente no colabora, va a ser muy difícil”.

En Cali, en las próximas semanas el alcalde Jorge Iván Ospina podría concretar varias de sus propuestas, que en su momento el Gobierno rechazó.

Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali. Ospina planteó, entre otras cosas, bloquear la entrada sur de la ciudad a la altura de la vía Panamericana. Este corredor conecta a la capital del Valle con Cauca y recibe viajeros de Nariño, así como extranjeros que vienen de Ecuador. Se trata de vetar el ingreso de quien no resida en Cali para evitar que migrantes venezolanos se aglomeren en inmediaciones de la terminal de transportes y zonas cercanas a la Alcaldía. Hace unas semanas Ospina desató una dura polémica al proponer reanudar la rumba afuera de las discotecas, en las calles aledañas a dichos negocios. Pero luego cambió su postura y propuso mano fuerte para contener a los indisciplinados. En su plan de manejo de la pandemia está sobre la mesa militarizar e imponer un toque de queda nocturno en el oriente de la ciudad, donde cada fin de semana hay reportes de hasta 800 fiestas caseras. Ospina también pretende controlar las plazas de mercado. En medio de una multitud, ordenó cerrar la galería Santa Elena, la más grande de Cali. Unilateralmente, anunció el cese de actividades por nueve días en ese centro de abastecimiento, y muchos esperan que amplíe esas medidas restrictivas a otros sectores.

En Barranquilla, el alcalde Jaime Pumarejo parece apostarle a otros métodos y discursos ante la evidencia de una alta tasa de contagios en la ciudad y luego de un inicio de cuarentena con bastantes operativos de control en las calles, que impusieron más de 20.000 comparendos. “Aquí no gana el que no tiene casos, porque la única salida es que las personas nos infectemos poco a poco. Pero que cuando alguien se contagie haya una cama disponible si la necesita, y, en caso extremo, una unidad de cuidados intensivos”, dijo recientemente el mandatario.

Jaime Pumarejo, alcalde de Barranquilla. Las palabras de Pumarejo parecen definir el camino de los próximos días, dirigido a buscar una fuerte reactivación gradual de los sectores productivos y económicos. Aunque todo ello acompañado de una estrategia pedagógica más intensa sobre el autocuidado, que incluye el programa ‘Depende de ti‘, y un esfuerzo en lograr ampliar, a la mayor brevedad posible, el número de camas en unidades de cuidados intensivos y para aislamiento de pacientes con síntomas leves o moderados. Como medidas locales, en la capital del Atlántico se mantienen vigentes la ley seca los fines de semana y el ‘pico y cédula‘ hasta el 15 de junio. “Otra cosa ha sido nuestra estrategia de detección temprana, yendo casa a casa a buscar los casos positivos. Implementamos la estrategia con las EPS, que se sumaron a hacer pruebas en los barrios donde hay más contagios, para aislarlos, tratarlos a tiempo y así evitar que lleguen a las UCI”, informó la Alcaldía de Barranquilla.

El caso de Bucaramanga, al igual que el de Santander, está marcado por un bajo número de contagios hasta ahora. El alcalde Juan Carlos Cárdenas apela a la cultura ciudadana, porque considera prácticamente imposible controlar a todas las personas que salen a las calles y sancionarlas, por ejemplo, por no usar tapabocas. El mandatario, por su talante, no le apuesta a medidas represivas. Varios concejales coinciden en que si los contagios se disparan, habría que volver a la estrategia del pico y cédula y gradualmente considerar otras. No obstante, por el momento la ciudad va bien y necesita la reactivación económica.

Juan Carlos Cárdenas, alcalde de Bucaramanga.  La capital santandereana no puede actuar en solitario, sino en equipo con Girón, Piedecuesta y Floridablanca, municipios que conforman su área metropolitana. Ante sus fronteras invisibles, las estrategias deben ir en la misma línea. El alcalde de Piedecuesta, Mario José Carvajal, advirtió que las personas están “volcadas en las calles, y esto va a hacer que tengamos que reevaluar las medidas”. Carlos Álvarez, reconocido epidemiólogo e infectólogo, lidera el equipo científico de la Casa de Nariño para atender la pandemia. “De nada nos sirve entender cómo se transmite el virus y qué debemos hacer si no cambiamos el comportamiento. Si en mi diario vivir no aplico las medidas, no sirve de nada este sacrificio ni esfuerzo; y no solo me afecto yo, sino toda la sociedad”, señaló. Por eso, el éxito de los alcaldes en esta fase dependerá, en buena medida, de la cultura ciudadana de los propios habitantes.