La captura de los supuestos asesinos del fiscal Marcelo Pecci, generó diversas reacciones en el país y en el extranjero.
El primero en pronunciarse fue el presidente Iván Duque, quien hizo pública la operación en conjunto por parte de la Policía Nacional de Colombia, la Fiscalía General de la Nación y, también, de las autoridades paraguayas. Según el mandatario, gracias a los esfuerzos mancomunados se dio con el paradero de todos los presuntos involucrados, incluyendo al autor material del asesinato.
El Jefe de Estado aseguró que actualmente se cuenta con evidencia “importante, robusta” y explicó que “se ha hecho una labor de pesquisa y de investigación al detalle” para saber cómo se habría fraguado el crimen.
Uno de los datos más reveladores tiene que ver con la forma cómo se contrataron a los sicarios y el monto de dinero que les habrían pagado para cometer el asesinato. Se sabe, hasta el momento, que habrían sido de alrededor de 500.000 dólares, unos 2.000 millones de pesos.
El crimen se le había delegado a una outsourcing, que según las primeras pesquisas estaba ubicada en Envigado (Antioquia), lugar donde fueron capturados cinco de los seis hombres que participaron en el homicidio, a los cuales, las autoridades colombianas, con apoyo de las paraguayas y de la DEA, de Estados Unidos, les seguían los pasos.
No se trató de la simple transacción con asesinos a sueldo. En realidad fue una operación de alta cirugía criminal, planeada durante semanas.
Según datos oficiales, los responsables buscaron el momento adecuado para propinarle los tres impactos de bala con una pistola 9 milímetros, que dejaron tendido y sin vida, al fiscal antimafia al lado de su esposa, la periodista Claudia Aguilera, con quien se había casado días antes y quien lo iba a convertir en padre en próximos meses.
A Pecci le seguían cada uno de sus pasos desde Paraguay. Sabían todo de él. Incluso, en las pesquisas ya se habla de personas que estaban pendientes del itinerario del viaje de la pareja, que tomó un vuelo desde su país, con escala en Panamá, en donde, probablemente, abordaron el mismo avión con quienes observaron cada uno de sus movimientos.
Según la primera información conocida por SEMANA, las herméticas investigaciones que se adelantaban habían arrojado resultados ciertos. Lo primero que hicieron los investigadores fue realizar entrevistas a personas que estaban hospedadas en el hotel donde se alojaba la pareja; justamente, dos de los sicarios capturados este viernes, 3 de junio, habrían ocupado algunas de ellas.
Desde un primer momento, Jorge Luis Vargas, director de la Policía, señaló la posibilidad de que los homicidas fueran de nacionalidad extranjera. Según se conoce, uno de ellos sería venezolano y los otros cuatro, colombianos. A ellos se les imputarán los cargos de homicidio agravado y porte ilegal de armas.
Recientemente, en el desarrollo de la investigación, las autoridades colombianas compartieron información con el Gobierno del Paraguay sobre las personas que habrían participado directamente en la planeación y ejecución del crimen, así como los determinadores del mismo.
El pasado jueves 2 de junio, el ministro del Interior, Daniel Palacios, y el director de la Policía Nacional, el general Jorge Luis Vargas, se reunieron con el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez.
El jefe de la cartera política colombiano viajó a la capital paraguaya de Asunción para participar en la Cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur), con la intención de seguir fortaleciendo las relaciones bilaterales, y convenios de cooperación en materia de seguridad.
Por su parte, el fiscal general, Francisco Barbosa, aseguró que las personas fueron capturadas en la ciudad de Medellín y “se solicitará medida de aseguramiento”.
Tan pronto se conoció el asesinato, los reflectores apuntaron hacia las cárceles estadounidenses, pues Pecci, con sus investigaciones, había sido el encargado de extraditar a varios capos, que no estaban dispuestos a dejar esa deuda sin saldar.
En Cartagena habría hombres que seguían a la pareja en restaurantes, hoteles, playas y sitios turísticos. A esta conclusión llegaron las autoridades, que revisaron cientos de horas de grabación de cámaras de seguridad, en las que han detectado caras repetidas y movimientos sospechosos alrededor de los recién casados.
Los investigadores tienen claro que el homicidio no fue perpetrado en las calles porque podían ser detectados y capturados con facilidad. Por eso, los sicarios decidieron que el sitio donde el fiscal era más vulnerable era esa playa privada, lejos de cámaras y hombres de seguridad.
Por su parte, el presidente de Paraguay, Marito Abdo, celebró la captura de los implicados y le agradeció a las autoridades colombianas la celeridad en la investigación y la cooperación para aclarar el caso.
“Agradecemos el compromiso de los organismos del Estado colombiano. La investigación sobre la trágica muerte del fiscal Marcelo Pecci, en la que policías y fiscales de ambos países trabajan cooperativamente buscando justicia, avanza con la captura de los sospechosos de su muerte”, trinó el mandatario.