“Ya hicimos la vuelta”. De esta manera, Francisco Luis Correa Galeano les comunicó vía telefónica a sus compañeros sobre el asesinato del fiscal paraguayo, Marcelo Pecci, quien se encontraba en la isla de Barú, muy cerca de Cartagena, disfrutando de su luna de miel junto a su esposa, la periodista Claudia Aguilera.
Esta prueba es fundamental en el escrito de acusación que ya radicó la Fiscalía General en contra de Correa Galeano, quien, según la evidencia, fue el encargado de coordinar los seguimientos, la entrega de armas, el crimen y la fuga de todos los implicados en el asesinato.
En el documento de 27 páginas se relata el encuentro que sostuvo Correa el 7 de mayo con los otros integrantes de la organización en la Plaza Minorista de Medellín. Dicha reunión tuvo una duración de tres horas y en la misma participaron Wendre Still Scott Carrillo, Eiverson Adrián Zabaleta Arrieta, Gabriel Carlos Luis Salinas Mendoza y Cristian Camilo Monsalve Londoño.
Durante la reunión se asignaron roles específicos y se entregó información sobre el objetivo. Los integrantes de la organización viajaron hasta Cartagena para poner en marcha el plan de seguimiento al fiscal paraguayo.
Durante días, y hospedados en el mismo hotel, siguieron cada uno de sus movimientos y reseñaron sus actividades. Todo esto le fue reportado al coordinador de la “operación”.
El 9 de mayo, con una información recopilada importante, un grupo de la organización llegó a Barú para hospedarse en el Hotel Decameron, el mismo al que iba a llegar Pecci con su esposa.
“(...) Francisco Luis Correa Galeano desde su celular (...) llamó 32 veces a Gabriel Carlos Salinas Mendoza, conductor de la moto acuática color rojo usada para cometer el homicidio y también, este último, llamó en cuatro oportunidades a Francisco Luis”, menciona la acusación.
Esa misma noche, Francisco Luis Correa, desde otro de sus celulares, llamó 27 veces a Marisol Londoño Bedoya y esta, a su vez, desde su celular, (...) llamó 12 veces a Francisco Luis, con lo cual se logra establecer el aporte trascendente para cometer el homicidio del fiscal Pecci, entre Francisco Luis Correa Galeano y los demás partícipes del hecho”.
Ya el 10 de mayo e 2010, a las 5:35 a. m., cuatro integrantes de la organización alistaron los últimos detalles, salen hasta un lugar identificado como Paicos para consumir alimentos y bebidas. Luego, son recogidos por un taxi que los lleva hasta el establecimiento El Paisa, Tienda Las Mellas en Playa Blanca.
En todo momento, se presentó una comunicación constante entre los sicarios y las personas que se encontraban en el hotel realizando el seguimiento del fiscal. A las 9:29 a. m. se le informa a Marisol que la “moto va a salir en cinco minutos”.
“Desde Playa Blanca, Gabriel Carlos Luis Salinas Mendoza, conductor de la moto acuática color roja, inicia desplazamiento con destino a la playa del hotel Decameón Barú, en un recorrido aproximadamente cuatro minutos, llevando como pasajero al sicario Wendre Still Scott Carrillo”.
Fue este mismo hombre el que al descender de la moto acuática se acerca al fiscal Pecci “saca una pistola calibre 9 mm, se dirige al lugar donde se encontraba la víctima sacudiéndose la arena frente a su esposa, y le impacta con el arma de fuego, dos veces a la altura del rostro y uno más en el tórax, que le causan la muerte de manera instantánea”.
Inmediatamente, regresan a la moto para volver a Playa Blanca y entregar todos sus elementos. “En su huida estos sujetos se van despojando de sus prendas de vestir”, todo esto con el fin de evitar reconocimientos. En medio del caos, Cristian y Marisol se fueron a una playa para descansar durante una hora y meda. Acto seguido se dirigen al hotel y salen de manera inesperada.
El 11 de mayo todos los integrantes de la banda se reúnen con Correa Galeano en el edificio Palmetto Elíptic para coordinar el regreso a Medellín. Por su papel, que fue fundamental en la consolidación del crimen, Correa Galeano fue llamado a juicio por los delitos de homicidio agravado como coautor, y fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego.
Para la Fiscalía General, Correa tenía pleno conocimiento de las consecuencias de sus acciones, siendo el coordinador para la obtención de armas de fuego, transporte, división de funciones y obtención de información.
“(...) con una trascendencia en su aporte, decidió desplegar todas las acciones que se desencadenaron en el asesinato del fiscal paraguayo, lesionando con ello los bienes jurídicamente tutelados y a juicio de la Fiscalía, se tiene que preordenó su conducta para la comisión de estos delitos”.