Sólo 96 horas después de que el presidente Nicolás Maduro ordenó el cierre de la frontera en Paraguachón, los 2.500 habitantes de este pequeño pueblo en La Guajira fueron testigos de la escasez de alimentos y gasolina y de algo que casi nunca habían visto: la soledad. Todos los días, por este punto, miles de colombianos y venezolanos cruzan la frontera de un lado a otro para vender y comprar todo tipo de productos y cambiar dinero. Cientos más lo hacen como punto obligatorio de sus viajes. El cierre de la frontera y la militarización de las trochas parece haber devuelto a Paraguachón 50 años atrás. “Sólo hay presencia de autoridades y policías”, dice el concejal de Maicao oriundo de Paraguachón Joel Suárez, quien advierte que lo más complicado es el problema social que la crisis fronteriza está generando en la población, especialmente la wayúu. En los mercados de Maicao y Riohacha ya no llegan venezolanos a vender granos, maíz, azúcar, harina pan, huevos. Ni los wayúus, que tienen un derecho excepcional, ancestral, están cruzando la frontera y lamentan no poder hacerlo, porque son comerciantes y además tienen a sus familias de uno y otro lado. Incluso, las trochas están militarizadas y el acceso a las ciudades donde pueden comprar alimentos y gasolina del lado venezolano, es imposible. En Maicao, la pimpina de gasolina de cinco galones pasó en estos cuatro días de 12.000 a 30.000 pesos y el bolívar fuerte, por el cual se pagaban cinco pesos, ahora se cotiza a seis y por el bolívar normal está más barato que el peso, pero no hay. Sólo en Paraguachón hay cinco casas de cambio, además de 200 personas que viven de la compra y la venta de divisas, pero con la medida de Maduro, las casas cerraron y la mayoría de cambistas parece haberse evaporado. El cierre fronterizo ha aumentado el drama de los wayúus de Uribia, alta Guajira, Puerto López, Nazareth, Punta Espada, Siapana y la Flor de La Guajira que están pasando hambre por no poder cruzar la frontera para comprar productos básicos de la canasta familiar en Cojoro, población del municipio Páez a 20 minutos del puesto fronterizo en Castillete. SEMANA habló con miembros de la etnia wayúu, quienes dieron a conocer no solo la dificultad que tienen para conseguir alimentos, sino que están denunciando al gobierno nacional que el alcalde de Uribia no les está despachando agua ni ayuda humanitaria. SEMANA intentó comunicarse con el gobernador y el secretario del Interior de La Guajira, pero dijeron estar ocupados. Por su parte, Fedecámaras de Venezuela expresó su desacuerdo con el nuevo cierre y dijo que la frontera colombo-venezolana registra la actividad comercial más importante en Suramérica. Solo en 2014, a pesar de la disminución comercial, registró un intercambio de 1.275 millones de dólares. El cierre en el Zulia está arrojando pérdidas entre 100.000 y 200.000 dólares diarios por el cierre de la aduana de Paraguachón. El viernes en la tarde representantes de la nación wayúu enviaron una carta a los dos presidentes recordándoles que ese territorio peninsular es uno solo que forma una red ordenada de lugares y caminos conectados por las huellas de sus ancestros. Un fragmento de la carta enviada por los palabreros dice lo siguiente: “Les ofrecemos la milenaria experiencia de nuestros palabreros para la búsqueda de la armonía entre los dos Estados. No somos ni jueces ni árbitros entre los dos gobiernos, solo somos mensajeros sencillos, transitorios y solemnes de palabras de paz”. Hasta el viernes, según la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, 1.482 colombianos han sido expulsados por los de Norte de Santander, La Guajira, Arauca y Vichada, mientras que 19.952 han retornado voluntariamente con el temor de ser deportados. Lo que muchos habitantes de La Guajira se preguntan es cuántos días o semanas podrán resistir los comerciantes, empresarios y habitantes con el cierre. ¿Quiénes ejercerán más presión sobre Maduro: los indomables wayúus, los empresarios y comerciantes o los miembros de la guardia que conocen y permiten la libre circulación de las mafias de carros robados venezolanos, las mafias de la gasolina, los traficantes de alimentos o de trata de personas? Fenómenos que durante años han estado cruzando las alcabalas venezolanas y solo hasta ahora el presidente Maduro, en la antesala de una elecciones de Congreso, parece darse cuenta.