Monómeros, durante muchos años, ha sido la segunda o tercera empresa en importancia de Barranquilla, después de Olímpica y Gases del Caribe. Por muchos años también fue símbolo de la cooperación entre Venezuela y Colombia. Creada por los presidentes Raúl Leoni y Carlos Lleras, en 2005 tenía una participación del 60 por ciento en el mercado latinoamericano. Sin embargo, en 2007 quedó atrapada en el huracán que produjo la crisis entre Caracas y Bogotá. Y ahora está en su peor momento, tuvo que cerrar una de sus líneas más importantes, la que producía la materia prima para el nylon, y tiene hoy con los brazos cruzados al 40 por ciento de sus trabajadores.¿Qué pasó? ¿Qué tanto tuvo que ver la política con el destino de la empresa?La planta que produce fertilizantes y fibras que sirven para confeccionar, entre otros, vestidos de baño fue inaugurada en 1972 y desde ese momento se convirtió en líder del sector. Sin embargo, en 2005, Hugo Chávez lanzó Petroamérica, una estrategia que en teoría consistía en integrar en términos de energía a América Latina teniendo como centro de operaciones a Venezuela, pero que en la práctica era también un plan de expansión del socialismo.Dentro de ese esquema, según los cables de WikiLeaks, en 2006, el entonces presidente Álvaro Uribe vendió la participación que el gobierno colombiano tenía de Monómeros quedando como único dueño el gobierno de Hugo Chávez, a través de Petroquímica de Venezuela (Pequiven).Lo que SEMANA pudo establecer ahora, gracias a cientos de folios de la compañía a los que tuvo acceso, es que a partir de 2007 Monómeros en efecto se convirtió en una de las puntas de lanza de la ofensiva de Chávez en el continente. En su momento se supo que Monómeros le giró a la entonces senadora Piedad Córdoba 135.000 dólares. Aunque hubo quienes dijeron que podía ser un apoyo del gobierno de Venezuela a la campaña de la senadora, ella explicó después que estaban destinados a eventos para promover el acuerdo humanitario entre las Farc y el gobierno de Colombia. Llama la atención que el 4 de noviembre de ese entonces se abrió la cuenta en la que se hicieron los giros y, dos semanas después, el presidente Uribe canceló de manera unilateral la mediación que estaban llevando a cabo tanto la senadora como el presidente Chávez entre el gobierno de Colombia y las Farc.(Esas fechas, cabe anotar, son cercanas a las del escándalo de la valija de Argentina, que se dio luego de que en un vuelo chárter llegó en agosto de ese mismo año a Buenos Aires un maletín con 790.000 dólares que, según las investigaciones periodísticas, venían de Caracas dirigidos a la campaña de Cristina Fernández).Lo nuevo que revelan los documentos a los que tuvo acceso esta revista es que para llevar a cabo el plan de Petroamérica se constituyó el Fondo Petroquímico Latinoamericano. Y durante varios meses, entre septiembre y octubre de 2008, desde las cuentas de Monómeros Internacional en Islas Vírgenes, fueron girados 7,6 millones de dólares a dos proyectos: la construcción de 100 casas en República Dominicana y la construcción de vías y urbanizaciones en la vereda Chincha, en Perú.Para ese entonces los colombianos ya habían salido de los cuadros directivos de Monómeros y habían llegado dos connotados chavistas. A la presidencia de la junta directiva llegó Fernando Toro, uno de los ideólogos del socialismo del siglo XXI, quien participaba como representante de Chávez en reuniones bolivarianas por todo el continente. Y como gerente fue nombrado Germán Paredes, quien había sido integrante del cuerpo de seguridad de Chávez.Dos informes de auditoría interna, uno de 2008 y otro de 2010, dicen que no existe o se desconoce la naturaleza del proyecto del Fondo Petroquímico. Y en el único documento que existe sobre el fondo (Procedimiento para Manejo del Fondo Petroquímico Latinoamericano) no aparece la firma de ninguno de los responsables. La única evidencia de que los giros fueron aprobados son las copias de correos electrónicos entre Toro, el gerente financiero Jesús Linares y Pedro Lugo, a quien anunciaron como nuevo gerente de Monómeros.Pero el desangre de Monómeros no solo se debió al uso de utilidades para el plan expansionista de Chávez. En una cadena de mensajes por Twitter, Daniel Barrientos, el anterior gerente de Monómeros, se preguntaba el pasado 1 de octubre “¿quién va a rendir cuentas por la debacle que hoy vive la empresa?” Barrientos, que está acusado por hurto calificado, fue gerente hasta enero de 2011 cuando lo reemplazó Eduardo Casañas, un exmilitar también venezolano.Barrientos lanzó una andanada de trinos contra su sucesor y denuncia que la crisis de Monómeros se debe también a los excesivos privilegios laborales para los amigos del gerente, los regalos y bonos millonarios, el nombramiento de personas no idóneas, así como el despido de quienes tenían el conocimiento y no estaban de acuerdo con la administración.Se habla, por ejemplo, de casos como el de una joven que entró en septiembre de 2011 a ganarse 2,5 millones de pesos y nueve meses después tuvo un ascenso que le significó un aumento de salario a 18 millones de pesos. Un hijo de Casañas, Erick, acaba de ser contratado como analista de mercado. “Los gerentes creen que vienen a un cargo diplomático pero no entienden que se trata de una empresa”, dice una persona que conoce el problema.En diálogo con SEMANA el presidente del sindicato, Víctor Antequera, sostiene que en la parte administrativa hay exceso de personal con sueldos muy altos: en producción hay 333 empleos directos y en la administración 427 funcionarios. “A la gerencia llegaron personas que no conocían el negocio o si sabían hicieron todo al revés”, dice.Otra fuente que conoce a Monómeros sostiene que la causa principal de la crisis es que la empresa ha estado vendiendo a pérdida. Mientras el precio internacional es de 2.508 dólares por tonelada de la materia prima para el nylon, con tendencia a la baja, a Monómeros le cuesta 3.000 dólares producir cada tonelada.En los últimos siete años Monómeros ha dejado de producir caprolactama, sulfato de amonio, metilsetoxina y también dejó de ser comercializador de carbonato de sodio y soda cáustica, de donde se derivaban unas utilidades importantes.Los directivos de la empresa les han dicho a los empleados que no los van a despedir, que irán dando por terminados los contratos con las empresas proveedoras y que están buscando un socio estratégico o un cliente que compre la línea de caprolactama, pero mantiene su producción de fertilizantes.Todavía no se ha dicho todo sobre la crisis de Monómeros. Pero si la empresa quiere seguir adelante debe despedir a 320 empleados fijos y esa indemnización vale 20 millones de dólares, más los 25 millones de dólares de pérdidas acumuladas en el último año, a razón de 3 millones mensuales. Nadie sabe de dónde va a salir toda esa plata, porque en Venezuela tienen los dientes apretados.