Todo el revuelo que se generó en el país esta semana por las graves acusaciones de varios candidatos sobre un presunto fraude electoral, en las elecciones al Congreso del pasado 13 de marzo, hizo que se hablara de un “reconteo general” de los votos.
El escándalo se desató cuando el registrador Alexander Vega anunció la nueva conformación del Congreso, tras el escrutinio. Como nunca antes en tiempos recientes, las cifras de votos no contabilizados sorprendieron. Hoy, muchos no creen en los resultados y se teje toda clase de hipótesis sobre lo sucedido.
El caso que más incomodidades ha generado es el del Pacto Histórico, la coalición del candidato presidencial Gustavo Petro, la cual obtuvo tres curules más, quedando con 19 y aproximadamente 500.000 votos más de los que ya se habían reportado en el preconteo.
En medio de esta polémica han surgido tres términos que si bien son distintos entre sí, han generado confusión y son los que en buena medida han alimentado la especulación: preconteo, escrutinio y reconteo.
El preconteo hace referencia al proceso que hacen los jurados de votación a pie de urna. Las personas designadas para ser jurados cuentan en la mesa de votación los votos válidos y adjudican a cada candidato o lista. Estos datos son consignados en el formulario E14.
Posteriormente, funcionarios de la Registraduría toman los datos de los E14 y los informan telefónicamente a la central de la entidad. Esta información es consolidada y se divulga generalmente pocas horas después de las elecciones.
Cabe aclarar que estos datos, si bien se espera que guarden el mayor rigor posible, son netamente informativos, pues las autoridades electorales no certifican la elección a partir del preconteo sino a partir del escrutinio, que es el proceso siguiente.
El escrutinio es un proceso que se hace ya con más calma y no es a pie de urna, sino en los días posteriores a la elección, generalmente los primeros cinco o siete días.
Las comisiones escrutadoras están conformadas por notarios, registradores de instrumentos públicos, jueces, delegados de los alcaldes, entre otros funcionarios. La función de estas personas es revisar los formularios E14 y, en caso de que la información sea correcta, consignarla en el registro digital.
En caso de que haya alguna inconsistencia, se podrá pedir la apertura de una mesa en específico para contar los votos de esa mesa, que fue lo que ocurrió la semana pasada por petición de varios partidos políticos, especialmente el Pacto Histórico.
Posteriormente ya viene un escrutinio a nivel departamental, que es hecho por el Consejo Nacional Electoral y a partir de este es que se certifica el número de curules para cada partido y se entrega la credencial a cada congresista.
El reconteo no es parte de la cadena normal del proceso electoral, sino que es un proceso excepcional.
En este caso, se tienen que tomar los votos y se deben volver a contar, pero esto no lo hacen los jurados de votación, como ocurrió al principio de la cadena, sino funcionarios designados para ello y bajo la supervisión de testigos de los partidos.
Sin embargo, según han indicado algunos expertos, esto no se puede hacer con todas las mesas de votación, sino con mesas en específico.
En todo caso, lo que está pasando es grave porque, si se pierde la confianza en las elecciones, la democracia se pone en peligro. Además, lo que está por venir son las elecciones presidenciales y, si la duda de la trampa y el fraude se cierne sobre ellas, se habrán perdido décadas de estabilidad democrática.
Cualquier aspirante que pierda podría encender una mecha compleja de apagar. Más en tiempos de agitación fácil como la que vive Colombia.
Así quedó probado durante el paro de abril del año pasado, cuando el caos se apoderó de ciudades capitales como Cali, que fue literalmente secuestrada por grupos irregulares que se infiltraron en las protestas. Los candidatos y partidos deben ante todo ser sensatos, hacer valer sus derechos, pero sin llevarse el país por delante, mandándolo a un abismo.