Ante el avance de la viruela del mono en más de 80 países en donde este virus no es endémico, las autoridades sanitarias de todo el mundo siguen en alerta.

Colombia, con un total de 55 casos confirmados a la fecha, continúa siendo uno de los territorios menos golpeados por la enfermedad, pero mantiene la vigilancia intensificada para detectar los contagios y evitar una transmisión mayor.

Los síntomas más comunes de esta enfermedad incluyen la fiebre (no en todos los casos), el malestar general y lesiones en la piel.

Actualmente, la región del país con más casos confirmados es Bogotá (41 casos), de los cuales seis ya se han recuperado totalmente.

Con este panorama, y a pesar de que esta afección no es tan severa como la covid-19 y se autolimita tras 21 días, la vacunación contra ella ya hace parte de la discusión.

Pero, ¿qué tantas vacunas tiene el mundo y Colombia para combatir la viruela del mono?, ¿realmente son necesarias? Para resolver estas y otras dudas, SEMANA habló con Guillermo Gonzálvez, asesor en control de enfermedades de la OPS, quien hizo un balance de la situación epidemiológica en las Américas y el mundo.

SEMANA: ¿Cuál es la situación actual de la viruela del mono?

GUILLERMO GONZÁLVEZ (G.G.): Al 9 de agosto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) había recibido reporte de los estados miembros por una suma de 31.536 casos confirmados.

De ese total, el 56, 7 % se ha registrado en países de Europa; es decir que 17.897 casos están en ese continente. Y 42,9 % de los casos en 20 países de la región de las Américas (13.133 casos).

Lo relevante es que casi 4.500 de ellos se han registrado en los últimos siete días, lo que nos habla de la rapidez con que se está comportando la detección o trazabilidad de casos y los contactos que también se confirman con afectaciones.

De los países de la región, Estados Unidos reporta 8.900 casos, Canadá 990, Perú 547 y Colombia, como lo ha reportado el Instituto Nacional de Salud (INS) de manera muy oportuna, 55 casos confirmados.

Lo importante es que no todos los casos de esta enfermedad tienen un comportamiento de gravedad.

SEMANA: ¿Cuál es la gravedad de estos casos?

G.G: Solo el 9,2 % de los casos han requerido hospitalización, y es para el manejo de las complicaciones como el dolor que se produce por las lesiona en la zona anogenital, lesiones ulcerativas en la amígdala o afecciones de personas que tienen afectación de su sistema inmunológico comprometido.

De hecho, más del 90 % de los casos se maneja de manera ambulatoria. El aislamiento de los pacientes es clave para evitar el posible contagio hacia otros seres humanos, como su círculo familiar o social.

Sin embargo, este aislamiento no significa que el paciente esté separado de la atención médica. El objetivo es acompañar y atender al paciente de manera digna, cálida y humana.

SEMANA: ¿Cómo se puede frenar este brote?

G.G.: Este brote se puede evitar de manera oportuna con una atención del grupo de riesgo, una atención oportuna y con una comunicación de riesgo responsable y bien informada.

Lo que se procura es trabajar con la población que los datos nos están orientando: el 98,3 % se está registrando en adultos jóvenes hombres y que tienen una respuesta, cuando se hace la historia y el interrogatorio, contacto sexual con hombres.

Eso no significa que todos los demás seres humanos no sean susceptibles, lo son, y sí pueden contraer la enfermedad si tienen ese contacto piel con piel o con objetos personales de una persona contagiada.

La clave es orientar y trabajar con una comunicación de riesgo responsable con los grupos que están expuestos en este momento, para que se evite que más seres humanos tengan esta afección.

SEMANA: ¿Qué se sabe sobre el contagio en niños y mujeres?

G.G.: La casuística en población no adulta es muy baja. De los 31 mil casos, quizás, actualizando a este momento, podríamos estar llegando a los 100 casos en menores de 18 años, y aún menor en menores de uno a cuatro años.

El riesgo existe cuando hay un caso en la familia y se da la transmisión piel con piel, o en el escenario de mujeres embarazadas -o recién paridas-, que pueden transmitir el virus al bebé.

Es decir, sí se tienen casos, pero con una alta probabilidad de mecanismo de contagio que involucra a sus padres.

Las recomendaciones son separar el bebé de quien esté infectado, y tener una madre nodriza que lo lacte mientras su madre se cura, o un familiar que lo cuide.

SEMANA: ¿Cómo gestionar el estigma hacia la población LGBTIQ+ con la viruela?

G.G.: Es una necesidad social entender el caso. De la misma manera como es una responsabilidad manejar los datos con transparencia, sin influir o sesgar la información, lo que nos muestran los datos es que la mayoría de los casos son adultos masculinos que tienen relaciones sexuales con otros hombres.

Pero hay que advertir, comunicar la manera como se transmite, porque no es una enfermedad de transmisión sexual, hay que evitar el estigma y la discriminación.

Estas personas tienen que notificar los casos y recibir una atención oportuna, con calidez y calidad.

Solo conociendo los casos podemos encontrar sus contactos, y solo haciendo las medidas cautelares es que podemos evitar el contagio.

SEMANA: Si la viruela símica no es un virus nuevo, ¿por qué esta alerta mundial?

G.G.: Los primeros casos de esta enfermedad se dieron en 1998 en primates, de ahí su nombre. Y el primer caso en humanos fue un niño en la República Democrática del Congo en los años 70.

Hasta el 2018, esta enfermedad zoonótica estaba concentrada en pocos países de África central y occidental. Solamente había el registro de ocho países de afuera con un caso esporádico, como Singapur, Israel, Estados Unidos o Inglaterra.

¿Qué ha pasado ahora que es diferente? Desde el 7 de mayo se ha comenzado a reportar la transmisión endémica en la comunidad de más de 85 países desde que se detectó el primer caso.

Nunca antes habíamos tenido un comportamiento como este. Evidentemente que la globalización, el incremento de viajes transcontinentales y actividades sociales de grupos de riesgo pueden explicar este comportamiento.

Quizá estos más de 31 mil casos estén en subregistro, porque no tenemos en todos los países la disponibilidad del diagnóstico.

Por eso tenemos casos probables, sospechosos y confirmados.

En Colombia se han analizado a la fecha las muestras de un total de 162 personas sospechosas para la viruela del mono, y se han descartado 65 casos. | Foto: Getty Images

SEMANA: ¿Qué tan mortal es la viruela símica?

G.G.: Hasta el 2 de agosto, de la cantidad total de casos solo 10 fallecimientos han sido reportados, teniendo la viruela símica como una causa de muerte vincular.

Pero son pacientes con enfermedades oncológicas o que tienen compromiso de su sistema inmunológico, como personas convivientes con virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

SEMANA: ¿Cuál es la recomendación frente a la vacuna y quiénes la recibirían?

G.G.: El grupo de expertos que asesora a la OMS, a la fecha, no recomienda la vacunación masiva. Lo que recomienda es la utilización de la vacuna disponible para la viruela símica como terapia de preexposición y posexposición.

Las personas que trabajan en laboratorios, sanitarios, o que por sus quehaceres tienen que entrar a área selvática reciben las dos dosis del biológico con cuatro semanas de separación, de manera subcutánea, esa es una terapia o dosis de preexposición.

La misma vacuna por posexposición es aplicada a los contactos de personas que se han diagnosticado con viruela símica, y que por su condición de salud tienen un factor de riesgo para tener un potencial cuadro más grave.

SEMANA: ¿Cuántas vacunas tienen actualmente los países?

G.G.: No tenemos una cantidad tan grande de vacunas disponibles. Los países de la región han adquirido una cantidad de vacunas, Colombia también, a través del fondo estratégico.

De hecho, el Ministerio de Salud -de manera oportuna- se ha apropiado de una cantidad de dosis que están disponibles para los países con la condición epidémica que tiene Colombia en este momento (55 casos).

Al día de hoy, están recibiendo unas 5.600 dosis aproximadamente del biológico cada uno. Salvo otros países que han comprado una mayor cantidad, como los de Europa y EE. UU.

Los países están administrando esas vacunas, una vez que las reciben, con los criterios epidemiológicos y clínicos de sus autoridades sanitarias.

Cuando haya una mayor distribución y disponibilidad, y la ocurrencia de casos amerite una mayor cantidad de dosis, con certeza todos los estados miembros van a tener una compra de esta vacuna.

SEMANA: ¿Cuánto cuesta la vacuna contra la viruela símica?

G.G.: Esta vacuna no es barata, en este momento debe estar costando cinco veces más caro que la más cara en el mercado.

Sin embargo, lo más importante es reconocer que la vacuna tiene un valor. Nosotros no nos referimos al precio, sino al valor que tiene la protección del ser humano.

SEMANA: ¿Qué tanto afecta a los países de la región la exportación de casos?

G.G.: La manera como afecta a los países que no tienen casos es cuando no se adoptan estas medidas de atención, de advertencia, de destino de recursos.

El problema no va a ser por los viajes porque la situación de viajes ya se dio. Los primeros casos sí se produjeron a raíz de seres humanos que tuvieron viajes o de placer o de negocios, y retornaron.

Pero ahora la inmensa mayoría de casos y contagios son transmisiones en la comunidad, al interior de los países.

SEMANA: ¿Cómo apoya la OPS en el acceso a los biológicos?

G.G.: Lo que hace la Organización Panamericana de la Salud a través de un mecanismo que se llama Fondo Rotatorio, que es una suma de todos los países en donde dicen “yo necesito comprar vacunas”, es gestionar esa compra de manera conjunta.

Al ser una compra conjunta de varios países se consiguen precios más asequibles, y se da la negociación con calidad y equidad, para que todos reciban las dosis que haya en distribución.

SEMANA: ¿Qué otros virus o problemas en la región preocupan actualmente a la OPS?

G.G.: Tenemos la amenaza de un caso de polio que se detectó en Nueva York y el registro de eventos de malaria donde no la teníamos.

El tema de las muertes por las condiciones crónicas, como la diabetes o la hipertensión arterial. Tenemos el tema del Chagas y el Chagas congénito en 21 países de la región.

Pero tenemos también la violencia, de los accidentes de tránsito. No tan solo las enfermedades transmisibles que son prevenibles por vacunas o por conducta, sino también las propias de nuestro modo de vivir.

Los accidentes de tránsito son una epidemia en la región de las Américas. La carga de enfermedad que producen las muertes por estos es brutal.

Hay todavía mucho qué hacer en materia de salud pública en la región, y eso solo podemos hacerlo con Estados comprometidos, ciudadanos informados y un sistema amigable con el cambio climático.

Esta viruela símica se puede explicar con certeza porque ha habido seres humanos que han entrado en contacto con animales en su vida silvestre por la actividad humana más cerca de sus hábitats y sus ecosistemas.