A poco más de dos meses para la primera vuelta presidencial, Colombia enfrenta una peligrosa desconfianza en los resultados de las elecciones del pasado domingo, 13 de marzo. El escándalo se desató cuando el registrador Alexander Vega anunció la nueva conformación del Congreso, tras el escrutinio. Como nunca antes en tiempos recientes, las cifras de votos no contabilizados sorprendieron. Hoy, muchos no creen en los resultados y se teje toda clase de hipótesis sobre lo sucedido.

El caso que más incomodidades ha generado es el del Pacto Histórico, la coalición del candidato presidencial Gustavo Petro, la cual obtuvo tres curules más, quedando con 19 y aproximadamente 500.000 votos más de los que ya se habían reportado en el preconteo.

De esta manera, el Partido Conservador, el Centro Democrático y el partido Alianza Verde perdieron tres curules cada uno. Mientras Petro defiende y cuida los votos de su alianza, otros consideran que la movida es sospechosa.

Ante esta situación, el expresidente Álvaro Uribe se rebeló contra los resultados. “Centro Democrático pide reconteo total de los votos”, dijo Uribe.

Su partido expresó en un comunicado: “Es inusual la diferencia entre el preconteo y los escrutinios; históricamente esa variación era del 0,5 % frente a la actual del 7 %”. Agregó la colectividad que el partido de gobierno tuvo episodios extraños con sus votos en La Ceja, Antioquia, y en el departamento de Magdalena.

“Es absolutamente sospechoso que el Pacto de Gustavo Petro, de manera exclusiva, hubiera reclamado sobre sitios específicos donde le apareció un porcentaje extrañamente alto de votos que no figuraban en el preconteo. A otros partidos en menor proporción”, dice la comunicación del Centro Democrático, que también pide: “Sin claridad el nuevo Congreso sería ilegítimo y muchos ciudadanos no podrían reconocer el resultado electoral”.

De inmediato, el candidato Gustavo Petro respondió y habló de golpe de Estado. “Invito a todos los partidos políticos a rechazar la invitación al golpe de Estado que ha hecho Uribe con su candidato. Es hora de defender la democracia de todos y de todas. Es hora de un cambio tranquilo”, aseguró el candidato del Pacto Histórico.

El Nuevo Liberalismo, tras no alcanzar el umbral, también pidió el reconteo de votos.

En medio del escándalo, el registrador Alexander Vega ha dicho: “En nuestro sistema electoral no se puede hacer ningún tipo de fraude”. El expresidente Andrés Pastrana le respondió inmediatamente: “Esta declaración, en contravía de la realidad presente, es apenas una razón más para la designación de un Registrador ad hoc como garante incuestionable de la limpieza del proceso electoral”.

Pastrana fue más allá y aseguró: “Las cifras oficiales del registrador apestan a fraude a favor del Pacto Histórico. El gobierno debe contratar, con visto bueno de los actores de la elección, dos firmas internacionales independientes para el análisis forense de los procesos de la Registraduría el domingo pasado”.

El expresidente ha cuestionado al registrador desde antes de las elecciones del pasado 13 de marzo por el contrato con Indra y la reunión a la que esta empresa asistió con Petro en España. Igualmente, Pastrana aseguró que Vega habría actuado en una oportunidad como relacionista público de la empresa Indra llevando invitados a Madrid.

Desde diferentes sectores se le ha pedido la renuncia al registrador ante semejante confusión con los resultados. Esto sumado a que el 13 de marzo la página de la Registraduría estuvo caída durante casi toda la jornada. Vega habló de un ataque cibernético, pero el fiscal Francisco Barbosa lo desmintió.

Como si la tormenta no fuera suficiente, en las últimas horas el expresidente Álvaro Uribe mostró documentos de inteligencia que probarían que Venezuela habría tenido injerencia en las elecciones colombianas.

El presidente Iván Duque citó a la Comisión Nacional de Garantías Electorales para el próximo martes.

Lo que está pasando es grave porque, si se pierde la confianza en las elecciones, la democracia se pone en peligro. Además, lo que está por venir son las elecciones presidenciales y, si la duda de la trampa y el fraude se cierne sobre ellas, se habrán perdido décadas de estabilidad democrática.

Cualquier aspirante que pierda podría encender una mecha compleja de apagar. Más en tiempos de agitación fácil como la que vive Colombia. Así quedó probado durante el Paro de abril del año pasado, cuando el caos se apoderó de ciudades capitales como Cali, que fue literalmente secuestrada por grupos irregulares que se infiltraron en las protestas. Los candidatos y partidos deben ante todo ser sensatos, hacer valer sus derechos, pero sin llevarse el país por delante, mandándolo a un abismo.

El gobierno debe buscar soluciones y garantías para todos los candidatos y apelar a la responsabilidad con el país. Incendiar es muy fácil, apagar la conflagración puede ser una difícil tarea y muy dolorosa. El registrador tiene no solo que dar muchas explicaciones y hacer bien una tarea que hasta ahora ha lucido muy mediocre.