Este miércoles, 26 de junio, la Presidencia de la República publicó la hoja de vida de Daniel García Peña, trámite con el que se ratifica su designación como embajador de Colombia en Estados Unidos en reemplazo de Luis Gilberto Murillo, actual canciller de la república.
El nombramiento de García Peña fue anunciado en mayo pasado por el presidente Gustavo Petro durante la posesión en propiedad de Murillo como canciller.
García Peña había sonado con fuerza para que fuera el vicecanciller, sin embargo, la decisión del presidente Petro fue otra.
“Lo va a asumir Daniel García Peña, como nuevo embajador de Colombia entre los Estados Unidos, a llevar esta difícil, pero promisoria tarea de una nueva agenda entre los Estados Unidos y toda la América restante, para lograr paz”, dijo Petro entonces.
Daniel García Peña ha sido profesor de la Universidad Nacional y la Universidad de los Andes. Fue también secretario general del partido Polo Democrático y alto comisionado para la Paz durante el gobierno de Ernesto Samper.
Además, ejerció como director de relaciones internacionales de la Alcaldía de Bogotá en la administración distrital de Gustavo Petro y fue cónsul general de Colombia en París durante el Gobierno de Juan Manuel Santos.
Diferencias con Petro en el pasado
Fue del cargo de director de relaciones internacionales de la Alcaldía que García Peña salió de pelea con el entonces alcalde Petro. En ese momento este hizo pública una carta en la que él se identificó como uno de sus “más fieles y cercanos colaboradores y compañeros de lucha”, pero renunció al cargo como protesta por la salida de María Valencia de la Secretaría de Hábitat.
“Lo mínimo, por decencia, era tener la valentía de poner la cara, hablar con la persona, agradecerle sus aportes y no permitir que sean informados de sus despidos por los medios masivos de comunicación”, escribió García Peña en su carta de renuncia a la Alcaldía de Bogotá presentada en junio de 2012.
En esa misiva, García Peña le dijo al entonces alcalde Petro que su repetida impuntualidad no se diferenciaba a un “profundo irrespeto por los demás” y hasta lo invitó a usar su inteligencia para reflexionar sobre las consecuencias del uso del poder.
“No se trata solo de buenos modales ni de cuestiones de estilos. En la política, las formas son de fondo. No basta con tener los principios correctos ni la razón científica. Un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota”, le escribió en esa misiva.