El deseo de superación y las ganas de estudiar hicieron que Daniela Saray Sarmiento Pérez dejara hace un par de años la tranquilidad de la vereda Tierra Adentro Abajo, a 13 kilómetros del caso urbano de Puerto Escondido (Córdoba), y se trasladara a la casa de unos familiares en Montería. Durante todo ese tiempo, con el apoyo de los familiares y lo poco que le podían enviar sus padres, Daniela cursó los seis primeros semestres de licenciatura en ciencias naturales y educación ambiental en la Universidad de Córdoba. Con la llegada de la pandemia del coronavirus, sin embargo, la vida, como a muchos en el mundo, le cambió. La situación económica en la casa de los familiares se vino a pique porque varios de ellos vivían del rebusque y el día a día, por lo que la joven de 18 años tuvo que regresar a su pueblo junto a sus padres, quienes se dedican a las labores del campo.
Como la zona del pueblo en donde viven no cuenta con buena cobertura de internet, Daniela y sus padres se las tuvieron que ingeniar para que la joven pudiera cumplir con los nuevos requerimientos de estudios virtuales. El descubrimiento de esa posibilidad de conexión a internet ocurrió de forma accidental. Un día que su papá, Ever Petro Correa, le pidió que la acompañara a arrancar unos palos de yuca en una zona montañosa del pueblo, Daniela descubrió que en el lugar la señal del teléfono celular había mejorado considerablemente. Con la inquietud llegó a la casa y comenzó a probar desde distintos sitios para ver si obtenía los mismos resultados que en la colina donde está la siembra. “Me subí al palo de ñipi, porque es más resistente y vi que la señal era muy buena”, cuenta la estudiante. Así que, a casi cuatro metros de altura, en la cima de un árbol curupí o ñipi, se sube todos los días Daniela para conectarse a las clases a través de un teléfono celular. Para facilitar la acción y tratar de que esté más cómoda, casi que evocando aquella faomsa composición vallenta de Rafael Escalona, Ever le construyó una escalera, puso otras tablas como base para que se sentara y le acondicionó un techo de plástico, de esta forma se protege un poco de los rayos del sol y de la lluvia. Sin embargo, las inclemencias del clima muchas veces la hacen dejar las clases a la mitad. “Hay días en que tiene clases hasta las 9 de la noche y empieza a llover, la situación se torna peligrosa”, dice Aury Montes, quien conoce a Daniel desdes los siete años y fue la persona que dio a conocer su situación a través de las redes sociales inspirada en su ejemplo esfuerzo y elejemplo en que se ha convertida para sus hermanas menores, de 15 años y 3 años.
Daniela Saray conectada a través del celular a un clase en días recientes. Aunque la situación parezca extrema y muy difícil para muchos es solo una de las tantas que ha tenido que enfrentar esta joven estudiante. Durante todo su año escolar tuvo que viajar varias horas diarias en lomo de burro para asistir las clases en el colegio del corregimiento El Silencio, porque pagar dos viajes diarios en moto era un lujo que la famillia no se podía dar. Allí se ganó con trabajo la fama de buena estudiante que aún conserva entre sus compañeros de la Universidad de Córdoba. Por el nivel de estudios, muchas de las clases de Daniela son videoconferencias que tiene que atender en directo, como no tiene computador y la pantalla del celular es muy pequeña el esfuerzo es doble. “Ni hablar de la dificultad para conectarme a la plataforma de la universidad, para entrar al correo o para enviar los trabajos ”, explica.
La mañana de este viernes, precisamente, Daniela le contó a SEMANA que se había ido en moto hasta Puerto Escondido para conectarse en un café internet y así poder cumplir con unos trabajos escritos que tenía pendientes. “No puedo hablar mucho, porque me está corriendo el tiempo”, señala. Luego que la situación de Daniela fue difundida en redes sociales, el departamento de Bienestar Institucional de la Universidad de Córdoba anunció que ayudaría a Daniela con la conectividad para continuar sus clases, lo que consistiría en un plan de 2 gigas de internet. Aury Montes, la amiga de Saray, dice que sería un gran aporte pero no solucionaría del todo el problema. "La situación de Daniela es la que viven otros compañeros de Daniela y muchos de los jóvenes en el departamento de Córdoba por la falta de conectividad y de equipos adecuados, a quienes enviaron a clases virtuals sin que nadie verificara sus condiciones. Estamos tratando de cosneguir un buen computador para ella y una conexión satélital de internet para que no se siga exponiendo en la cima del árbol y con el peligro de la lluvia", señaló Montes.