Jhon David Estrada Martínez Testimonio: William Ortega, padrastro Jhon fue a cita médica el 20 de abril, miércoles. Le hicieron exámenes porque llegó con dolor en el pecho; al otro día le hicieron la prueba de covid-19, pues tenía fiebre y dolor de cabeza. Los resultados se demoraban tres días hábiles, pero el pelao comenzó a enfermarse y agravarse... Y uno sin saber que podía ser covid-19. La verdad es que aquí creíamos que era una gripa.
El pelado desde el viernes comenzó a ponerse más mal. Le dije a la mamá, “llama a la EPS para que lo venga a recoger porque yo veo que no respira bien”. Salud Total nos respondió que no tenía afiliación con la ambulancia. A las diez de la noche dijeron que iban a mandar una ambulancia particular, pero que costaba 500.000 pesos. Dije que de momento no los tenía, pero que los conseguía. Como a los quince minutos me respondieron que no podían enviarla porque todas estaban ocupadas. Esa fue la noche más negra que yo haya podido tener. Al día siguiente me dice la señora: “Te podemos mandar una ambulancia a las dos de la mañana, pero eso sí, no está apta para transportar gente con covid-19”. Lo importante era que lo trasladaran, porque creía que no amanecería vivo. Como a las dos y veinte de la mañana del domingo llegó la ambulancia. Traía una sola enfermera y la muchacha se subió adelante porque sabía que Jhon tenía covid-19. La mamá tuvo que acomodarlo y se lo llevaron. El pelado no hablaba, no decía nada.
Cuando llegaron al Hospital Universitario, el médico le dijo a la mamá que se bajara para atenderlo dentro de la ambulancia. Según él, Jhon le dijo que se sentía bien. Pero cómo va a decir un médico que él se sentía bien si el pelao no hablaba. La mamá me llamó y me dijo “William, lo van a devolver”. Recuento. El viernes como a las seis de la tarde comenzamos a llamar a la ambulancia para que se lo llevaran. Pasó el sábado. En la madrugada del domingo lo fueron a recoger. Más o menos como 24 horas esperando.
Me lo trajeron aquí a las tres y veinte de la mañana. El lunes, como a las once de la mañana, comencé a llamar desde temprano al Dadis, que fue el que más nos colaboró. Cuando se dieron cuenta de que el pelado era positivo, mandaron la ambulancia. Imagínese, todo ese tiempo perdido. Mientras lo embarcaron se fueron como a las dos y treinta de la tarde de aquí. Antes de llegar al Hospital Universitario, al pelao le dio un paro. La mamá esperó un rato y la enfermera le dijo que no podía quedarse porque era una zona de riesgo. Pasó un rato y salió una doctora a confirmar lo que estaba pasando, el pelao se había muerto. Fue uno de los momentos más terribles. Llegué, la consolé y le dije “mamá, Dios lo quiso así. Nos lleva la delantera. A nosotros nos va hacer falta porque es nuestro hijo, pero qué podemos hacer. Fue negligencia médica”. Escuche el pódcast de quienes perdieron a un ser querido a causa de la pandemia.