La semana pasada el presidente Andrés Pastrana le dio la bendición al Batallón Antinarcóticos, que estará en manos de la cúpula del Ejército y bajo la lupa de Washington. Es la primera vez que el Ejército asume de frente la tarea de combatir los cultivos de la droga. Ese trabajo ha estado siempre en manos de la Policía Antinarcóticos pero infortunadamente los esfuerzos por erradicar los cultivos a punta de fumigación no han dado los resultados esperados.Ante esa situación el gobierno de Estados Unidos decidió meter baza en el asunto. Los funcionarios estadounidenses llegaron a la conclusión de que algo estaba funcionando mal en la estrategia de lucha contra los cultivos ilícitos pues las fotografías satelitales mostraban el aumento desmesurado de los mismos en las selvas colombianas. A pesar de los heroicos esfuerzos de la Policía, y del importante aumento de los últimos cinco años en la ayuda norteamericana, los cultivos siguieron creciendo de manera casi exponencial.La situación llegó a tal punto que se generó una gran controversia entre los resultados conseguidos por la Policía Antinarcóticos y los presentados por la CIA en el Congreso estadounidense. ¿Quién tenía la razón? Todo parecía indicar que unos y otros. Los de la Policía porque sustentaban su trabajo en las áreas fumigadas y los días de trabajo. Y los de la CIA, que tenían en su poder las contundentes pruebas de las fotografías satelitales.Mientras el debate continuaba en el despacho del entonces ministro de Defensa, Rodrigo Lloreda, los altos mandos analizaban el tema para buscarle una salida. La cúpula tenía en claro que el aumento de los cultivos obedecía en buena parte a la protección que hacía la guerrilla de ellos y la dificultad operativa que tenía la Policía para enfrentarlos. Allí, en medio de los análisis, surgió la idea de crear un Batallón Antinarcóticos. La propuesta fue bien recibida. Pero tanto el Ministro como los generales tenían en claro que para que ese batallón funcionara se necesitaba la ayuda de Estados Unidos. En esos ires y venires del entonces ministro Lloreda y del general Fernando Tapias a Washington se logró firmar un acuerdo de cooperación con el gobierno estadounidense. Fue así como a partir de enero pasado llegaron a Colombia 20 instructores norteamericanos, que se acantonaron primero en la base de Tres Esquinas, que será el centro de operaciones del Batallón Antinarcóticos, y posteriormente en la base de Tolemaida. Allí le dieron inicio a la conformación y preparación del batallón. El plan de trabajo fue programado en tres fases. Las dos primeras ya se cumplieron. Estas consistieron en la selección y equipamiento. Fueron seleccionados 1.200 soldados, en cuyas hojas de vida han sobresalido su valor y audacia en la lucha contra la subversión.Los instructores, por su parte, son expertos soldados estadounidenses que han participado en algunas de las últimas guerras en las cuales ha participado su país. Algunos de ellos vienen de la guerra del Golfo Pérsico y otros más del reciente enfrentamiento en los Balcanes. Fuerza eliteEn otras palabras, el Batallón Antinarcóticos no es un selecto grupo de hombres que van a meterse en la boca del lobo y con machete en mano tumbar media selva para erradicar los cultivos. Por el contrario. Serán una especie de fuerza élite que va a enfrentar a los grupos que controlan esos cultivos. Para la cúpula del Ejército el verdadero dueño es la subversión. "Mientras la guerrilla esté sentada en los cultivos de la droga será poderosa económicamente. Si logramos quitarle ese sustento estaremos ante una guerrilla que pasará muchos trabajos para sostener a sus frentes, a sus secuestrados y, de paso, controlar una guerra abierta como la que ha mantenido hasta el momento", dijo a SEMANA el general Tapias. Ese Batallón Antinarcóticos estará apoyado por la Fuerza Aérea y la Armada Nacional. Todo su trabajo será coordinado en el teatro de operaciones. Para su éxito contará con equipamiento de última tecnología. Cuando se interne en las selvas de Putumayo y Caquetá, donde están localizadas las mayores concentraciones de cultivos, lo hará apoyado por 18 helicópteros artillados, dos aviones OV-10, un avión fantasma y toda una logística de combate que le permitirá muy posiblemente salir airoso de esa misión. Igualmente, el tema del Batallón Antinarcóticos no se ha quedado en la ceremonia de la cortada de cinta ni del himno nacional. Los 1.200 soldados enfrentarán por primera vez uno de los asuntos más candentes en el país: la erradicación de los cultivos de Putumayo y Caquetá. En el pasado el solo anuncio por parte de la Policía Antinarcóticos de meterse en esos lugares generó un paro campesino que puso contra la pared al Ministerio del Interior. Fue tal la presión que se terminó cediendo y aceptando a regañadientes que los propios campesinos se comprometerían con la erradicación de esos cultivos.Esta vez será diferente. Y la tarea no se limitará a la simple fumigación de los cultivos ilícitos. La estrategia es meterse al corazón de esa selva. Es el santuario del Bloque Sur de las Farc, que está en manos de 'Fabián' Ramírez y del 'Negro Usurriaga'. Este bloque es considerado por los organismos de Inteligencia como el más poderoso y rico de las Farc. Ellos tuvieron a su cargo las operaciones de Patascoy, Las Delicias y Tres Esquinas Y hasta ahora han sido prácticamente intocables. Pues esa será una de las principales tareas del Batallón Antinarcóticos del Ejército: lograr no sólo acabar con los cultivos de coca sino recuperar un territorio que ha estado por años en manos de los grupos subversibos. No será una tarea fácil pero por primera vez los gringos ponen la cara para responder por el Batallón y sólo el tiempo dirá si el trabajo de operación y estrategia de esta unidad con el pomposo rótulo de antinarcóticos será la clave para comenzar a ganar la guerra.