La Coalición de la Esperanza fue la primera alianza que se forjó de cara a las elecciones de 2022. A pesar de comenzar la campaña con ventaja ante las demás coaliciones, varios meses de reuniones privadas, un diálogo colectivo con Iván Duque en el marco del paro nacional, viajes, recorridos, convivencia, juegos de mesa y demás actividades conjuntas, se ven más las diferencias que las concordancias entre los cinco precandidatos.

La pluralidad y la unión entre líderes con diferentes procedencias, aseguran ellos, es la fortaleza de la coalición. A pesar de las distintas posturas ideológicas y programáticas entre los candidatos, parecía existir una amistad que los juntaba dentro de la causa de centro.

Varios comparten experiencias en política y en lo personal. Han trabajado juntos y se aprecian como personas que supieron aportarle al país, pero es notorio que la contienda por la candidatura única de centro se convierte rápidamente en una inclemente batalla que pone en juego los mismos intereses que unieron a los miembros de la coalición.

Por encima de la cohesión, los candidatos quieren ganar la consulta. Entre más se acerca el 13 de marzo, más evidente es la situación interna de la Centro Esperanza. Los primeros destellos los mostró Juan Manuel Galán, quien pujó por tener una lista al Senado y a la Cámara separada de las elaboradas por la convergencia de fuerzas políticas.

A pesar de que la ambiciosa lista cerrada, encabezada por la periodista Mábel Lara, fortaleciera su campaña a la Presidencia y a su partido en medio del resurgimiento, esto casi les cuesta la presencia de Humberto de la Calle como líder al Senado por la Centro Esperanza.

Esos problemas internos quedaron en evidencia cuando Jorge Enrique Robledo, en medio de una sesión virtual del Senado, les dijera a los Galán “malparidos” por problemas en la unión de las listas.

En esos días también ocurrió el cónclave, que selló la unión de Íngrid Betancourt y Alejandro Gaviria a la convergencia de centro. Justo esto traería serios problemas en la coalición al comenzar 2022, el año electoral y en el cual inicia de lleno la recta final por la Presidencia.

Íngrid Betancourt y Alejandro Gaviria. | Foto: GUILLERMO TORRES

El exministro de Salud comenzó a sumar apoyos de sectores que no pertenecen a la coalición, tales como los senadores Miguel Ángel Pinto y Germán Varón Cotrino. Betancourt, en vivo y en directo durante el cara a cara organizado por SEMANA y ‘El Tiempo’, denunció supuestas alianzas de Gaviria con maquinarias y corrupción.

Esto generó un fuerte enfrentamiento que terminó en insultos por parte de Gaviria, tres ultimátums de Íngrid, reuniones internas infructuosas y finalmente en un comunicado parcial que terminó por beneficiar al exrector de la Universidad de los Andes.

Íngrid, denunciando apología a la corrupción, lanzó su candidatura en solitario y con eso dejó a la coalición sin la figura femenina que tanto le hacía falta.

Después, la Coalición Centro Esperanza quiso centrar todas sus energías en recuperar esos puntos de favorabilidad que les quitó ese enfrentamiento interno. Filmaron un comercial para redes sociales en el que le piden perdón a su electorado por los “inconvenientes”. Se mostraron jocosos, carismáticos y unidos, cosa que les hizo falta por mucho tiempo.

Sin embargo, exactamente cuatro días después del lanzamiento de la estrategia, Gaviria le dijo “tibio” a Fajardo en entrevista con María Isabel Rueda en ‘El Tiempo’. Esa no fue la única descalificación. Lo trató como si fuera candidato de otra coalición. Por esto, todos los demás candidatos le reclamaron a Gaviria y defendieron a Fajardo, lo cual pospuso la filmación de otro comercial para suavizar la imagen del centro.

El exgobernador también sacó dientes, infiriendo que Gaviria se “desesperó” porque no le fue bien en las más recientes encuestas. Por esa misma entrevista y con el mismo disgusto por los insultos a Fajardo, Robledo le propuso al exministro un debate público sobre el modelo económico y social de Colombia. Este no se ha dado y el líder de Dignidad lo acusa de “rehuir” al mismo.

Ahora, pocos días después de esta situación, la pelea es entre Juan Manuel Galán y Carlos Amaya, por acusaciones en contra del exgobernador de Boyacá por una supuesta red de clientelismo entre el departamento y la actual administración en Bogotá.

Juan Manuel Galán sigue pidiéndole explicaciones a Carlos Amaya. | Foto: SEMANA

De nuevo, Galán justifica la acusación pública con no parecerse al Equipo por Colombia o al Pacto Histórico. De esta forma, le sigue pidiendo explicaciones a Amaya, quien desmintió la información con anterioridad, para dar “esta discusión de cara a la gente”.

Amaya contraataca, acusando al líder del Nuevo Liberalismo y a su hermano de “doble moral” por actos de supuesto intercambio de favores en los cargos públicos que ostentaron anteriormente. Incluso, dijo que Carlos Fernando Galán aspira al Senado como fachada, con una verdadera intención de llegar a la Alcaldía de Bogotá.

Se reúnen frecuentemente, seguramente entablan llamadas telefónicas constantes y comparten recorridos de campaña. Frente a esto, trasciende la pregunta: ¿por qué no resuelven sus diferencias en privado?

Las disputas: ¿para beneficio particular?

Frente a esta nueva disputa, varios miembros de la coalición se encuentran “desconcertados” por los fuertes ataques de Galán a Amaya, los cuales el candidato del Nuevo Liberalismo no quiere resolver en privado.

El exgobernador de Boyacá, en conversación con SEMANA, expresó que se ha encargado de ser el miembro más conciliador de la Coalición Centro Esperanza y, frente a los últimos ataques, hasta planteó que se solventaran en privado. A pesar de esto, asegura que se ha visto obligado a responderle a Galán en el mismo tono.

“Ya yo había dado una explicación. El interés de Galán no es que yo explique ni que la ciudadanía esté tranquila con la explicación. El interés es seguir generando medios a costa mía y con un conflicto que tiene Carlos Fernando con la alcaldesa de Bogotá”, aseveró.

Con estas acusaciones, Amaya recurrió a pedir explicaciones por cerca de 17 nombramientos de familiares de los hermanos Galán en los últimos 30 años y, en esos casos, aclarar si hubo proceso meritocrático.

“A mí que me respeten, no soy ningún corrupto ni clientelista porque hay funcionarios sobresalientes de mi gobierno trabajando con Claudia. Si eso es clientelismo, entonces son remegaclientelistas Carlos Fernando y Juan Manuel, que han trabajado 30 años en el Gobierno nacional. Que respeten mi gente, mi tierra. Les ha tocado duro para ganarse un espacio en ese tipo de cargos, a los que ellos han tenido derecho por el simple hecho de ser Galán”, aseveró.

Juan Fernando Cristo, coordinador de la convergencia, es quien estaría encargado de tender puentes para tramitar esta nueva tormenta. De nuevo, y por tercera vez consecutiva en el mes, la Centro Esperanza se encuentra en crisis y desviando la atención de sus propuestas.