Todos en la clínica de la Policía en Barranquilla conocían a Maira Alejandra Zapata, una médica que durante tres años se convirtió en colega del resto de doctores, amiga de otros y una experta en la atención de emergencias. Atendió pacientes, recetó medicamentos y firmó actas de defunción. El problema es que aparentemente Maira Alejandra no existe.
SEMANA conoció los detalles de una investigación que adelanta la Procuraduría y que ahora, por solicitud de la misma Policía, está en la Fiscalía. La doctora Maira desapareció cuando las advertencias sobre su presencia en el centro médico se alertaron a la Dirección de Sanidad de la Policía y su nombre no apareció en el registro nacional que hacen los médicos una vez se gradúan.
La doctora Maira firmó contratos con la Policía para atender a los usuarios del sistema de salud de la institución y, al parecer, no hubo quejas sobre su servicio, ni problemas posteriores por las recomendaciones, incluso medicamentos que entregaba a los pacientes. La doctora Maira se destacó por cumplir a rajatabla los contratos y garantizar la salud de los usuarios. Lo hizo, pero desapareció antes de terminar su último contrato.
Un lío interno entre funcionarios en la clínica de la Policía terminó por destapar una serie de irregularidades en la contratación en esa regional, al punto que fue necesario ordenar una comisión para verificar lo que estaba pasando. Los hallazgos motivaron varias investigaciones, una incluyó verificar la documentación de los contratos y fue en ese momento en que Maira Alejandra se convirtió en un fantasma.
Nadie, ni los más cercanos colegas, volvieron a verla. Todos se preguntaron qué pasó con la doctora Maira, que llegaba temprano, se iba tarde y compartía tinto. Los resultados de las verificaciones se salieron de la reserva y en la clínica empezaron a conocer lo que estaba pasando. La agradable médica no existía, por lo menos no como profesional. Su historia y experiencia fueron un invento para firmar los contratos.
Lo que nadie se explica, ni siquiera los colegas de la falsa Maira, es cómo logró evadir los controles, la rigurosidad que se hizo tan fuerte en otros funcionarios, con la doctora Maira se hizo agua en las manos a la hora de firmar los contratos. SEMANA conoció los documentos que firmó Maira Alejandra con la Policía. Contratos de 14 páginas con requisitos, condiciones, recomendaciones y detalles que poco sirvieron a la hora de confirmar lo más básico, que el contratista sea real.
“El contratista obrará con lealtad y buena fe en las distintas etapas contractuales, evitando dilaciones y entrabamientos que puedan presentarse”, señala una de las 39 obligaciones del contratista, es decir, la doctora Maira, que quedaron consignadas en el contrato en que además se fijan las condiciones para el cumplimiento del mismo.
Maira Alejandra, o quien ocupó el cuerpo de ese falso nombre, estuvo por los consultorios, los pasillos y las oficinas de la clínica de la Policía en Barranquilla desde 2021, en una coyuntura donde el país empezaba a salir de la tragedia de la pandemia. Sus compañeros de trabajo incluso advirtieron que la doctora Maira firmó actas de defunción de víctimas del covid-19 mientras estuvo en la unidad de urgencias.
Irónicamente, la Policía, como contratante, le hizo algunas exigencias a la contratista, a la doctora Maira, en el propósito de guardar confidencialidad y apegarse a la ley durante la ejecución del contrato. Incluso la obligan, a través del mismo contrato, a denunciar cuando sea de su conocimiento algún hecho delictivo o que esté por fuera del reglamento.
“No acceder a peticiones o amenazas de quienes actuando por fuera de la ley pretendan obligarlo a hacer algún acto o hecho, el contratista deberá informar de tal evento a la unidad prestadora de salud Atlántico y a las autoridades competentes para que se adopten las medidas necesarias”, señala el contrato de la falsa médica.
Cuando el escándalo estalló, Maira desapareció. Sin embargo, los soportes y todo lo relacionado con su caso quedó en los archivos de Sanidad en la Policía. Todo lo necesario para iniciar una investigación que después de varias semanas llevó a duras decisiones y conocer otros hechos de corrupción en el mismo centro médico.
“En el marco de las verificaciones hechas a través de controles internos de la Dirección de Sanidad de la Policía Nacional, se evidenciaron una serie de inconsistencias en algunos procesos de contratación de la Unidad Prestadora de Salud (Upres) Atlántico, así las cosas, se determinó que una profesional de la salud no estaba inscrita en el Registro Único Nacional de Talento Humano en Salud (Rethus), situación que generó una alerta sobre el contrato detallado”, explicó la Dirección de Sanidad de la Policía.
Pero hubo más en los hallazgos. En las denuncias que conoció SEMANA se advertía cómo la encargada de Sanidad para la Policía en el Atlántico, una coronel, al parecer usó su cargo para contratar a familiares. Un caso de nepotismo que coincidió con la historia de la falsa Maira Alejandra, de quien se advierte que la dueña de ese nombre es una mujer que vive en Cartagena y no la que aparece con foto en el registro de Sanidad en la Policía.
“De hecho, en términos disciplinarios, una vez adelantadas las verificaciones correspondientes a todos los contratos de la unidad, se tomó la decisión de suspender disciplinariamente a cinco funcionarios por la presunta omisión de sus funciones y responsabilidades en los procesos contractuales”, aseguró la Policía a SEMANA.
De acuerdo con los hallazgos, la Policía no fue la única timada. En el sistema de contratación pública del Estado, aparecen otros contratos a nombre de Maira Alejandra Zapata y con el hospital Materno Infantil de Soledad, nuevamente en el Atlántico, entre marzo y diciembre de 2022, con pagos superiores a los tres millones de pesos mensuales.
Ahora es la Fiscalía la que busca detalles de la contratación en la Policía, el Hospital de Soledad y otras entidades donde la falsa médica estuvo como encargada de atender, recomendar y recetar pacientes en las unidades de urgencias. Las responsabilidades incluirán, por supuesto, a los encargados de la contratación.