Para Catherine Ibargüen (Turbo, Antioquia. 37 años), los pasados juegos olímpicos de Tokio significaron el final de su carrera deportiva. Desde que debutó en las pistas atléticas en Medellín (1999), empezó a forjar su leyenda como la reina del salto triple, y alcanzó la gloria en los olímpicos de Río de Janeiro (2016) cuando se colgó la medalla de oro, la segunda para Colombia en la historia de las justas.

Fue el 14 de agosto de 2016. Los 15,17 metros de Catherine fueron el mayor salto de la historia del atletismo colombiano, y permitió que por segunda vez se escuchara el himno nacional en un podio olímpico. La antioqueña había sido medalla de plata en Londres (2012), fue campeona en el mundial de atletismo de Rusia (2013), bicampeona de la Liga Diamante (2013 - 2014), mejor atleta femenina de Latinoamérica y el Caribe (2012), deportista del año ‘El Espectador’ (2012) y el presidente Juan Manuel Santos le impuso la Cruz de Boyacá (2012).

Colombia no desbordaba de orgullo por las proezas de una de sus atletas desde que una vallecaucana, también afrodescendiente, partió en dos la historia del deporte colombiano al conseguir la primera medalla de oro para el país en los juegos olímpicos. El 20 de septiembre de 2000, la pesista María Isabel Urrutia (Candelaria, Valle), se subió al primer cajón del podio en Sydney (Australia).

Sin duda que María Isabel fue el espejo en el que las posteriores deportistas colombianas se miraron. Catherine Ibargüen no solo la tuvo como referente deportivo, ahora también aspira a seguir los pasos que la vallecaucana recorrió una vez puso punto final a su carrera profesional, precisamente un año de bañarse con el oro olímpico.

Capitalizando la popularidad que había conseguido en la halterofilia, Urrutia se lanzó al ruedo de la política y se presentó como candidata a la Cámara de Representantes en las elecciones de 2002. Si María Isabel había conseguido la medalla de oro contra todo pronóstico, pocos apostaban porque su aventura electoral culminara con una curul en el capitolio. Pero la deportista fue la gran sorpresa en las urnas cuando obtuvo 40.968 votos y se convirtió en congresista por la circunscripción especial de las negritudes. Cuatro años después, aunque con 7.751 votos, fue reelegida, esta vez con el aval de la Alianza Social Afrocolombiana.

“Para mí fue un paso muy importante”, dice María Isabel Urrutia a SEMANA, al recordar su paso de ocho años por el Congreso, en los que integró la Comisión Séptima. Como representante, la medallista de oro promovió varias leyes que le dieron una inyección al desarrollo deportivo del país, y que en buena parte coadyuvaron al mejor desempeño de los atletas nacionales en el calendario olímpico.

“Cuando pasé por el Congreso logramos, en la reforma tributaria del 2002, incluir un artículo que aumentó cuatro puntos más de la telefonía celular para ser invertidos en el deporte. Hoy yo siento ese orgullo tan grande cuando voy a unos Juegos Nacionales, o cuando a Colombia se le asigna un evento internacional, porque de esa ley es que se está financiando. De ahí han salido los recursos para los escenarios deportivos y para la preparación de los colombianos para el ciclo olímpico. Seguramente, si no hubiéramos obtenido esos cuatro puntos de la telefonía celular, Chocó nunca hubiera podido realizar unos Juegos Nacionales. Hoy en día los muchachos tienen incentivos deportivos para competir. Esas son las grandes experiencias que le quedan a uno de ese paso por el Congreso”, dijo María Isabel a SEMANA.

Urrutia también fue autora de la ley que otorga pensiones a deportistas que logren distinciones en competiciones internacionales, gracias a las cuales los medallistas colombianos han podido financiar sus casas. También pasó a la historia del parlamento como autora de la ley que castiga penalmente la discriminación racial y étnica en Colombia.

La carrera política de María Isabel se prolongó pero sin éxitos electorales. En 2010 se quemó en su intento de un tercer periodo como congresista. Al año siguiente se lanzó a la alcaldía de Cali con el aval del Polo Democrático, y ocupó el tercer lugar con 87.205 votos.

En 2015 volvió a lanzarse a la alcaldía de la capital del Valle (por el Movimiento Alternativo Indígena y Social), pero terminó en el séptimo lugar con apenas 6.476 votos. Fue la última vez que aspiró a un cargo de elección popular.

Así como Catherine Ibargüen emuló las hazañas deportivas de María Isabel, ahora parece seguir sus pasos en la arena política. Este miércoles, la antioqueña volvió a ocupar titulares de prensa, esta vez cuando se confirmó su intención de dar el salto a la política: aceptó la invitación de Dilian Francisca Toro para ser candidata al Senado, y seguramente será la cabeza de lista del Partido de la U.