Este viernes se conoció un nuevo caso de presunto maltrato laboral en Bogotá. Helbert Bolívar, un hombre de 56 años que trabaja como vigilante en una bodega de la empresa Inversiones Santa Barbara Rbr, en la localidad Barrios Unidos, denunció a SEMANA que lleva 50 días viviendo allí, pues al parecer sus jefes lo amenazaron con que, si salía del lugar, perdería su empleo. Helbert contó a este medio que, pese a que lleva 12 años trabajando para esa empresa, le extraña el trato que ha recibido de sus empleadores, pues además de obligarlo a trabajar en jornada continua 24/7, le deben el salario de dos meses.

Su rutina normal era cuidar durante la noche una bodega ubicada en la calle 76 # 53-14 en Bogotá, de viernes a lunes entre 4:00 de la tarde y 8:00 de la mañana, pero a principios de marzo sufrió un accidente en casa por el que se incapacitó casi un mes. Al volver a su trabajo el jueves 26 de marzo, un día después de que el presidente Duque decretara el aislamiento obligatorio en todo el país, a Helbert le pidieron que se quedara “día y noche” por el tiempo que durara la cuarentena, que inicialmente se extendería hasta el 13 de abril. “Ellos me dijeron que me tocaba quedarme día y noche, pero yo no pensé que se alargara tanto. Después tampoco me pagaron el sueldo”, agregó. Su hija Jenny va a la bodega cada tercer día para llevarle comida y ropa que le entrega a través de una abertura en una puerta. Dice que su padre “aceptó porque necesitaba del trabajo”, pero la ampliación del aislamiento lo llevó a quedarse 50 días, que se cumplen este viernes 15 de mayo. “La dueña de la empresa fue la semana pasada y mi padre les dijo que él ya se iba, que les renunciaba. Ellos le contestaron que él no se podía ir, que si se iba era abandono de puesto”, denunció la mujer.

Helbert cuenta que aceptó el trato con sus empleadores, pero pese a que ha cumplido un horario extendido de 24/7, no ha recibido el salario de, por lo menos, dos meses tiempo en el que ha vivido y dormido en una pequeña oficina en la que adecuó una colchoneta y un par de sillas para dormir. “Ellos me pagan los 20 y los 5 las quincenas, ingresé con una quincena vencida, entré y no volvieron más. Llamé, intenté comunicarme, a los ocho días aparecieron y me dijeron que estaban mal por no poder abrir los restaurantes, que no me podían pagar”, explicó Helbert. Ahora, tras denunciar su precaria situación, el hombre teme quedarse sin trabajo por posibles represalias que tomen sus jefes.