-    ¿Usted es colombiano? -    Sí. -    ¡Súbase a la camioneta! La respuesta a esa pregunta fue la que condenó a Audis Ruíz y lo obligó a dejar todo tirado en Venezuela, el país en el que durante 10 años había creado una vida. El domingo primero de marzo, funcionarios del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) de Venezuela bajaron a Audis de un bus y lo llevaron hacia el Comando 43 de la Guardia Nacional para deportarlo a Colombia. Aunque el pasaporte de Audis estaba vencido, él está seguro de que esa no fue la razón de la deportación. “Simplemente dije que era colombiano y eso bastó para que me sacaran del país como si fuera un ladrón. No importa si usted es un niño, un anciano, si está enfermo, lo que importa es que sea colombiano”, le contó indignado a Semana.com. Audis tiene una esposa y dos hijas, una de 13 años y otra de 17, que dependen del dinero que él ganaba como albañil. Ahora ellas están en Caracas sabiendo muy poco sobre él y con miedo de que las encuentren y sean deportadas. “La Defensoría acá en Cúcuta me ayudó a comunicarme con ellas. Lo único que les dije es que se escondieran muy bien y no salieran. Tengo mucho miedo de que las deporten. Acá no tenemos nada, nuestra vida estaba allá”, expresó. Su miedo está más que justificado. Fue en el país vecino donde llegó a sus 20 años y formó una familia. Con su trabajo logró comprar dos casas que, ahora, ya da por perdidas. Él es uno de 933 deportados en tan solo 70 días que lleva este año. Un promedio de 13 por día. Un humillante regreso Audis cuenta que “al llegar al Comando me di cuenta de que no era el único. Había 180 personas colombianas listas para ser deportadas junto conmigo”. Según él, el trato era inhumano. No los dejaban hacer llamadas, ni ir al baño, les quitaron los papeles, no les dieron comida. “Nos trataban como delincuentes, sabiendo que solo somos colombianos”, contó. El lunes dos de marzo en horas de la noche salieron cinco buses desde Caracas con todos los deportados, cuenta. “El martes llegamos a Colombia”. El maltrato al que se han visto expuestos los colombianos que vienen de Venezuela fue denunciado este miércoles por el Defensor del Pueblo Jorge Armando Otálora. “Algunos de ellos han sido maltratados al momento de la deportación. A algunos no se les ha permitido usar el baño o los han tenido aguantando hambre. Estos temas ya los trasladamos a la Cancillería”, dijo.

La Defensoría del Pueblo ha recogido las denuncias de los connacionales deportados sin razón aparente. Pide un plan de acción concreto al Estado. Foto: Defensoría del Pueblo Otro rostro del drama Fernando Garzón estaba en un bus vendiendo artesanías, cuando de un momento a otro se subieron unos soldados y le hicieron la temida pregunta: ¿usted es colombiano? Su respuesta fue sí, lo cual fue suficiente para que lo trasladaran al Saime. Él duro 12 días en las oficinas de esa institución y cuatro días más en un calabozo de la guardia bolivariana del Estado de Miranda. “Estaba preso sin haber hecho nada”. Fernando tiene 52 años. Este artesano dejó en Venezuela a su esposa embaraza y su hijo de dos años. “Hace poco estaba construyendo mi casita de barro en Guapetón, en el estado de Miranda. Ahora ya no se podrá terminar”, contó. Al igual que Audis, Fernando no tenía los papeles al día. “Ahora todo colombiano que vaya por la calle tiene que mostrar la cédula venezolana, si no lo devuelven”, dijo. Él no entiende qué le pasa al gobierno de Maduro. “El presidente no está pensando en las mujeres que se quedan con hijos y sin qué mantenerse. Esto es muy duro. Lo único que me interesa es poder traerme a mi mujer a Colombia”, expresó. No hay explicaciones Este drama debe parar, según el Defensor del Pueblo, que aseguró: “Ya va siendo hora de que el Estado colombiano tenga un programa claro frente a esos colombianos que están regresando (…). La canciller debería convocar a un escenario a los pares de Venezuela para sentarnos a generar una mejora en el respeto de los derechos humanos de los colombianos”. Nadie encuentra explicaciones. “Yo no sé qué está pasando en las relaciones entre Colombia y Venezuela, pero nunca antes habíamos vivido eso”, concluyó Audis. Por ahora, Audis y Fernando seguirán en el Centro de Migraciones de la Diócesis de Cúcuta, pensando qué harán para poder volver a ver a su familia.