El deterioro del mercado laboral y el fuerte incremento de la migración venezolana frenaron el año pasado la reducción de los niveles de pobreza en el país e incrementaron los de desigualdad. Esta situación, sin duda, resulta preocupante, pues muestra que los grandes avances en este tema se habrían estancado. ¿Qué pasó? En 2018, el 27 por ciento de la población del país era considerada pobre. Es decir, colombianos que viven en un hogar cuyos ingresos mensuales por persona no les da para adquirir una canasta básica de alimentos, servicios y otros bienes mínimos. Este ingreso, denominado línea de pobreza, se estimó para el año pasado en 257.433 pesos mensuales. Al hablar de un hogar de 4 personas, por ejemplo, el ingreso total mínimo requerido para salir de pobres sería un poco más de un millón de pesos (1.029.732). Le recomendamos:  Alerta Se dispara la desigualdad Para el Dane, los cambios no fueron “estadísticamente significativos” y revelan “una relativa estabilidad”, dado que la pobreza monetaria en 2017 afectó al 26,9 por ciento de los colombianos. Sin embargo, las cifras muestran que alrededor de 190.000 personas ingresaron a la pobreza monetaria en 2018, y que hoy habría más de 13,8 millones de personas en esa situación. Este panorama preocupa más si se mide el nivel de privaciones de los hogares respecto a condiciones vitales como acceso a la educación, al trabajo, a la salud, a los servicios públicos, situación de la niñez y la juventud, conocidos como pobreza multidimensional. El crecimiento de esta medición pasó de 17,8 por ciento en 2016 a 19,6 por ciento en 2018. Esto significa que casi 1,1 millones de personas cayeron en la pobreza en los dos últimos años. La comparación se realiza frente a 2016, pues el comité de expertos en pobreza, que revisa estas cifras, encontró inconsistencias metodológicas que habrían subestimado los datos de 2017. El número de personas que entraron en la pobreza tuvo su mayor crecimiento en la región Caribe, donde pasó de 26,4 a 33,5 por ciento. También aumentó en la zona oriental del país, ante la desmejora en condiciones habitacionales como iluminación y acceso al agua potable, y en las mayores barreras de acceso a los servicios de salud. Juan Daniel Oviedo, director del Dane, cree que buena parte de este incremento en el número de pobres tiene que ver con el bajo nivel de aseguramiento de la población migrante y su falta de acceso a la seguridad social. Las ciudades con mayor crecimiento de la pobreza fueron las fronterizas o cercanas a ellas: Pasto, Cúcuta y Bucaramanga. Mientras tanto, la mayor pobreza apareció en Quibdó, Riohacha, Cúcuta, Valledupar y Santa Marta. Le puede interesar:  Vamos a sacar 1 5 millones de personas de la pobreza extrema Duque al presentar Plan de Desarrollo En contraste, solo en Manizales disminuyeron los niveles de pobreza por sus bajos índices de desempleo. Esa ciudad, junto con Bogotá, tiene las menores medidas de pobreza del país. Esto muestra el impacto del mercado laboral en las cifras de pobreza. De hecho, el indicador de pobreza en los hogares donde el jefe del hogar está desempleado alcanza el 49 por ciento. Si este tiene título universitario, es de solo el 5,9. La pobreza también tiene un sesgo de género, pues cuando la mujer encabeza el hogar –un fenómeno creciente en regiones como Antioquia y Bogotá–, la pobreza es casi 4 puntos porcentuales más alta. Además, la pobreza tiene una mayor incidencia a medida que más personas conforman un hogar. Los hogares con cuatro personas o más presentan mayor incidencia de pobreza monetaria y extrema. De acuerdo con los datos del Dane, mientras que el 34 por ciento de las familias con 4 o más personas son pobres, de los conformados por una persona solo el 9,9 por ciento son pobres. Puede leer: El desafío de reducir la desigualdad económica Para completar el panorama, el indicador de coeficiente de Gini pasó de 0,51 a 0,52 en 2018, lo cual evidencia un incremento en los niveles de desigualdad. Esto se explica por una caída en los ingresos de los hogares más pobres (-0,9 por ciento en el primer quintil) frente al incremento en los hogares de mayores ingresos (3,3 por ciento del quintil más alto). Para algunos analistas, la “estabilidad” de las cifras de pobreza y desigualdad puede considerarse un gran logro. Sin embargo, dados los bajos niveles de crecimiento y la llegada masiva de venezolanos, a otros les recuerdan todo lo contrario: que el país debe con urgencia volver a crecer a tasas altas, generar empleo y atender adecuadamente la inmigración.