El 16 de marzo, cuando se suspendieron las clases presenciales en el país, cerca de 40 universidades enviaron una carta al presidente Iván Duque para advertirle que la matrícula podría caer hasta 50 por ciento. Luego, la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), que reúne más de 80 instituciones, alertó que la deserción estaría entre 23 y 25 por ciento.

Pronósticos catastróficos para el sector, que presagiaban entre 600.000 y 1,2 millones de alumnos universitarios menos. Sin embargo, esos pronósticos no se han cumplido. Hoy muchas de las aulas universitarias permanecen vacías, pero no por falta de estudiantes, sino porque las universidades han comenzado a regresar paulatinamente a sus instalaciones.

Las proyecciones de las matrículas reflejan un momento dominado por la confusión y el miedo. Casi repentinamente, estudiantes y profesores tuvieron que migrar a la virtualidad, con los retos y dificultades que eso acarreó.

Para el rector de la Uniminuto y parte del consejo directivo de la Ascún, padre Harold Castilla, es claro que no se presentó el desplome porque ante la alerta las instituciones de educación superior ofrecieron a las familias muchas alternativas de descuentos, becas y flexibilización de pagos. “Aún estamos en proceso de consolidación de cifras de universidades, pero lo que se habla entre rectores es que afortunadamente el impacto de la deserción fue mucho menor”, dice. En el caso de esa institución, que tiene 106.000 alumnos (70 por ciento virtuales) distribuidos en 18 sedes, tuvieron para este segundo semestre una deserción del 9 por ciento.

En todas partes hay un panorama similar. La Universidad Central, que tiene cerca de 9.000 alumnos de pregrado, sufrió una disminución de matrículas levemente inferior al 10 por ciento. “Dispusimos de cerca del 7 por ciento de nuestro presupuesto para otorgar becas y descuentos”, señaló su rector, el exministro Jaime Arias. En la Universidad del Rosario hubo deserción menor al 5 por ciento, es decir de los casi 10.000 alumnos de pregrado aplazaron cerca de 400. “Creamos un fondo de 71.000 millones de pesos para financiación directa y descuentos, así como para dotación de computadores. Es de destacar el esfuerzo de las familias para que los jóvenes siguieran estudiando”, explicó el rector Alejandro Cheyne.

En Valle del Cauca, las principales universidades coincidieron en que las matrículas se mantuvieron en el mismo nivel. “Tenemos 17.450 estudiantes en pregrado. No se presentó una disminución del número de estudiantes del semestre que arrancó en octubre del año pasado”, dijo el rector de Univalle, Édgar Varela. Destacó el esfuerzo de las universidades públicas por otorgar descuentos y gratuidad en algunos casos. Icesi reportó una caída de matrículas del 2 por ciento, “los niveles normales de un semestre cualquiera”, aseguró el director académico, Hernando Bahamón.

Al igual que en los colegios, las universidades exigen usar el tapabocas, lavarse las manos al entrar y mantener la distancia personal.

Adicionalmente, debido a la coyuntura y previendo el posible desplome, el Icetex puso a disposición cerca de 16.000 créditos educativos que no requieren deudor solidario, algo largamente solicitado por la comunidad. El director Ejecutivo de Ascún, Óscar Domínguez, aseguró que no se puede cantar victoria hasta no tener las cifras definitivas: “Tenemos una visión optimista de un menor porcentaje de deserción a los que indicaban los pronósticos, pero solo se podrá saber hasta el final del año cuando las instituciones entreguen un reporte oficial. Varias instituciones de educación superior aún adelantan procesos de inscripción”.

Al esfuerzo de las universidades hay que sumarle que han podido incrementar poco a poco su oferta presencial en medio de la pandemia. Esta situación permitió que algunos estudiantes que tenían dudas sobre la calidad de la educación virtual no aplazaran sus estudios. De acuerdo con un informe de Ascún, 43 por ciento de los estudiantes había manifestado que solo se matricularían si regresaban las clases presenciales.

En estos momentos cualquier universidad del país puede reabrir sus puertas si los gobiernos locales aprueban su plan de alternancia y sus protocolos de bioseguridad. “Este proceso tiene unas condiciones similares al caso de colegios en cuanto al diálogo con las entidades territoriales que deben tener en cuenta la evolución de la pandemia, definir horarios, número de estudiantes, capacidad de las instalaciones, entre otros, aspectos”, señaló la ministra de Educación, María Victoria Angulo. Recordó que desde junio pasado dieron las pautas para que las instituciones de educación superior retornaran a la presencialidad, empezando por las prácticas de laboratorio y talleres imposibles de hacer virtualmente.

Las instituciones deben controlar cuántas personas hay en sus sedes. Siempre y cuando no excedan el aforo máximo, pueden habilitar servicios como bibliotecas y salas de cómputo.

En Bogotá, la alcaldesa Claudia López anunció que en las universidades de la ciudad habrá una presencialidad del 25 por ciento del total de los estudiantes en dos franjas horarias de las diez de la mañana a las cuatro de la tarde y de siete a diez de la noche los lunes, martes, viernes y sábado. Los alumnos deben utilizar tapabocas y, como en colegios y jardines, mantener una distancia de al menos un metro, normas que en ese rango de edad no deberían generar complicación alguna.

No hay que bajar la guardia

El rector Alejandro Cheyne aseguró que no es momento de bajar la guardia con las estrategias para apoyar a las familias, ya que la crisis por el coronavirus no desaparece con el retorno de la presencialidad. “La reapertura y recuperación económica no van a ser rápidas, muchas familias seguirán sintiendo los efectos de la pandemia y es ahí donde las universidades tenemos un papel fundamental, debemos ser flexibles para acomodarnos a la situación de cada familia, algunos estudiantes no podrán retornar a la presencialidad y debemos darles la oportunidad que sigan con su proceso”, dijo.

Son un hecho los grandes avances en cuanto a educación virtual y remota, pero la pandemia dejó en evidencia que en la educación de los jóvenes el componente presencial es vital. “El entorno universitario y todo lo que pasa a su alrededor enriquece mucho al estudiante. Aunque ellos sean asiduos usuarios de tecnologías y redes sociales, aún falta mucha disciplina para la educación virtual. El ideal es que haya presencialidad y avancemos cada vez más con elementos de virtualidad”, sentenció el exministro Jaime Arias.

El rector de la Universidad Central, el exministro de Salud y Educación Jaime Arias, considera que aún falta mucha disciplina para acoger la educación virtual.

Por fortuna, el pronóstico no se cumplió, pero el riesgo permanece. Viene una época compleja para las familias de los jóvenes, pues mientras la economía se recupera plenamente y recupera los empleos perdidos, seguirá pendiente el riesgo de la deserción masiva. Hay que buscar nuevos instrumentos y profundizar los actuales para que los estudiantes sigan en las aulas, así sea por medios virtuales.