La afirmación de que la Casa de Nariño se paralizó este miércoles no se aleja de la realidad. La expectativa por el encuentro entre el presidente Juan Manuel Santos y su más enconado contradictor, el expresidente Álvaro Uribe, era tan inusual que por todas las ventanas del Palacio presidencial, incluso desde el edificio La Giralda, sede del ministerio del Interior, se asomaban cabezas de funcionarios con la intención de ver a los ilustres visitantes. El más esperado: el senador antioqueño. Desde las 6:00 de la mañana empezaron a llegar antenas microondas, camarógrafos, reporteros gráficos y periodistas. Que Uribe y Santos volvieran a reunirse después de seis años de relaciones rotas era una noticia que hasta el momento no había sido posible registrar por los medios nacionales y los extranjeros, cada vez más pendientes de cómo Colombia resuelve el limbo tras el plebiscito, en el que una mayoría apretada rechazó el acuerdo de paz con las FARC, tan aplaudido en el exterior. El expresidente Andrés Pastrana fue el primero en llegar a las cruciales reuniones previstas en la Casa de Nariño. No lo hizo por la puerta principal de visitantes, la de la Carrera 8. Llegó por otra puerta, acompañado de quien fue su comisionado de paz en la recta final del proceso de paz del Caguán, Camilo Gómez. Sólo se le vio a las 11:15 a.m., cuando salió por la puerta donde apuntaban las decenas de cámaras de televisión. “El No unió al país”, fue una de sus frases célebres de la jornada. Minutos después, se sentía el arribo del expresidente Uribe. Una caravana de vehículos blindados se parqueó frente del Batallón Guardia Presidencial. Iván Duque, Carlos Holmes Trujillo, Óscar Iván Zuluaga, Alejandro Ordóñez y Marta Lucía Ramírez lo acompañaron. Ellos entraron primero a la sede presidencial, Uribe tuvo que abrirse paso entre los reporteros, con esa tímida sonrisa que no lo ha abandonado desde cuando el No se impuso en el plebiscito. Dicen sus allegados que mientras caminaba por los pasillos de Palacio, que fueron su hogar durante ocho años, recibió saludos de algunos empleados que trabajaron allí durante su gobierno. Personas de servicios generales, como jardineros y empleadas, no querían perderse la aparición de Uribe. Fueron algo más de dos horas de reunión en la llamada sala de crisis de la Casa de Nariño. De un lado, Santos y sus negociadores: Frank Peral, Jorge Enrique Mora, Gonzalo Restrepo, María Ángela Holguín, Luis Carlos Villegas, Roy Barreras y Juan Fernando Cristo. Al otro, Uribe y compañía. El apretón de manos llegó al inicio. Santos, el anfitrión, esbozó una sonrisa cuando saludó a Uribe, por lo menos así fue retratado por la prensa oficial. La prensa acreditada aguardaba las conclusiones mientras que se conocían mínimos detalles del encuentro. Marta Lucía Ramírez, Óscar Iván Zuluaga, Barreras y Cristo fueron los primeros en trinar sus impresiones del encuentro. Coincidían en el ambiente cordial y respetuoso, en el clima favorable para encontrar soluciones, pero sobre todo, en la voluntad y la disposición del presidente Santos de oír las opiniones del No. En la realidad el encuentro no fue tan así. Algunos de los presentes le relataron a Semana.com que al principio había mucha tensión. Uribe habló más que todos los demás y repitió los mismos mensajes de siempre. La conversación se prolongó horas y hasta tuvieron tiempo para almorzar. Al término de la reunión, tanto Uribe como Santos tardaron más de una hora en aparecer. La Secretaría de prensa del Gobierno informó que hablarían de forma simultánea. Uribe en el jardín, el presidente en el salón de conferencias. Después hubo cambio de planes. Primero hablaría Santos, luego Uribe. Sin embargo, el primero en comparecer ante los medios fue el expresidente. Por primera vez en seis años reconoció voluntad política en Santos, esta vez para buscar un nuevo acuerdo de paz con las FARC, “que incluya a todos los colombianos”. En las ventanas de Palacio y del ministerio seguían asomados funcionarios que no querían perderse un detalle de lo que sucedía en el jardín. Uribe terminó de leer el comunicado que tardó en redactar casi una hora, y el turno fue el presidente Santos. El parte del encuentro bastante similar, “hoy estamos más cerca de buscar la paz”. Se supo que Uribe no entraba a la Casa de Nariño desde el 13 de octubre del 2011. Quienes albergaban la ilusión de que este miércoles Santos y su antecesor fumaran la pipa de la paz y llegaran a conclusiones concretas, podrán sentirse desilusionados. Pero era muy difícil que tras seis años de tensión se declararan los nuevos mejores amigos. Del ahogado el sombrero. Tanto en la orilla de Santos como en la de Uribe el lenguaje está más cercano a la conciliación. Se abrió un camino, coinciden todos los asistentes; se crearon comisiones de lado y lado, ambas con la misma instrucción: celeridad para llegar el consenso. Por lo menos se sentaron, el país reclama decisiones urgentes. Un nuevo encuentro Santos–Uribe podría ser en cuatro semanas, con resultados concretos.