Ese sábado 1 de mayo, como cada año, se conmemora en Colombia, y en varios países de todo el mundo, el Día Internacional del Trabajo, en el cual se conmemoran, principalmente, los derechos adquiridos por los trabajadores ese mismo día de 1886.

Este evento, que es celebrado oficialmente en 80 países, fue impulsado por el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional (París, 1889), como homenaje “a los mártires de Chicago y como jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores”, según relata la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT).

“La voz que van a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”, manifestó uno de los líderes y mártires del movimiento en Chicago, August Spies, antes de que ocurriera su ejecución.

Años después, en 1955, el papa Pío XII estableció el 1 de mayo como el Día de San José, como una forma de reafirmar la conmemoración.

Tradicionalmente, en las calles de todo el mundo, miles de manifestantes salen a marchar para exigir mejores condiciones laborales, como las conseguidas a finales de la década de los años sesenta, cuando más de nueve millones de trabajadores franceses marcharon por todo el país y obligaron a las autoridades del país a mejorar las reglas de trabajo.

Así surgieron los acuerdos de Grenelle, con los cuales se incrementó el salario mínimo del país en un 35 %, mientras que, por otra parte, se acordó un aumento de los salarios en un 10 %.

¿Qué ocurrió el 1 de mayo de 1886?

Meses antes de que llegara el 1 de mayo de 1886, los sindicalistas estadounidenses, que estaban afiliados tanto a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, como a la Federación Estadounidense del Trabajo, habían decidido luchar para que la jornada laboral no excediera las ocho horas al día, bajo la premisa de “ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso”.

En el caso de que no se lograra dicho objetivo, los trabajadores habían acordado que entrarían en huelga hasta que no se escucharan sus peticiones, pues antes de que se aprobara esta medida solo existía un par de leyes que no permitía que las personas trabajaran más de 18 horas diarias (a menos que fuera necesario), y en caso de que un obrero fuera obligado a laboral más horas el empleador debía pagar una multa de US$ 25.

Debido al poco cumplimiento de esto por parte de los empresarios, los sindicatos y organizaciones obreras empezaron a manifestarse en contra de las malas condiciones, hasta que llegó el 1 de mayo de 1886, cuando más de 200.000 trabajadores iniciaron una huelga en Chicago, que era una de las ciudades con peores condiciones laborales en los Estados Unidos.

La represión policial de esas horas convirtió las protestas en una ola de muertes de trabajadores, pues varios historiadores concuerdan en que ese día murieron decenas de obreros; sin embargo, las manifestaciones siguieron durante el 2 y el 3 de mayo, días en los que también hubo revueltas, marchas y muertes.

Muchos obreros fueron condenados a trabajos forzados, cadena perpetua y pena de muerte, aunque su lucha contribuyó a que a finales de ese mismo mes de mayo muchos patrones accedieran a acordar jornadas laborales de no más de ocho horas, aunque miles de empleados, principalmente inmigrantes, fueron despedidos de sus plazas laborales.

Esta decisión causó toda una ola de protestas en el mundo, con las cuales se reivindicaron los derechos laborales de millones de trabajadores. España, Francia y otros países europeos declararon el 1 de mayo como una fecha no laborable y acordaron que la jornada tendría que ser de ocho horas. Esto se fue expandiendo por todo el mundo hasta el día de hoy.