Las confesiones de los exmilitares en Haití han revelado datos hasta ahora desconocidos del magnicidio del presidente Jovenel Moïse. Ángel Mario Yarce fue uno de los hombres que llegó a Haití a prestar sus servicios como guardia de seguridad. SEMANA conoció su declaración completa ante las autoridades de la isla, que rindió desde la prisión.
Yarce cuenta lo mismo que sus demás compañeros: que luego de llegar a Haití, y más o menos 10 días antes de la operación contra Moïse, le notificaron que realmente su misión era arrestar al presidente.
“Nosotros íbamos a brindar el apoyo, el acompañamiento para realizar una captura, de una orden por un juez de acá”, relata el colombiano. Según él, la información se la transmiten quienes los habían contactado para ese trabajo: Duberney Capador (quien falleció el día del asalto) y el capitán retirado Germán Rivera (quien era el coordinador de los colombianos en ese trabajo).
“Unos días antes Capador nos dice: “muchachos para que estemos muy pendientes para que hagamos esto, entrenen de cómo podemos hacerlo, cómo podemos hacer esto”, entonces nosotros adentro del hotel entrenamos. ¿Cómo que entrenábamos?, entrenábamos…”, relata Yarce. A partir de ahí les comienzan a llegar equipos y armas: primeros chalecos negros, que traen en unas cajas, armamentos y otros elementos.
Los colombianos, según Yarce, preguntan por la legalidad de la orden de arresto. Y posteriormente, los llevan a todos a una casa.
Escuche la confesión de Yarce
“El día que salimos del hotel para irnos para allá, que fueron 3 días antes de que fuera el evento, se preveía, no consiguieron el material completo. Entonces Capador dijo no, no se hace porque no tenemos material completo, y yo no voy a entrar con gente sin armas. Ejemplo, van a ir 20 personas y de los 20 van 7 armados y los demás sin armas, entonces se espera más y así paso el segundo día, llegó otro poquito, de a poquitico, no llegó lo suficiente y ese otro día también se postergó, porque no había lo suficiente para la seguridad de nosotros”, agregó.
Yarce explica que Capador cuadraba todo con Joseph Badio, un exalto funcionario del Ministerio de Justicia haitiano, señalado por los colombianos de proveerles toda la inteligencia la noche que irrumpieron en la residencia de Moïse. Yarce se enteró que había una persona de la misma seguridad del presidente que estaba infiltrada en la operación y que por eso el grupo de “relajó un poquito más”.
Añadió que “aparte de eso, nosotros íbamos en el movimiento con unos policías”. Y eso le dio un manto de legalidad a la operación. Precisó que se trataba de tres agentes y que él pensó “las cosas van legales”, pues había “una orden de arresto por un juez y una persona que esta allá colaborando”.
Yarce tenía la responsabilidad de organizar los vehículos y por eso él iba en el último de los seis que había cuadrado. En el primero iban los tres policías de Haití. Salieron todos a la una de la mañana. Yarce no debía entrar porque él era encargado de la seguridad y quienes iban en su carro debían recuperar las cámaras de seguridad.
“Como no conocemos la casa, no sabíamos nada, la vía, íbamos a llegar a un punto donde había un control de la policía”, relata. Cuando estaban frente a la residencia, Yarce escucha hablar en creole y lo único que alcanza a entender es DEA, de las frases que uno de los de la operación dice por un megáfono.
“Estaba hablando “tan tan” en creole, solamente escucho “DEA DEA” que la DEA”. Ellos, según Yarce, creían que al oír la supuesta orden judicial, les iban a abrir la puerta, pero eso no sucede. Los integrantes de los dos primeros carros se bajaron y tocaron la puerta para que abrieran. Ahí escuchó el primer disparo.
“No sé decirle si dispararon fue para nosotros, si dispararon a discreción, no sé; lo que sí es que ahí dispararon, pues eso ya crea un desorden de la gente, la organización, se crea ese desorden, y todos corren a buscar trinchera. No sé quién es, pero alguien se da cuenta de que el portón grande está abierto, o sea, sí está abierto, pero nadie se fijó en empujar”, relata el exmilitar.
Y continúa: “Exactamente, al ver que ellos empezaron abrir la puerta pequeña, que no se pudo abrir (...) ya ingresan acá, pero entran con mucha precaución, porque hay disparos que no van a entrar, al paso que esto iba sucediendo, ya iba la gente corriendo, entonces yo ya me iba corriendo también, porque estuve acá atrás”.
Después de oír todos los disparos, comenzó un tiempo de calma y ahí alguien le gritó a viva voz que podía entrar a la casa a ejecutar su parte, recoger las cámaras de seguridad. “Ahí han pasado por ahí unos 28 minutos”, precisa Yarce desde la hora de arribo y comienza a narrar lo que ve al entrar a la casa.
“Yo voy ingresando, voy a subir al segundo piso, y me dicen que ya nos toca irnos (...); no recupero nada ni en el primer piso, subo la escalera para el segundo piso. Cuando llego al final de las escaleras, Romero uno de los muchachos, estuvo allá, dice que tenemos que irnos, que toca irnos ya, yo me acuerdo que yo llegué y le dije: ‘las cámaras’ y dijo no toca irnos ya, eso ya dejémoslo así. Entonces, él me entrega (…) un aparato, que es como un, como le dijera yo, como un DVR, porque en sí lo que yo, dice que está en la oficina, que lo tienen ahí, en la oficina, ese aparato me lo entregan y ya lo han arrancado. ¿Quién lo arranco?, no sé quién lo arrancó, pero ya me lo entregan, mire lleve esto; si es como si fuera un DVR, como un coso para, como se llama eso, de los de internet, como algo cuadradito es lo que me entregan y una maleta”.
A Yarce le preguntan ahí qué tenía esa maleta. Y él responde “no sé”, pero que tocaba “meterla en el carro blanco, una camioneta blanca tipo Prado (...); tiro las cosas allá adentro, menos el DVR, tiro la maleta porque la maleta era orden, y el DVR lo dejo en el carro”.
Ahí decidieron irse del lugar a pie. “Ya después vino la policía, y nos tuvieron al fuego todo el día, fuego ahí, hasta ahí hasta ese punto caminamos a pie, no sé si saben dónde está, el punto donde quedaron los carros”, agregó. Yarce creía que todos iban para el Palacio presidencial y que allá serían protegidos. “Yo voy de últimos en mi carro, pero yo no alcanzo a ver la barricada de carros, todo lo que escucho, es que la carretera está bloqueada por unos carros que están atravesados, bueno, entonces están bloqueados ahí, y nos bajamos de los vehículos y nos quedamos sobre la vía”, cuenta. En ese punto deciden meterse a una casa para buscar refugio.
Pasa mucho tiempo, “no nos comunican nada, ¡pero que pasa, por qué no nos han venido pues a hacer lo que nos prometieron, que estuviéramos en el palacio, que allá nos recibían; no dicen nada, nada dicen, que estamos hablando, que estamos coordinando, es lo que dice Capador: tranquilos que estamos coordinando, tranquilos que estamos coordinando. Ya en las horas de la tarde comenzamos a recibir fuego por parte de la fuerza de acá, comienzan a dispararnos inicialmente poquito tan tan, nos tiraban granadas lacrimógenas, ráfagas no sé si eran punto 50, creo que era punto 50 nos disparaban. Ya llegó un momento en que la arremetida fue demasiado grande, fue ya más tardecito, una arremetida más grande, la tanqueta iba y regresaba y ya la arremetida muy grande (…)”.
Yarce puntualiza en ese ataque: “Fue muy fuerte la arremetida de la fuerza de acá, ya nosotros dijimos aquí nos van a matar, aquí ya no hay más que hacer, pero aun así que esperen que tranquilos decía Capador, no disparen, no disparen muchachos tranquilos, ya ya estamos coordinando, pero la gente decía, pero tan coordinando si, si llevamos todo el día acá y no se había solucionado nada”
Y sigue. “En esta parte abren los del carro blanco, aquí se refugia capador no se creó tengo entendido que esto era como un segundo piso, no sé por qué yo estaba acá, nunca entre acá, nunca vine acá, yo estaba aquí, pero yo veía, yo veía, tenía visión hasta acá, en un momento se me paso una parte, donde llego dos señores en una moto que eran como una prensa con cámara, Capador dijo déjelos entrar que esa es la prensa, cuando vimos que llegaron la prensa y se entraron acá... no sé qué hacen adentro ya vino llegó la prensa van a cuadrar algo, pensamos nosotros, van a coordinar algo, creo, bueno no sé qué pasa con la prensa bueno lo que diga acá (…) no sé, llega la prensa y vuelven y se van”.
Yarce cuenta ahí los momentos de angustia que se viven y como él pierde toda esperanza de salir con vida: “Muchachos acá no hay nada más que hacer, no van a matar, yo lo único que deseo, es que se aclare un poquito, a ver si podemos salir de acá, como acá nos llegan a tirar una granada lacrimógena y nos jode porque nosotros estamos… nosotros acá nos metimos en una escalerita, porque ya toco soltar la carretera”.
A todos los hacen salir porque les lanzan unas bombas lacrimógenas. “No aguantamos y nos metimos por una escalera, un portoncito que estaba abierto, ahí nos metimos por detrás de unas casas, y ahí nos ocultamos; solamente veíamos, la puerta por una hendija. Entonces ya la gente ya estamos aquí, ya más de uno entregados. Dios mío, nos engañaron(...) nos van a matar”.