El municipio de Inza, ubicado en el suroeste del Cauca, fue escenario este lunes festivo de un nuevo asesinato, que enluta a la comunidad indígena local. Manuel Oca, un miembro del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y Guardia Indígena, fue asesinado por hombres armados, presuntamente miembros de la disidencia de las Farc’.
La denuncia fue realizada por las autoridades indígenas, quienes, tras llegar al lugar del crimen, confirmaron la muerte del líder comunitario.
Según versiones de la comunidad, Oca había recibido amenazas constantes en las últimas semanas y ya había sido objeto de persecución por parte de grupos armados ilegales que operan en la región. Los guardias indígenas, encargados de proteger tanto el territorio como la seguridad de sus comunidades, han sido blanco recurrente de ataques por parte de distintos actores armados, quienes buscan imponer su control sobre el área.
Este nuevo asesinato es parte de un patrón creciente de violencia en el departamento del Cauca, históricamente marcado por el conflicto armado interno. En los últimos años, la región ha visto un recrudecimiento de la violencia debido a la presencia de disidencias de las Farc, especialmente la estructuras al mando de alias Iván Mordisco, que ha sido responsable de numerosos atentados, asesinatos, y ataques a la fuerza pública y la población civil.
La situación en el Cauca se ha agravado con la implementación de métodos bélicos cada vez más letales, como los atentados con explosivos, drones bomba, secuestros y desplazamientos forzados. Las autoridades indígenas y organizaciones de derechos humanos han denunciado el creciente control de estos grupos armados sobre vastas zonas del departamento, donde la población civil queda atrapada entre las confrontaciones y la violencia desbordada.
La constante amenaza a los líderes indígenas
El asesinato de Manuel Oca es solo uno de los últimos en una larga lista de crímenes perpetrados contra líderes sociales y defensores de los derechos humanos en el Cauca, especialmente aquellos pertenecientes a comunidades indígenas. El Cric ha denunciado reiteradas veces la falta de garantías de seguridad en la región y ha exigido al gobierno colombiano mayores esfuerzos para frenar los asesinatos y las violaciones a los derechos humanos que afectan tanto a la población indígena como a la población civil en general.
La comunidad indígena del Cauca, organizada bajo el sistema de guardias Indígenas, ha sido clave en la defensa del territorio ancestral y en la implementación de una resistencia pacífica frente a los diversos actores armados ilegales que operan en el departamento. Sin embargo, esta resistencia ha costado vidas y el territorio sigue siendo un campo de batalla por el control de recursos estratégicos y rutas de tráfico de narcóticos.
El Cric y diversas organizaciones sociales han exigido a las autoridades del Gobierno nacional y regional una respuesta contundente frente a este nuevo crimen, y han convocado movilizaciones en solidaridad con la familia de Oca y en rechazo a la violencia que azota al Cauca. De igual forma, instaron a que se implementen medidas efectivas para garantizar la protección de los líderes indígenas y de las comunidades que luchan por la preservación de su territorio.
En el Cauca, la situación continúa siendo crítica, con una violencia que no da tregua y un panorama de inseguridad que afecta especialmente a las comunidades indígenas, quienes se encuentran en una constante lucha por sobrevivir y defender sus derechos en un contexto de conflicto armado no resuelto.
La muerte de Manuel Oca es una nueva tragedia en este escenario complejo, donde la paz sigue siendo una meta distante, y donde el derecho a la vida y a la seguridad continúa siendo un reclamo urgente.