Con una gran expectativa, los bogotanos fueron a acompañar, el enigmático piqueteadero Doña Segunda volvió a abrir sus puertas tras un cierre de tres días que fue decretado por la Dian argumentando incumplimientos en la facturación electrónica. Este episodio significó un fin de semana de total pausa para el famoso sitio de comida típica y una pérdida millonaria para los dueños, ya que son los días donde más público acude.
En medio de la gran presión mediática, los funcionarios de la Dian llegaron sobre las 8 de la mañana al restaurante para quitar el sello y que Doña Segunda pudiera volver a funcionar con normalidad. Si bien el local estaba funcionando desde tempranas horas, fue para las horas de almuerzo donde el público acudió masivamente a la reapertura del piqueteadero más famosa de Colombia.
En horas de la tarde, con la reapertura del piqueteadero de Doña Segunda, se vivió un ambiente festivo para los clientes que, después de un fin de semana de cierre, pudieron volver a uno de los lugares más enigmáticos de Bogotá.
Decenas de clientes pasaron su hora del almuerzo en el piqueteadero Doña Segunda, donde por el restaurante desfilaron las picadas, gallinas, consomés y demás platos típicos, que volvieron a ver la luz tras el cierre decretado por la Dian.
Según cuentan sus clientes más frecuentes y sus empleados, el pasado fin de semana se vivió un ambiente extraño, ya que decenas de personas fueron hasta el 12 de octubre con la esperanza de que el sitio abriera en algún momento, pero nunca pasó.
En negocios aledaños a Doña Segunda fue tan grave el impacto del cierre que la zona estaba desértica luego de que el principal restaurante estuviera cerrado. “Cuando la gente viene y ve una fila de dos horas, lo que hace es que a veces va y busca en otro sitio de la zona, y eso hace que los negocios cercanos también se beneficien”, manifestó uno de los empleados del lugar a SEMANA.
Incluso la gente de negocios informales se vio afectada, ya que vendedores ambulantes tampoco vieron ventas significativas, mucha gente se ve atraída por el sitio y ayuda a otros comerciantes. “Hay mucha más gente que en otros días. El fin de semana fue terrible porque nadie venía, miraban, veían que estaba cerrado y seguían andando, nos tocó mirar en otros sitios para poder rebuscárnosla”, manifestó un cuidador de carros de la zona.
De igual manera, los trabajadores informales de la zona cuentan que todos los días, empleados de Doña Segunda les regalan comida, para que estos puedan trabajar sin hambre, destacando que es de los pocos sitios que los ayuda de esta forma.
Ahora la situación en Doña Segunda es más calmada, parece que de a pocos es un lunes normal, aunque con algo más de afluencia por las personas que apoyan al negocio y quisieron mostrar su afecto. “Hoy vine con mi hermano desde Medellín, solo por venir acá a apoyar a estos negocios. Es terrible lo que les están haciendo a los negocios pequeños, hay que dejar a la gente trabajar y emprender”, aseguró un cliente a SEMANA.
Para mucha gente, venir acá es una costumbre familiar de mucho tiempo. “Mi esposo es transportador y venimos cada tres días, que es cuando él descansa, fue muy duro para nosotros porque llevamos años viniendo acá. El fin de semana vinimos, y la verdad, preferimos irnos a la casa porque ningún sitio es lo mismo en calidad y precios”, dice una cliente frecuente del restaurante.
Mientras tanto, la zona parece recuperar su color y su actividad normal. Eso sí, deja algunas huellas el cierre efectuado por la Dian, por ejemplo, en la entrada del negocio hay un letrero que habla sobre lo ocurrido. “En Doña Segunda somos respetuosos de las decisiones de las autoridades y estamos comprometidos en el cumplimiento de las normas y obligaciones”.
Doña Segunda no estuvo presente en el local durante la hora con más afluencia del restaurante, ya que toda la situación habría afectado su salud, por lo que ahora prefiere mantenerse al margen. Al igual que la mayoría de empleados, que después de la crisis, se les ha pedido no atender a medios de comunicación.