Si hay alguien a quien los republicanos deben agradecer por la llegada de Donald Trump a la presidencia en 2017, es a Melania Trump. Poco después de que el magnate asumiera la presidencia como el mandatario número 48 del país, en una de las contadas entrevistas que ha concedido la enigmática primera dama, ella misma confesó que lo presionó para que se postulara como candidato. “Sabía que ganaría y que lo haría muy bien”, dijo Melania.
Para entonces, completaban ya más de dos décadas juntos. Se habían conocido en 1998, en la Semana de la Moda de Nueva York, por los tiempos en los que la eslovena era una despampanante modelo. Trump tenía 52 años y ella solo 28. El mediático noviazgo terminó en matrimonio en 2005 y lo celebraron por todo lo alto, con una espectacular ceremonia en Palm Beach, Florida.
Trump, fiel a su estilo excéntrico, no escatimó en gastos, pese a que su situación financiera hacía agua como empresario inmobiliario. Se sabe, por ejemplo, que la novia caminó hacia el altar con un traje de Christian Dior valorado en 150.000 dólares. Para Trump era ya su tercer matrimonio, después de una primera relación con Ivana Marie Trump, ya fallecida, una modelo, diseñadora y empresaria checa-estadounidense, con quien el expresidente viviría su ascenso como millonario, pero de quien se separaría de forma dramática, en 1992, después de 15 años juntos y tres hijos: Donald Jr., Ivanka y Eric.
En su momento, cuando ya era casi un hecho el divorcio, Trump le confesaría a una periodista de The New York Times: “No puedo estar con una mujer que ya haya tenido hijos”, tal como lo reveló el polémico documental Trump An American Dream, de Netflix.
Ya para ese momento el país sabía que el corazón de Trump le pertenecía a la sensual actriz Marla Maples. Y poco después, con Trump ya divorciado y Marla en embarazo, su padre no vio con buenos ojos que Donald viviera en unión libre. Pero, la nueva unión duraría solo tres años. De la misma, quedaría Tiffany Trump, a quien la prensa estadounidense ha bautizado como la hija más distante del multimillonario.
Nada de eso importó para que Melania se enamorara del empresario, 24 años mayor que ella, con quien tiene un hijo, Barron. Y por el que varias veces se ha visto metida en el centro de la polémica. Como en la campaña presidencial de 2016, cuando criticaron su pasado como modelo de desnudos y como migrante, una población que Trump convirtió en uno de los focos de ataques de sus dos candidaturas. En ese entonces, Melania se vio obligada a explicar que cumplió todos los pasos para convertirse en residente en Estados Unidos y luego en ciudadana del país. “Seguí la ley”, aclaró.
Aunque con un perfil muy discreto en esta campaña y alejada de los medios tras los escándalos que involucraron al multimillonario con la actriz porno Stormy Daniels, Trump asegura que su esposa es su más feroz consejera, y no teme cuestionar las decisiones del expresidente.
El “primer caballero”
Una cita a ciegas tiene al abogado judío Douglas Emhoff a punto de convertirse en el “primer caballero” —como él mismo bromea— de Estados Unidos. La historia es así: la cita la organizó, una década atrás, en 2013, una amiga en común de Emhoff y Kamala Harris, la candidata demócrata y primer mujer afro en aspirar a la Casa Blanca, después de que el actual mandatario Joe Biden diera un paso al costado en medio de las presiones de su partido. Con todo listo, la amiga llamó a la abogada, para entonces fiscal general de California, y le dio un consejo: “Se llama Doug Emhoff, pero prométeme que no lo buscarás en Google. No lo pienses demasiado. Simplemente queda con él, ya le he dado tu número. Te va a buscar”.
Pero Kamala, hija de madre india y papá jamaiquino, no hizo caso. Y lo que vio en internet le gustó tanto, que llegó al encuentro confiada en que ese sería el comienzo de una larga relación. No se equivocó. Un año después, el 22 de agosto de 2014, la pareja se casó en una pequeña ceremonia oficiada por la hermana menor de la novia, Maya.
Lo hicieron con la amorosa complicidad de los dos hijos del abogado, Cole y Ella, bautizados así en honor a John Coltrane y Ella Fitzgerald. Desde entonces, ambos llaman cariñosamente “momala” a la candidata, un juego de palabras con su nombre y el vocablo yiddish ‘mamaleh’, que traduce mamá pequeña. Esto enternece a Kamala, quien nunca en la vida se propuso ser madre. Los hermanos son hijos de un anterior matrimonio de Emhoff, con Kerstin Emhoff, una productora con quien estuvo casado hasta 2008 y que, como dato curioso, se lleva de maravilla con la candidata. De hecho, desde 2019 ayuda a Kamala en su aspiración presidencial.
Al conocer a Kamala, Douglas no se guardó nada. Y le confesó que su anterior matrimonio se había quebrado en parte por culpa de una infidelidad suya con una niñera, Najen Naylor, a quien dejó embarazada, pero que después perdió al bebé. Un episodio de su vida que luego Emhoff narró en exclusiva para la cadena CNN, en horario estelar: “Durante mi primer matrimonio Kerstin y yo pasamos por momentos difíciles debido a mis acciones. Asumí la responsabilidad y en los años posteriores, hemos superado las cosas como familia y salido fortalecidos”.
Lejos del escándalo, la exesposa de Emhoff ha reconocido en público que “es un gran padre y seguimos siendo buenos amigos. Estoy orgullosa de la cálida familia que hemos construido junto a Kamala”, expresó la productora.
Una familia que se trasladó de California a Washington, años más tarde, después de que Harris fuera elegida senadora por ese Estado, a principios de 2020. Emhoff, que dice sentir una profunda admiración por su esposa, entendió las nuevas reglas de juego y comenzó a impartir clases en el Centro de Derecho de la Universidad de Georgetown.
Allegados a la pareja aseguran que uno de los aspectos que más admira Kamala de su esposo es que, como abogado, Emhoff siempre se ha preocupado por la igualdad en el sistema legal estadounidense. Es un fiel defensor del acceso a la asistencia jurídica y la eliminación de barreras sociales y financieras para acceder al sistema judicial. Además, está comprometido en generar conciencia sobre la salud mental, promoviendo programas que ayuden a desestigmatizar estos problemas.