El 8 de enero del año pasado, según los registros migratorios de Colombia, salió del país Luis Carlos Restrepo, y desde entonces no ha vuelto. El alto comisionado de paz del gobierno de Álvaro Uribe, que pasó de ser un psiquiatra que pregonaba el derecho a la ternura a liderar el proceso de desarme de 32.000 paramilitares, salió corriendo cuando se dio cuenta de que iba a terminar en la cárcel por unas acusaciones que considera injustas. Desde entonces poco se ha sabido de él. Un mes después de irse, el polémico José Obdulio Gaviria distribuyó a través de su cuenta de Twitter un comunicado, supuestamente firmado por Restrepo, en el que se venía lanza en ristre contra el presidente Santos. Y después, en agosto, Restrepo envió un comunicado en el que negó haber tenido que ver con el nombramiento del coronel Julio Santoyo (hermano del también coronel Mauricio Santoyo, hoy condenado) como enlace de su oficina con la Policía. Hasta ahora, nada más. SEMANA decidió seguir su rastro y varias fuentes, entre ellas agentes del Estado y allegados a Restrepo, confirmaron que se encuentra en el área de Washington, la capital de Estados Unidos. Incluso, hay un detalle curioso. Según una fuente, cuando Restrepo llegó a ese país devolvió el formulario I-94, como un gesto de que se quedaría más tiempo del permitido en ese país. La I-94 es el papel que todos los extranjeros llenan al entrar a Estados Unidos del cual, al pasar inmigración, le dan un desprendible que dice hasta cuándo puede estar en territorio de ese país y que debe entregar al salir del mismo. ¿Por qué allá? Su abogada, Mildred Hartmann, han insistido que Restrepo está protegido en otro país y por eso, explica, no puede ser alcanzado por la orden de captura internacional que pidió en su momento la Fiscalía. “En el caso de personas protegidas, la Interpol no sigue el trámite de esa solicitud de circular roja”, dijo en su momento Hartmann. Contrario a lo dicho por la defensora, fuentes de la Fiscalía dicen estar “casi totalmente seguros” de que Restrepo no tiene esa protección y que puede ser una manera de la abogada de bajarle presión al caso. Lo que sí es posible es que Restrepo ya haya solicitado asilo en ese país. La embajada de Estados Unidos se abstuvo de dar algún tipo de información al respecto porque las solicitudes de asilo son confidenciales. De cualquier manera, es probable que Restrepo se sienta protegido en Washington pues en su cargo como Comisionado de Paz trabajó con varios altos funcionarios de ese país que pueden tenderle la mano en cualquier eventualidad. Su esposa dejó de ir hace seis meses a su centro de estimulación para niños en Bogotá y se cree que se fue para acompañar a Restrepo. Entre tanto, en Colombia el proceso en su contra aún no termina. El caso está relacionado con la desmovilización, en 2006, del Frente Cacica Gaitana de las Farc, en Alvarado, Tolima. Está confirmado que por lo menos 20 de los 62 supuestos guerrilleros eran en realidad civiles reclutados a última hora por el jefe del grupo, Olivo Saldaña, para la entrega de armas. Por otra parte, la avioneta que el grupo entregó en realidad había sido decomisada meses atrás. Pero lo que no está probado es si el responsable fue Restrepo, como dice la Fiscalía, o los militares que organizaron el show, como él sugirió en su momento, o si ambos fueron víctimas de Saldaña. La Fiscalía, en febrero pasado, dijo que el alto comisionado ideó toda la operación. Por eso le imputó cuatro cargos: concierto para delinquir, peculado por apropiación, fraude procesal, y porte, tráfico y fabricación de armas. De ser encontrado culpable la pena podría llegar a 20 años de cárcel. Esto podría ser un exceso si se tiene en cuenta que acusaciones como la de tráfico de armas aplica a organizaciones criminales que piensan usarlas y no, como en este caso, a montajes para dar golpes de opinión, en donde las armas son parte de la utilería. En otras palabras, es como acusar de tráfico de armas a alguien que las consigue para hacer una película. Hace dos semanas estaba convocada la audiencia de acusación a Restrepo y a siete personas más, pero fue reprogramada para el 23 de enero. Hoy, un año después de su huida, quedan grandes interrogantes: ¿Por qué no opera la orden de captura? ¿En efecto está protegido en Estados Unidos? ¿O no hay un verdadero interés de traerlo a Colombia?