Por no realizar ningún aporte a la verdad ni dar detalles novedosos sobre lo ocurrido los días 6 y 7 de noviembre de 1985, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) ratificó la expulsión de los sargentos en retiro Bernardo Garzón Garzón y Gustavo Arévalo Moreno, procesados por el caso de los desaparecidos del Palacio de Justicia.
“El deber de aportar a la verdad sí resultaba inalterable ante dicha situación judicial”, advirtió la JEP al resolver un recurso de apelación. “En últimas, la estrategia de los comparecientes ante la JEP fue la dilación. Prefirieron reproducir en la JEP los alegatos y argumentos defensivos propios del foro penal, y el ofrecimiento de datos imprecisos, etéreos y carentes de soportes probatorios”.
En este sentido, se señaló que en sus sesiones públicas evitaron dar información novedosa, revictimizaron a los familiares de los desaparecidos y negaron cualquier responsabilidad o conocimiento en el manejo de las personas que salían con vida del Palacio para ser trasladadas a la Casa Museo del Florero.
“La absolución en primera instancia a favor de Arévalo Moreno o la supuesta situación administrativa de las vacaciones del señor Garzón Garzón no impedían que los interesados ofrezcan relatos detallados y pormenorizados de los sucesos vinculados a la retoma militar del Palacio de Justicia, bien sea porque hayan participado directamente en ellos, como en el caso de Arévalo Moreno, o porque tuvieron conocimiento, en ejercicio de actividades de inteligencia y contrainteligencia”, aclaró el fallo.
Las versiones del sargento Garzón
Sin lugar a dudas, uno de los personajes más enigmáticos durante la operación de recuperación del Palacio de Justicia, el 6 y 7 de noviembre de 1985, es el sargento Bernardo Alfonso Garzón Garzón. En estos 37 años ha cambiado varias veces su versión frente a su participación en el operativo y el conocimiento sobre el caso de los desaparecidos.
Aunque un grupo de testigos y un registro fílmico lo ubican, para la tarde del 7 de noviembre, en cercanías a la Casa del Florero, lugar al que eran trasladados los civiles que eran liberados de la edificación, Garzón ha asegurado que pese a la contingencia de los hechos se encontraba en su período de vacaciones y nunca fue convocado para regresar a Bogotá para ponerse al frente de la situación, como sí les pasó a otros militares.
El sargento, que fue capturado el 30 de enero de 2014, se presentó esta semana ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para presentar su sometimiento. Sin embargo, durante toda su intervención, negó haber estado en el lugar, alegando que se enteró de todo cuando volvió de vacaciones. “No conozco absolutamente nada, no puedo aceptar absolutamente nada respecto al Palacio de Justicia”.
Frente a esto, los representantes de víctimas le pusieron de presente la declaración que rindió en el año 1991, cuando le aseguró a la Procuraduría General que sí tuvo conocimiento de los hechos que rodearon la desaparición de la guerrillera del M-19 Irma Franco Pineda. En esa ocasión, dio detalles de este suceso y la participación de agentes del Comando de Inteligencia y Contrainteligencia Charry Solano del Ejército Nacional.
“El señor Garzón Garzón describió el vehículo en el que fue sacada del Palacio de Justicia Irma Franco Pineda, vehículo que coincide con el personal de vigilancia de la Casa del Florero. No se trata de una invención o imaginación de Garzón, sino que son hechos revelados y corroborados. Describió en el 91 y 94 los vehículos usados por el Coici para la ejecución del crimen”, detalló el abogado Jorge Molano.
Igualmente, relató que el sargento “describió que Irma Franco salió herida de una pierna, hecho que fue corroborado con otras piezas testimoniales de personas que estaban en la Casa del Florero; describió las torturas a las que fue sometida Irma Franco en Bogotá y la forma en que se hizo, hechos que fueron corroborados por víctimas como Yolanda Santodomingo y Eduardo Matson”.
Tres años después, en el año 1994, ante la fiscalía regional ratificó sus declaraciones y aseguró que iba a seguir aportando. Sin embargo, pocos meses después, cuando fue trasladado a una guarnición militar, cambió ampliamente su versión y aseguró que, para el momento de la toma, estaba en vacaciones en la ciudad de Cali y se enteró de todo tiempo después.
Tras la demostración de estas contradicciones y variedad en su discurso, el sargento reconoció que había mentido. “Todo lo que usted ha dicho tiene toda la razón del mundo, yo voy a enumerar un caso que no debía decirlo, pero yo le prometí a mi niño que ustedes vieron por la televisión en los Estados Unidos pidiendo una visa humanitaria, he sufrido en carne propia porque era mi vida”.
“Yo con el perdón de ustedes voy a corregir acá, en este escenario, de una vez por todas, el único conocimiento que yo tengo del Palacio de Justicia es lo que figura en la declaración que di. Sin absolutamente nada más, pero todo lo anterior, que estuve en vacaciones y que nunca me llamaron, es la realidad. Todo lo que conocí fue después de haberme presentado de vacaciones, nunca supe absolutamente nada más”, aclaró.
En su intervención final, le pidió a la JEP medidas de protección para salvaguardar su vida e integridad. “Esta es mi cabeza, le pido a ustedes la seguridad que pueda necesitar porque sé que corro peligro, pero es lo único que conozco del Palacio de Justicia y de ahí en adelante me pueden dar pena de muerte, mil años de cárcel, no estuve, porque no conocí, sé lo que está plasmado en esta declaración”.