Era el viernes 8 de julio y mientras Andrés Díaz, un abogado de 26 años, creía que se trataba de una noche de tragos para compartir con sus amigos más cercanos, la realidad, desafortunadamente, terminó siendo otra por culpa de la delincuencia que tiene azotada a la capital del país.

Andrés se encontraba en el norte de Bogotá, departiendo con varios amigos, pero después de varias horas, tan solo quedó con uno de ellos y ambos decidieron ir a un bar ubicado en la calle 100 con carrera 17, el cual se convertiría en el único recuerdo claro hasta el momento.

“Me estaba tomando unos tragos en ese bar y hasta ahí recuerdo. El sábado amanecí tirado en el piso, golpeado, en un lugar desconocido para mí. Estaba completamente desorientado. Me di cuenta de que me habían robado la cédula y mi tarjeta débito”, narró Díaz a SEMANA.

Ese fue el despertar de una pesadilla de la que Díaz no recuerda absolutamente nada, pero la cual le dejó una frustración mucho más dolorosa que los golpes que recibió: su cuenta bancaria estaba completamente vacía y sus ahorros de varios años de trabajo, unos 200 millones de pesos, habían desaparecido.

La cuenta de Andrés fue vaciada por los delincuentes en varias compras que hicieron en un reconocido centro comercial del norte de la ciudad en almacenes de joyas, accesorios y electrodomésticos y todo esto ocurrió sin que los asesores se dieran cuenta de que la tarjeta no estaba en las manos de su verdadero dueño.

“Hicieron todas las compras en un lapso de tres horas y me parece extraño que el banco no haya bloqueado la tarjeta por transacciones inusuales, porque eran compras de muy alta cuantía y en poco tiempo. Por ejemplo, en una joyería gastaron 72 millones de pesos; en otra joyería, con menos de 20 minutos de diferencia, fueron 80 millones de pesos; también compraron celulares, electrodomésticos, perfumes y nadie se percató de lo que estaba sucediendo”, cuenta.

Incluso asegura que en ningún momento llegó a su teléfono celular algún mensaje o una llamada de Bancolombia, que es su entidad bancaria, para preguntar si en realidad era él la persona que estaba realizando todas estas compras.

“Yo estuve en el centro comercial solicitando copias de las facturas y después de revisar los videos de las cámaras de seguridad, me aceptaron que efectivamente la persona que se acercó a realizar esas millonarias compras no era yo”, dice Díaz, quien debió interponer la respectiva demanda ante la Fiscalía General de la Nación a la espera que alguno de estos establecimientos o su entidad bancaria responda por la falta de control en las transacciones que se hicieron.

En las imágenes captadas en una de las joyerías, se observa que quien se acercó a comprar con la cédula y tarjeta débito de Díaz fue un hombre alto, de entre 30 y 35 años de edad, corpulento y que vestía camisa blanca y pantalón oscuro. SEMANA tuvo acceso a esa imagen, pero por petición de la víctima, para no alterar la investigación, se abstiene de publicarla.

Ahora bien, producto de todo lo que sucedió, Díaz también se acercó a Medicina Legal para realizarse la valoración respectiva y el diagnóstico fue claro: había sido drogado.

“Tenía contusiones en los hombros, en las costillas, en las piernas y en el tobillo. Asimismo, me dicen que fui envenenado por benzodiazepina, este es un fármaco que se utiliza normalmente en pacientes psiquiátricos y es de venta libre en las droguerías”, detalla Díaz.

Este fármaco que usaron en Andrés hizo que perdiera el conocimiento y por los golpes le dieron incapacidad de seis días. “A mí no se me viene a la mente ninguna imagen de ellos, si me pidiera hacer un retrato hablado no podría, porque no recuerdo nada”, comenta.

Lo más preocupante del caso, según denuncia Díaz, es que el bar en el que estaba, al parecer, tiene antecedentes de casos similares. “El bar se llama Abajo y personas cercanas a mí han tenido conocidos que les han pasado situaciones parecidas; entonces el bar podría estar implicado en algo de complicidad con esta posible banda criminal”.

Como si fuera poco, a pesar de que le sacaron todos los ahorros de su cuenta, ahora Díaz, irónicamente, le debe plata a su entidad bancaria. “El saldo en Bancolombia, al día de hoy, lo tengo en negativo, pues ahora me están cobrando el impuesto de 4x1.000. Es el colmo, tras de que me sacan toda mi plata, ahora les debo”.

Finalmente, Díaz cuenta que a su amigo no le pasó nada y le explica que “él de un momento a otro se desapareció”, y el amigo creyó que se había ido para la casa, pero lejos estaba de imaginarse lo que le estaba ocurriendo.