En agosto, el presidente Iván Duque sorprendió cuando anunció su gabinete. El equipo que lo acompañaba en su gobierno no representaba a las fuerzas políticas que lo habían elegido, como tradicionalmente suele ser la primera conformación de un cuerpo de ministros. Por el contrario, se trataba de un grupo de técnicos, muchos sin mayor experiencia en el ring electoral. Esa primera jugada abrió un debate y entre los más escépticos comenzó a rondar la pregunta de cómo asegurar la gobernabilidad sin tener los partidos en la Casa de Nariño y qué podrían recibir esos pesos pesados que se habían sumado a su campaña en la que al final se impuso sobre Gustavo Petro.  La respuesta a este último interrogante se ha ido solucionando parcialmente con el pasar de los días. Esta semana se conoció que la exesposa de César Gaviria, Ana Milena Muñoz, sería designada como embajadora en Egipto. Su nombre generó revuelo en la alta política. En la recta final de la carrera por la presidencia el expresidente sorprendió a su partido cuando anunció su adhesión al uribismo. El trapo rojo había sido históricamente la oposición al gobierno de la seguridad democrática y por eso sus principales cabezas, sin un argumento burocrático, no le veían sentido a esa movida.  El nombramiento de la ex primera dama fue entendido por un importante sector como una de las cuotas que el expresidente tendría en el gobierno. Sin embargo, la respuesta del líder del liberalismo fue sorpresiva. Tanto César Gaviria como su hijo Simón se mostraron sorprendidos y aseguraron que no fueron previamente consultados y que la decisión la tomaron directamente el presidente Duque y el canciller Carlos Holmes Trujillo.  Como el Partido Liberal se declaró en independencia –cumpliendo con el estatuto de oposición-, la entrada de un miembro de la casa Gaviria causó suspicacia. En el papel, esa posición de independencia impide que el gobierno pueda hacer ningún nombramiento en esa colectividad. Sin embargo, Muñoz tiene una importante trayectoria personal, no es miembro de esa corriente política y está separada de Gaviria desde hace un tiempo por lo cual no se entiende como tal. Los que llegan y los que se van Los cargos diplomáticos han sido los que Duque ha tomado con más calma. En el Palacio de San Carlos se vive un ‘revolcón’, sin embargo este no es tan visible pues los nombramientos requieren un protocolo que puede demorar incluso meses. Así ha sido la entrada de los duquistas y la salida de los santistas: -Embajada de Egipto: El gobierno colombiano cambiará dos veces en un año de jefe de misión. En febrero fue nombrado Alfonso Soria Mendoza, un abogado de la Universidad del Externado con gran experiencia en relaciones internacionales, que de hecho fue director de Europa del Ministerio de Relaciones Exteriores. Ahora la embajada quedará a cargo Ana Milena Muñoz de Gaviria, economista y arquitecta de profesión, y quien como primera dama (1990-1994) resaltó en la escena internacional, según la revista francesa Point de Vue estuvo entre las cinco primeras damas más influyentes del mundo junto a Hillary Clinton. - Embajada de Italia: Duque nombró a Gloriza Ramírez, una de las personas más cercanas a él y al expresidente Álvaro Uribe. Como estratega política asesoró las campañas de Andrés Pastrana y también de Álvaro Uribe, así como de otras en América Latina. Su nombramiento es uno de los que se ven con más lógica en la política pues ella fue una de las personas más importantes en sus años como senador y luego en la campaña. El día de la posesión de Ramírez, Duque no escatimó halagos. Aseguró que un buen embajador debe tener olfato político y que Ramírez lo tiene de sobra, “está más que probado”, dijo. Además, a la posesión asistió Pastrana, quien se mostró muy complacido por el nombramiento. Reemplaza a Juan Mesa, quien fue también uno de los hombres más cercanos del gobierno de Juan Manuel Santos y se había desempeñado como secretario general de presidencia.  

Gloriza Ramírez presentó sus credenciales ante el gobierno de Italia. Le recomendamos: El círculo de poder de Duque En la Embajada de Francia también se da un enroque de fuerzas políticas. Saldrá Federico Rengifo Vélez y entrará Viviane Morales. Renjifo acompañó al entonces presidente Santos en su gobierno, primero como secretario general de la Presidencia, y después en las carteras del Interior y Minas y Energía. Además, es un buen amigo de Santos. Morales, por su parte, no era cercana a Duque. Sin embargo, se sumó en un momento clave de la campaña (después de renunciar a su propia aspiración) y aportó una fuerza entre las comunidades cristianas nada despreciable.  A la Embajada de Estados Unidos llegó Francisco Santos. En manos del exvicepresidente está el puesto diplomático más importante para el país. Representa y defiende el uribismo. Desde su posesión, Santos ha sido polémico por sus declaraciones poco diplomáticas sobre la mano dura contra el narcotráfico y por decir que Colombia “no descartaba ninguna opción” acerca de Venezuela. También se ha especulado que fue quien le dijo a la periodista del diario Folha de Brasil que el gobierno estaría dispuesto a respaldar a Jair Bolsonaro en un intento de derrocar a Maduro. Sin embargo, públicamente negó haber sido la alta fuente diplomática que lo dijo y calificó la acusación de ‘fake news’. De la embajada se fue Camilo Reyes, uno de los diplomáticos más respetados nombrado por Santos y un veterano de 35 años en la Cancillería. Antes de Reyes en esa embajada habían estado el exministro Juan Carlos Pinzón y el abogado Carlos Urrutia. 

Francisco Santos presentó sus credenciales ante Donald Trump acompañado de su esposa María Victoria García. Pero el nombramiento más polémico ha sido sin duda el de Alejandro Ordóñez como embajador en la OEA. El exprocurador se posesionó en medio de críticas que ponían en duda sus calidades éticas porque aseguraban que perseguía a las minorías y había incurrido en actos de corrupción. Sin embargo, nada detuvo su designación. La entrada de Ordóñez en el gobierno era predecible pues apoyó la candidatura de Duque. Fue uno de los tres candidatos de la consulta interna del uribismo. Junto con Marta Lucía Ramírez compitió con Duque por ser el candidato de las fuerzas que agrupó el No en el plebiscito. De la OEA se despidió Andrés González Díaz, político cundinamarqués, quien había ocupado el cargo desde 2012.

En Naciones Unidas el cargo de embajador quedó para Guillermo Fernández de Soto, un hombre del alma del pastranismo, conservador y quien fue también embajador de Países Bajos durante el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2006). Además, dos de sus asesores más cercanos fueron nombrados en el gobierno Duque también. Con la llegada de Fernández de Soto se fue María Emma Mejía, quien estuvo prácticamente en los dos gobiernos de Santos como embajadora ante la ONU. En la Embajada de Suecia fue asignado el exgobernador conservador del Valle Ubeimar Delgado. Sin embargo, su nombramiento levantó una polvareda después de que la W reveló que Delgado no dominaba el inglés, tal como lo requiere su cargo. "He recorrido el mundo y me defiendo; sin embargo, no soy un experto bilingüe. Me acompañará tiempo completo un intérprete como lo hacen incluso los presidentes del mundo", explicó el exgobernador. De la embajada sale Sonia Durán, quien antes de ejercer el cargo diplomático trabajó en el PNUD, y quien en su hoja de vida certificó que habla, entiende y lee inglés y francés. En la Embajada de Perú fue designada María Claudia Mosquera, quien ya había ocupado este mismo cargo durante el mandato de Álvaro Uribe, y según la Silla Vacía, es su amiga íntima. Es abogada y en 1995 fue secuestrada por el ELN y liberada tras un operativo de la Policía. Con la entrada de Mosquera se despide de la embajada Mónica Lanzetta Mutis, quien cuenta con más de 20 años de experiencia en el ámbito internacional y quien incluso fue viceministra de Relaciones Exteriores en Colombia.

El entonces presidente Álvaro Uribe posesiona como embajadora de Perú a María Claudia Mosquera. A la Embajada de Costa Rica llegará Angelino Garzón, quien aunque de bases progresistas decidió apoyar la candidatura de Iván Duque a la presidencia porque considera que es una alternativa “joven” y “democrática”. De la embajada se va el abogado Ricardo Lozano Forero, quien originalmente era el embajador de Colombia en Venezuela, pero que tras la crisis con el vecino país fue retirado y reubicado en Costa Rica.

Álvaro Uribe y Angelino Garzón en la Segunda Convencion Nacional del Centro Democratico, mayo de 2017. Foto: SEMANA. En España el presidente Iván Duque decidió designar a Carolina Barco, hija del expresidente Virgilio Barco, y quien tiene una amplia experiencia diplomática, de hecho en el gobierno del expresidente Álvaro Uribe fue la embajadora de Colombia en Estados Unidos. Y sale de la embajada Alberto Furmanski, un empresario buen amigo de Santos, que fue nombrado en 2015.