La economía de Bogotá, que representa el 25 por ciento del producto interno bruto (PIB) de Colombia, está mostrando señales de alerta en lo que va corrido de este 2024. Los principales indicadores económicos reflejan una preocupante ralentización con números en rojo que la ciudad no veía desde cuando el país y el mundo sufrieron los estragos de la pandemia del covid-19.
Desde el tercer trimestre de 2023, la economía de la capital del país ya viene entregando signos de desaceleración cuando el PIB decreció 0,4 por ciento. La ciudad no veía una cifra en rojo desde el cuarto trimestre de 2020, cuando el PIB decreció 3,9 por ciento. Para todo 2020, la economía de la ciudad presentó un decrecimiento de 6,6 por ciento.
Y si bien para 2023, de acuerdo con los más recientes datos preliminares del Dane, el PIB de Bogotá creció 0,6 por ciento, en línea con el crecimiento de la economía del país, el panorama pinta sombrío para este 2024.
El año anterior, ese leve crecimiento de la economía en Bogotá se explicó por la contribución que tuvieron las actividades financieras y de seguros, la administración pública y defensa, la educación y salud, además de las actividades artísticas, de entretenimiento y recreación. Sin embargo, la actividad de comercio al por mayor y al por menor, el transporte, alojamiento y servicios de comida y la industria manufacturera, entre otros sectores, ya venían decreciendo.
En los primeros meses de 2024, ese decrecimiento en los principales sectores de la economía se ha prolongado aún más. A pesar de que en febrero la producción real manufacturera de Bogotá tuvo una leve recuperación con un crecimiento anual de 1,5 por ciento, para marzo se desplomó. Para el tercer mes, la variación anual de la producción real en la capital cayó a -12,1 por ciento, siendo este el menor valor registrado desde agosto de 2020, según analizó el propio Observatorio de Desarrollo Económico de Bogotá. En otras palabras, la producción real manufacturera en la ciudad está en niveles de pandemia, cuando casi todos los sectores de la economía estaban paralizados o a media marcha por el confinamiento.
Casi todos los subsectores o clases de la industria manufacturera están en rojo, con decrecimientos de hasta el 30 por ciento, como lo son la producción de curtido de cuero y calzado, sustancias y productos químicos, farmacéuticos, de caucho y plástico, producción de alimentos y bebidas, textiles y confecciones, papel e imprenta, entre otros.
Las ventas reales en el sector industrial también están de capa caída. En marzo cayeron -9,6 por ciento, convirtiéndose en la mayor caída registrada desde enero de 2021, cuando hasta ahora Bogotá estaba flexibilizando las restricciones a la movilidad por el coronavirus.
Estas preocupantes cifras de la producción real manufacturera y las ventas del sector industrial en Bogotá, como es apenas obvio, también están pasando factura en el empleo. En marzo, según datos del Dane, el personal ocupado en el sector registró una variación negativa anual de 1,6 por ciento.
Además de la industria manufacturera, el sector de la construcción, que es uno de los principales jalonadores de la economía en Bogotá, tanto por la contribución que hace al producto interno bruto como por la cantidad de empleo que genera en la ciudad, también está entregando señales de alarma.
El total de área licenciada en Bogotá entre enero-marzo de 2024 fue 647,8 mil m2, lo que representó el 17,6 por ciento del total del país y una caída de 58,1 por ciento respecto al mismo periodo de 2023. Esta cifra se constituyó en el valor más bajo del primer trimestre del año, desde que se cuenta con registros hace 20 años (2005).
De acuerdo con Camacol, las iniciaciones de vivienda nueva en Bogotá y la región caen 28,4 por ciento, los lanzamientos de proyectos nuevos se han desplomado 40,9 por ciento y las ventas retroceden 23,6 por ciento.
El sector hotelero no es ajeno a la ralentización económica que hay en Bogotá. De acuerdo con la Encuesta Mensual de Alojamiento, en marzo los ingresos reales del sector cayeron 20,1 por ciento anual y la ciudad fue la que más contribuyó a la variación negativa de todo el país.
Las cifras en el sector comercio no son diferentes. En marzo de 2024, de acuerdo con la Encuesta Mensual de Comercio del Dane, las ventas reales del comercio minorista en la ciudad tuvieron una variación de -8,4 por ciento anual.
Las ventas de vehículos, de partes, piezas y accesorios para automotores y motocicletas, como también las ventas de equipos de informática y comunicaciones, prendas de vestir, y artículos culturales y de entretenimiento están en declive, mientras que las únicas ventas al por menor que crecen levemente son las de alimentos y bebidas.
La caída en las ventas sería producto de la alta inflación por la que vienen atravesando la ciudad y el país, pues aunque el IPC ha venido cediendo terreno, los precios de una gran cantidad de productos siguen siendo excesivamente altos, lo que afecta el nivel adquisitivo de los hogares.
Esa poca disposición a comprar de parte de los consumidores se ve incluso reflejada en la información reportada por la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible (Andemos), la cual indica que en marzo de 2024 se matricularon un total de 2.772 vehículos nuevos en Bogotá, lo que representó una caída de 13,8 por ciento, respecto al mismo periodo de 2023.
Por su parte, el Índice de Confianza al Consumidor (ICC) de Fedesarrollo se ubicó en marzo en terreno negativo, en Bogotá, en 13,4 por ciento, aumentando 5,3 puntos porcentuales frente a febrero de este año. La disposición a comprar vivienda en la ciudad es de -50,7 por ciento y la de bienes muebles y electrodomésticos es de -22,0 por ciento.
El tejido empresarial de Bogotá también se ha visto golpeado, no solo por las condiciones económicas, sino también por la inseguridad. En el primer trimestre del año se crearon 19.934 empresas, mientras que en el mismo trimestre de 2023 se crearon 21.386 empresas, lo que representó una disminución de 6,8 por ciento.
Es así como queda en evidencia que la economía de Bogotá no pasa por su mejor momento y urge un plan de reactivación económica.
“Todos los indicadores macroeconómicos de producto interno bruto y empleo demuestran que Bogotá puede tener resultados menos alentadores. Es importante establecer cómo el Distrito se va a articular con el sector privado, la academia y el sector civil para liderar una agenda de reactivación económica en la ciudad”, aseguró el concejal Juan Daniel Oviedo.