La crisis fronteriza que viven Colombia y Venezuela parece no tener una solución cerca. El gobierno de Nicolás Maduro no ha dado muestras de querer ceder y sigue firme en su decisión de expulsar de su país a los connacionales indocumentados y acabar con lo que él llama el ‘paramilitarismo colombiano’. Colombia, por su parte, sigue la opción diplomática. La canciller María Ángela Holguín y el presidente Juan Manuel Santos creen que lo mejor es el diálogo y que tal vez en la reunión que tendrá este miércoles la jefe de cartera con su homóloga venezolana, Delcy Rodríguez, se llegue a una solución pronta. Mientras tanto, la crisis humanitaria no para. Los connacionales que están siendo deportados intentan salvar, con ayuda de las autoridades colombianas, algunos corotos que lograron conseguir con años de trabajo en el país vecino. La situación no es alentadora. Las imágenes son cada vez más dramáticas. Y aunque no hay duda de que los deportados son los más afectados, hay otra crisis que crece de manera paralela. Para nadie es un secreto que Cúcuta es sinónimo de comercio. Gracias a su privilegiada situación fronteriza, los negocios con el país vecino son parte clave del desarrollo de la capital norsantanderena. Sin embargo, no todo ha sido dentro de la legalidad. Venezuela es uno de los países con mayores reservas petroleras del mundo y subsidia altamente la gasolina que consumen sus ciudadanos. Por eso, una de las actividades que dejan mayores réditos es la venta de combustible de contrabando. Al recorrer las calles de Cúcuta no es difícil encontrarse vendedores de pimpinas de gasolina –que traen cinco galones cada una-, a quienes popularmente se les conoce como ‘pimpineros’. Normalmente ellos venden uno de estos bidones en 15.000 pesos. Pero ahora, el precio puede superar los 60.000 pesos. A pesar del cierre fronterizo y de que Maduro afirmara que gracias a esta medida se combatió el contrabando, según fuentes de Semana.com “se sigue pasando gasolina por trochas. Como a los ‘pimpineros’ se la cobran más cara, ellos también la venden muy costosa. Por eso la gente ya no les está comprando y las estaciones están tan llenas”. Así es. La gran paradoja es que mientras antes de las crisis las estaciones de servicio legales estuvieron a punto de quebrar, hoy no dan abasto, pues sus precios son más bajos que los de las ‘pimpinas’. Las filas para poder tanquear los vehículos parecieran no tener fin. La espera puede tardar hasta cuatro horas. Un periodista de Semana.com hizo fila desde las 10:00 p. m. de este lunes y logró tanquear a la 1:00 a. m. de este martes. El combustible escasea. “Desde el domingo ya no hay casi gasolina. Aunque se está despachando, las colas son inmensas. Hay mucha demanda y la oferta es muy poca”, explicó Gladys Navarro, directora de Fenalco en Norte de Santander, a este portal. Normalmente el Gobierno despacha cuatro millones de galones subsidiados a Cúcuta. Sin embargo, esa cantidad nunca ha sido suficiente. Y ahora, menos. El gremio de los comerciantes le pidió al Gobierno que considerara ampliar el cupo para poder atender la situación, pues ¿qué pasará apenas las estaciones no tengan más combustible para vender? Será el momento en que los contrabandistas vuelvan a su auge. ¿El principio de una quiebra? La situación de la gasolina es soóo el primero de un rosario de problemas. Anato, la asociación de las agencias de viajes, también siente la crisis y pidió al gobierno nacional exponer, en la reunión que tendrán las cancilleres, la crisis a la que se verán abocados. Hasta antes del cierre de la frontera, estas agencias habían vendido más de 6.000 pasajes para la Isla Margarita con fechas de viaje hasta octubre de este año. El destino era todo un éxito turístico, puesto que la tasa de cambio es altamente favorable para los colombianos y significaba un gran ahorro. Ahora, si la frontera no se habilita rápido, las agencias tendrán que empezar, tal vez, a devolver el dinero a sus usuarios. Si no hay ventas, tampoco habrá trabajo. Y este negocio, tan solo en Cúcuta, genera más de 500 empleos directos. ¿Qué pasará con ellos si la frontera no se abre? ¿Cómo recomponer este sector? “Nosotros nos reunimos con Cámara de Comercio y le pasamos al Gobierno la propuesta de incluir la situación que vive Anato en la reunión de las cancilleres este miércoles”, reiteró Navarro. El gremio de los comerciantes también pide atención. Las personas que viven del accionar fronterizo no son pocas. Según Fenalco, exportadores de carbón, arcilla, entre otros, han dejado de facturar 2,5 millones de dólares diarios por cuenta del cierre. “Se requiere garantizar el empleo temporal de muchas familias que no pueden generar sus ingresos de muchas actividades que hoy están paralizadas”, manifestó la entidad. Cada día la situación se convierte en una maraña aún más compleja. Son muchas personas las que se quedarán sin trabajo por un tiempo, y además son más de 1.100 deportados que están llegando a Cúcuta en busca de un sustento. Tal como se presentan las cosas, esta es una ‘tormenta perfecta’ que amenaza la economía no sólo de la ciudad, sino de toda esta región fronteriza. De la rapidez con que el gobierno nacional logre remediar la situación dependerá que se salven miles de empleos y decenas de empresas que dependen del comercio binacional. Un asunto que no entiende de crisis políticas.