La decisión de Ecopetrol de quitarle a la Universidad Industrial de Santander (UIS) el pequeño campo petrolero Colorada, ubicado en el corregimiento Yarima (San Vicente del Cuchirí), que estaba siendo usado para formar estudiantes, ha generado un malestar no sólo en la comunidad universitaria, sino de la dirigencia de este departamento. En la mañana del domingo, empleados de la petrolera llegaron hasta el Campo Escuela y retomaron el pozo. Según la petrolera, desde hace seis meses a la UIS le había hecho una serie de exigencias técnicas, ambientales y de explotación, pero en vista de que no las cumplió, tomó la decisión de cancelar de forma unilateral el acuerdo. Sin embargo, la historia es mucho más compleja y podría dejar a la UIS expuesta a una demanda que podría superar 150 millones de dólares. En el 2006 Ecopetrol le entregó a la UIS el campo Colorada, que sólo producía 14 barriles al día, para ayudar en la formación de sus estudiantes y profesores hasta el 2016. Este había sido descubierto y explotado entre 1923 y 1932 por la Tropical Oil Company y después pasó a ser de Ecopetrol, que tras explotarlo intensamente, prácticamente lo tenía abandonado. Cuando la UIS lo recibió, se dio cuenta de que requería inversiones cuantiosas para convertirlo en un campo-escuela moderno y elevar la producción. En el 2009 abrió una convocatoria para buscar un aliado tecnológico y financiero. Con el visto bueno de Ecopetrol escogió finalmente a Weil Group, filial de una empresa estadounidense que tenía la experiencia y los recursos para mejorar el campo, así como las relaciones y acuerdos con universidades de ese país para ayudar en la formación de los estudiantes de la UIS. Como era una inversión altamente riesgosa y no se pensó que el campo fuera a subir mucho su producción, se acordó darle al aliado el 60 por ciento de la producción, para pagar la operación y la inversión, mientras Ecopetrol y la Nación recibirían el 35 por ciento. A la Universidad se le asignó el 5 por ciento. La UIS, con su aliado, hizo inversiones por más de 20 millones de dólares y los dos llevaron el campo Colorada a producir 450 barriles al día (el máximo fueron 585) con posibilidades de llegar a 3.500 barriles diarios. La UIS desarrolló un importante trabajo educativo y social en toda esa comunidad, tanto que “hoy tenemos más de 40 proyectos de investigación y formación académica, además de un importante trabajo social con la comunidad”. Sin embargo, en el 2012, según la Universidad, empleados de Ecopetrol empezaron a ponerle todo tipo de trabas al convenio porque, al parecer, no estaban a gusto con que un tercero se quedara con la mayor parte de la producción. La UIS, que es quien recibe los pagos de Ecopetrol y después le paga a su aliado, ha obtenido recursos superiores a 5.000 millones de pesos. En julio, la empresa le envió una carta al rector anunciándole que frente a la “desnaturalización del objeto del convenio, el incumplimiento de las obligaciones contractuales a cargo de la UIS como colaborador y operador, y a la inviabilidad económica que está representando dicha cooperación para Ecopetrol, hemos resuelto dar por terminado anticipada y unilateralmente dicho convenio”. A partir de ese momento, la universidad y el mismo gobernador de Santander, Richard Aguilar, trabajaron para reversar esta decisión unilateral. “Dentro de las negociaciones Weil le propuso a la UIS que Ecopetrol, que no ha invertido un solo peso en el campo, aumente su participación al 20 por ciento. Y en 50 por ciento si el convenio se extiende al 2026, entre otras propuestas técnicas para mejorar el campo, pero en respuesta siempre hemos recibido un silencio o simplemente que las propuestas no satisfacen a Ecopetrol. Todos estamos de acuerdo en que se puede llegar a un nuevo acuerdo, en especial que beneficie a la UIS y a la empresa pública, pero Ecopetrol no quiso”, dice el rector de la UIS, Álvaro Ramírez Fuentes de la petrolera dijeron a SEMANA que a la Universidad se le dieron más de seis meses para cumplir todos los requisitos del convenio, pero no lo hicieron, y advirtieron que su obligación es evitar un detrimento patrimonial de los bienes del Estado, además de las molestias porque un tercero se esté beneficiando de este campo también son evidentes. Sin embargo, según el rector, la universidad y la comunidad se sienten maltratados por la forma como funcionarios de Ecopetrol nos anunciaron, primero por teléfono el viernes, que teníamos que entregar el campo, y después el domingo, cuando llegaron a sacar a todo el mundo sin un procedimiento formal, un debido proceso y sin necesidad de maltratar a las partes, en especial a los empleados y a los campesinos de la región. Con todo esto, no sólo están poniendo en peligro todo el trabajo que estábamos haciendo, sino las finanzas de la Universidad, pues nos están exponiendo, con decisiones que creemos arbitrarias, a demandas que superan el valor de nuestros activos”. Lo cierto es que el lunes en la tarde el rector de la UIS y el gobernador de Santander se reunirán con el presidente de Ecopetrol, Javier Gutiérrez, para pedirle a la empresa que reverse la decisión y acepte algunas de las muchas alternativas que les han entregado y que parece se quedan en los escritorios de algunos empleados. “Paro Ecopetrol, con la que hemos tenido una larga, fructífera y extraordinaria relación, la producción de petróleo y los recursos del campo-escuela son marginales, pero para nosotros son muy importantes dentro de la labor que hacemos como universidad pública y con la comunidad”, dijo el rector de la UIS.