El último informe del Banco Mundial sobre el Sector Educativo de América Latina y el Caribe pasó casi desapercibido pese a la gravedad de los datos que presenta. Según el documento “si bien la matrícula aumentó durante las últimas décadas y los resultados de aprendizaje seguían una tendencia positiva, aunque lenta, se estima que 51 por ciento de los niños no podían leer y entender un texto simple a los 10 años”.

De hecho, el mismo informe puntualiza que los resultados de las pruebas PISA no son nada alentadores, pues los alumnos de 15 años de edad de América Latina y el Caribe, estaban tres años por detrás que sus pares de los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

Otro dato importante que maneja el Estudio publicado por el Banco Mundial es que el desempeño promedio de los alumnos que asisten a escuelas privadas o en zonas urbanas en América Latina y el Caribe fue de 2,5 y 1,9 años de educación mayor que entre los alumnos que asisten a escuelas públicas o rurales.

La segregación y la división entre escuelas públicas rurales y urbanas se ha profundizado por la pandemia, según los datos del Estudio, la cobertura del servicio de internet es significativamente menor entre los estudiantes de bajos ingresos, pues “solo el 45 por ciento de los estudiantes en el quintil inferior tienen acceso a internet en sus hogares. Más aun, en algunos países como Perú, México, Panamá y Colombia, apenas 14, 19, 24 y 25 por ciento de los estudiantes del quintil inferior tienen acceso a internet en sus hogares”.

De hecho, según el informe, el daño es grave, pues, “En Colombia, los alumnos de quinto grado podrían perder 37 por ciento del aprendizaje con un cierre de escuelas por tres meses. Considerando un escenario que combina tres meses de educación a distancia con cinco meses de educación híbrida, las pérdidas de aprendizaje de los estudiantes colombianos serían equivalentes a 75 por ciento de lo que aprenden en un año escolar regular”. Es decir, es poco lo que los estudiantes colombianos logran aprender con el confinamiento al que obligó la pandemia.

Sin contar con que el mismo estudio advierte que para Colombia “el cierre de los colegios podría haber ocasionado que entre 53.000 y 76.000 alumnos hayan abandonado la escuela a diciembre de 2020, asociado con el cierre de escuela”.

El problema no es solo del sistema

Así las cosas, la pandemia lo que terminó haciendo fue obligando al país a adoptar mecanismos que permitieran el estudio remoto, un proceso que ya se venía dando, en algunas zonas del país, y que trae muchos beneficios, pero también problemas.

El profesor de la Facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la Universidad del Rosario, Enrique Serrano advierte que la incursión de las tecnologías también generó un cambio en el lenguaje y en el uso pragmático de la lengua, en nuestro contexto particular del castellano.

“Hay todo un uso de palabras comodín marcadas por la velocidad y la asimilación de la historia, todo esto confluyó en la pandemia y nos dejó un nuevo espectro de lo que implica comunicarnos en el tiempo actual”, indicó el profesor.

Según Serrano existe una apropiación y transformación de los códigos que permiten el lenguaje, proceso que ha sido acelerado por la tecnología, por lo que “es un proceso de reducción del lenguaje y esto puede ser interpretado como un proceso involutivo. En otros tiempos el ámbito de la lengua culta tenía un léxico de 5 mil palabras, exigibles a los bachilleres, hoy ese ámbito puede ser indeseable. Estamos asistiendo a una reducción lexical a mil palabras o menos que hacen que la posibilidad expresiva sea muy limitada junto a la comprensión lectora, sobre todo en el lenguaje académico”.

Así mismo el profesor indica que hoy es evidente una reducción relativa de las capacidades de expresión “y esto deviene en que no se les permite a los individuos una comunicación plena y los distancia y los aísla. Es decir, se producen pequeños guetos del lenguaje en los que unos determinados individuos se entienden con los del mismo grupo, pero no con sus diferentes y los otros los consideran primitivos y los rechazan. Todo esto con consecuencias antropológicas y sociológicos como el empobrecimiento relativo de las culturas y las posibilidades de comunicación”.

Todo este panorama refleja que la educación en Colombia no pasa por su mejor momento y que con la llegada de nuevas formas de comunicación se ha acelerado lo que la misma tecnología prometió erradicar, la segregación y lo que algunos expertos llaman el analfabetismo funcional.