Expulsión va, expulsión viene. Luego de que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, le gritara “Yankees go home” a tres diplomáticos estadounidenses, el lunes, argumentando que éstos incitaron y patrocinaron acciones de supuesto sabotaje en el país, Estados Unidos declaró “persona non grata” a tres funcionarios del gobierno venezolano en Washington.Ambos países dieron 48 horas a los señalados para marcharse. Mientras este miércoles viajan en un avión de regreso a casa los estadounidenses Kelly Keiderling, David Moo y Elizabeth Hussman, en Caracas se espera la llegada de Calixto Ortega, el encargado de negocios, la segunda secretaria embajada en Washington, Mónica Alejandra Sánchez Morales, y la cónsul en Houston, Marisol Gutiérrez de Almeida.Esta acción de “reciprocidad”, como lo declaró este lunes el vocero del departamento de Estado, enmarcada dentro de los convenios internacionales que rigen las relaciones diplomáticas de los países, fue repudiada la mañana de este miércoles por el gobierno venezolano.Caracas señaló, además, que las declaraciones de Keiderling aceptando que se reunió con opositores son una “confesión” de la abierta injerencia de Estados Unidos en asuntos internos en Venezuela. La funcionaria estadounidense, que estaba encargada de negocios, tenía el más alto rango dado que no hay embajador de EEUU en Caracas desde hace años.Diferencias diplomáticasEl gobierno venezolano presentó como “pruebas” de la injerencia de los estadounidenses unas fotos y videos de los tres diplomáticos viajando al estado Bolívar, asistiendo a reuniones con líderes sindicales y con representantes de organizaciones de la sociedad civil, entre ellas una fundación conocida como Súmate, considerada de oposición por el gobierno, y en sus orígenes fundada por la diputada adversaria del gobierno, Maria Corina Machado.Mientras que para Maduro y Venezuela, reunirse con la sociedad civil o potenciales adversarios políticos constituye evidencia de las intenciones imperialistas e injerencistas, para los estadounidenses es parte del trabajo diplomático común y corriente que le corresponde hacer a cualquier delegación en otro país del mundo.Todo ello quedó plenamente revelado a través de la masiva filtración de Wikileaks, en la que se ve cómo alrededor del mundo los políticos, líderes sociales, ONG, militares y periodistas, entre otros, acuden a las sedes diplomáticas norteamericanas o a sus representantes para compartir información y también solicitarla, y así la información va y vienePero de ahí a que eso constituya una forma de conspirar e incitar acciones de sabotaje contra otro país hay una considerable distancia. "Todas las acusaciones de sabotaje, de conspiración, de que vamos a acabar con el mundo, todas son falsas," señaló Keiderling este martes en una breve rueda de prensa.Son evidentes las diferencias que hay entre ambos países en el manejo de las relaciones exteriores. “No se puede considerar esta una decisión recíproca, al observar la conducta inequívoca de nuestros funcionarios , que no han osado en ningún momento, sostener reuniones con grupos contrarios al gobierno del presidente Barack Obama, o con personas interesadas en actuar contra el Gobierno estadounidense”, señaló en un comunicado oficial la cancillería Venezolana.Este es sólo uno de tantos incidentes que impiden un acercamiento entre Venezuela y Estados Unidos, país al que frecuentemente se acusó, tanto por Chávez como Maduro, de ser causante de tantos problemas internos. Por eso no es extraño que "el imperio", en medio de la escasez, alta inflación y problemas energéticos que atraviesa Venezuela hoy, sea señalado como el enemigo.Si bien EE. UU quisiera una relación más estrecha para cooperar en temas tan sensibles como el narcotráfico, y aumentar las condiciones de seguridad y garantía para inversionistas de su país en Venezuela, la balanza comercial entre ambas naciones continúa y Estados Unidos continúa siendo el país importador por excelencia del crudo venezolano.