El lunes 24 de enero, poco antes del mediodía, una cadena de oración se hilvanó en Colombia, uno de los países con mayor fervor religioso del planeta. Los nacidos en el país del Sagrado Corazón de Jesús encomendaron el cuerpo que más los ha hecho palpitar de orgullo y emoción, al menos en la reciente década, el que el año pasado provocó la única sonrisa colectiva en los turbulentos días del paro nacional. Frágil en apariencia, ha sido capaz de desafiar las carrocerías eslovenas de Tadej Pogacar y Primoz Roglic, los mejores ciclistas del mundo. El único cuerpo en la historia de América Latina que se ha pintado de amarillo y de rosa, como campeón del Tour de Francia (2019) y el Giro de Italia (2021).
Egan Bernal entrenaba una etapa contra el cronómetro, precisamente en la que Pogacar y Roglic le sacan ventaja. Iba a 60 kilómetros por hora, el reloj señalaba las 10:01 de la mañana cuando terminó contra un bus intermunicipal que había frenado e iba dejando y recogiendo gente por la vía Bogotá-Tunja. Egan llegó a la unidad de cuidados intensivos de la Clínica Universidad de La Sabana, en Chía, como un Cristo camino a la cruz.
Fractura de fémur, de rótula, toracostomía con drenaje por hemoneumotórax secundario al trauma torácico, afectación de la columna torácica, fractura del segundo metacarpiano de la mano derecha y lesión maxilofacial. Palabras del parte médico de los daños que sufrió el chasis de Egan, tras el impacto que se produjo a la altura del kilómetro 33, en inmediaciones de Gachancipá, a pocos metros de su natal Zipaquirá. Cinco veces tuvo que pasar por el quirófano.
Karolo Rodríguez, quien siempre lo acompaña, se encontraba a 500 metros de Egan. El grupo de ciclistas que entrenaba estaba dividido: unos en ruta normal y los otros en contrarreloj individual (CRI), por lo que montaban otra bicicleta, usaban otro casco y retaban al viento en una posición aerodinámica. “Cabeza casi metida entre los brazos para ganar velocidad, lo que quita visibilidad”, según describió a SEMANA Tatiana Rodríguez, periodista de ciclismo de AS. Lo ideal es tener un carro detrás del ciclista, como en las competencias. “En Colombia no hay vías especiales para ciclistas, hoy lo sufre Egan, lo estamos sufriendo todos. Hay que crear un protocolo de seguridad, que no solo sirva a los profesionales, también a los aficionados”, añadió.
La imagen de Luz Marina Gómez tomando la mano herida de su hijo, más que viral, se hizo clamor nacional: “La mano de la esperanza”. Compañeros del pelotón internacional como Pogacar, Valverde, Froome, Sagan, Nairo Quintana o Rigoberto Urán enviaron mensajes de ánimo, también los futbolistas de la selección de fútbol antes de jugarse la vida contra Perú. Toda Colombia se vistió de Daniel Felipe Martínez, el ciclista que el año pasado lo motivó a no desfallecer hasta coronarse campeón en el Giro de Italia. Esta vez los mensajes no eran para subir al podio, como aspiraba a hacerlo en el Tour de Francia. Bernal estuvo a punto de quedar cuadripléjico y hasta de perder la vida.
La fe del país del Sagrado Corazón vio sus primeras recompensas. El viernes Egan publicó un mensaje en su Twitter en el que agradeció a los especialistas que se aferraron a sus probabilidades de vida en medio de la tragedia. Tras cinco cirugías, había recuperado la conciencia, la movilidad de las cuatro extremidades y la reexpansión adecuada de los pulmones. Como el cuerpo de Egan no presentó signos de infección, se le retiró el medicamento vasopresor. Faltan más cirugías, confirmó el propio escarabajo.Camilo Pardo, médico de equipos profesionales desde 1985, actualmente en Indeportes Boyacá, ha estado al tanto de las noticias sobre la evolución de Egan.
Por su edad –25 años– tiene un cuerpo “muy agradecido”, por lo que cree que en tres o cuatro meses estará recuperado de las fracturas de fémur y rótula. La lesión provocada por la perforación pulmonar la superará con terapia respiratoria y “lo conseguirá en cuestión de dos meses”, pronosticó. La columna es el asunto que más inquieta, aunque no hubo lesiones neurológicas y la médula quedó intacta. “Esperemos que a final de año el paciente tenga una buena calidad de vida, que pueda desplazarse muy bien, caminar, lo básico de movimientos”. Volver a las carreteras será más complicado, pues la rehabilitación de la columna debe ser progresiva, sin acelerar el proceso de recuperación porque sería contraproducente. “La posición sobre la bicicleta involucra mucho esa parte dorsal de la columna”, explicó Pardo.
Aunque la prioridad es la salud de Egan, el país se aferra a verlo de nuevo en las grandes carreras. “Para llegar a un nivel competitivo, va a tardar alrededor de un año, esperando que no haya secuelas. Hay que ir día a día con este tipo de lesiones, las cosas cambian por alguna complicación de las cirugías”, le aclaró a SEMANA Jaime Andrés Roa, especialista en medicina del deporte y quien trabajó con el equipo Movistar Team América.
Alto riesgo
Daniel Arroyave, Álvaro Hodeg, Santiago Botero y Brandon Rivera fueron otros ciclistas que se accidentaron entrenando en lo que va del mes de enero. Pero el de Egan reabrió el debate respecto a la seguridad vial en el país, que el año pasado lloró la muerte de Julián Esteban Gómez, el niño de 13 años que soñaba emular los pasos de su paisano Egan Bernal, arrollado por una tractomula. “En Colombia no hay garantías para entrenar con seguridad, tampoco en el mundo”, dijo a SEMANA el narrador Rubén Darío Arcila. “El derecho a movilizarse parece una lucha a muerte entre usuarios de carretera. Muy pocos han entendido que todos tenemos derecho a la vía y a la vida”, agregó Fernando Calle, Piolín, periodista ciclístico de Caracol Radio.
Para el ciclista español Óscar Sevilla, radicado en Colombia hace más de 15 años, la seguridad está rezagada. “Somos los actores viales más débiles, y la convivencia con camiones, carros, motos y busetas no es fácil por la imprudencia de conductores y ciclistas. Los profesionales somos más cautos, pero el accidente de Egan es muy difícil de evitar”. La comentarista mexicana Georgina Ruiz Sandoval, Goga, admite las dificultades de un entrenamiento como el que adelantaba Egan. “Los buses no siempre señalan cuándo van a hacer una parada. Los accidentes se pueden evitar, pero en una carretera abierta hay muchos imponderables, se puede atravesar un animal, tropezar con una piedra…”.
Luis Fernando Saldarriaga, con más de 24 años como director técnico, insistió en que los colegios deben enseñarles a los niños a interpretar las señales de tránsito y sugirió mayor fundamentación a clubes y escuelas de formación. “Hay que enseñar a dominar el plano frontal, cuándo agachar la cabeza, y cómo mantener la visión periférica”, explicó.
Aunque pareciera partirse con el viento, el cuerpo de Egan ha demostrado ser de acero, como su bicicleta. Ya se ha levantado del asfalto, incluso después de fracturas de clavícula, de escápula, de tabique, de traumas craneoencefálicos y faciales, y de varios dientes rotos. Comienza la carrera de su vida y no estará solo. El país del Sagrado Corazón ya unió sus plegarias con la esperanza de volverlo a ver en su caballito de acero.