Las Fuerzas Militares confirmaron este miércoles que en medio de combates desarrollados en el municipio de Balboa, sur del Cauca, cinco integrantes del frente disidente Carlos Patiño fueron dados de baja y tres más resultaron heridos.

Los combates se desarrollaron entre la Unidad Alemania 2 del BADRA10 con un reducto de la Carlos Patiño, que controla Balboa, Argelia, El Plateado y gran parte del Cañón de Micay, principal paso terrestre para unir a la Cordillera Occidental con el pacífico caucano.

Sobre los tres heridos, el reporte oficial precisó que fueron capturados y en este momento está recibiendo ayuda médica.

La zona de combate queda muy cerca al corregimiento de El Plateado, lugar que las disidencias de las Farc han determinado como fortín. Este territorio, que está sitiado con explosivos de detonación rápida y otros a remoto, cámaras que registran el más mínimo movimiento y una ubicación estratégica con la población civil como escudo humano, es casi un fortín medieval en el que ni la fuerza pública puede entrar. Los terroristas del frente Carlos Patiño, antiguos socios de Iván Mordisco, lo controlan todo.

El Plateado queda sumergido entre las imponentes montañas del cañón del Micay y desde hace varias décadas es un paso obligado para sacar las toneladas de droga que se producen en el macizo hacia el Pacífico caucano. Las rutas porosas conducen a puertos como Guapi, Timbiquí, López de Micay, que a su vez conectan con Tumaco por el sur, si el destino es Ecuador, y Buenaventura por el norte, si el rumbo es directamente Centroamérica.

El Plateado queda en el corazón del cañón del Micay, incrustado en la cordillera Occidental. Es un paso estratégico para unir al macizo con el Pacífico caucano y, por ende, una ruta del narcotráfico. Las disidencias controlan el negocio.

Las disidencias de las Farc hicieron de ese lugar su nicho criminal tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016. Su poder creció rápidamente; instrumentalizaron a la población civil, los obligaron a sacar el Ejército con un par de asonadas, y cuando ya tenían el control absoluto, se despacharon con una cátedra de barbarie solo comparable con los periodos más oscuros del conflicto colombiano.

Los disidentes caminan por el casco urbano de El Plateado, donde residen aproximadamente 8.000 personas, con sus armas largas, incluso en el parque principal tienen una carpa de atención a la comunidad; allí mismo han masacrado a varios pobladores para mostrar su maldad. “Ya nos acostumbramos a vivir con la zozobra de quién será el siguiente”, le contó a SEMANA un profesor de la zona al ser interrogado por la escalada de asesinatos que nunca se reportan, pero que todo el mundo sabe cómo y cuándo ocurren.