Henry Loaiza Ceballos fue considerado uno de los hombres más poderosos del cartel de Cali. A pesar de que no fue extraditado como muchos capos y que sus cargos por narcotráfico nunca prosperaron en los estrados, Loaiza Ceballos, conocido como alias El Alacrán, terminó recibiendo dos duras condenas. Una a 30 años de cárcel por la masacre de Trujillo, caso en el cual reconoció la matanza de 42 personas.  Esta sentencia se conmutó con otra que pagaba desde 1995 a 18 años de prisión por el delito de concierto para delinquir y enriquecimiento ilícito. "(…) Pido perdón público y extensivo a los familiares de las víctimas, de los hechos ocurridos en ese municipio, de la denominada masacre de Trujillo", escribió con su puño y letra en una carta que fue difundida desde la cárcel.La misiva remataba: "(…) Manifiesto mi total arrepentimiento y en adelante me comprometo con Dios, con la sociedad y con nuestra Patria a no volver a cometer ningún acto delictivo". Durante décadas, El Alacrán mostró su apego a Dios a través de excéntricas manifestaciones. Su abogado dio fe en videos difundidos en redes del arrepentimiento y la resocialización del capo por los hechos criminales que ocurrieron entre 1980 y comienzos de 1990.En contexto: Murió el jefe de la Constru, la despiadada banda criminal del sur del paísPero la rehabilitación le habría durado poco. La Fiscalía acaba de anunciar su captura junto a 14 integrantes de la temible banda La Constru, que delinque en el sur del país. El Alacrán volvió a ser el protagonista de titulares de prensa por los delitos de homicidio, desplazamiento forzado y narcotráfico.   Henry Loaiza recorrió más de 10 cárceles colombianas. Siempre sostuvo que no sabía cuántas tierras poseía, cuántas cabezas de ganado tenía ni cuál era la magnitud de su fortuna que le dieron las guacas que encontró en su tierra. Mientras lo juzgaban por su mente criminal, tras las rejas se dedicó a lavar platos y a leer la Biblia. Sus compañeros en la cárcel Palo Grande en Girón, Santander, lo percibían como un indefenso recluso que perdió el inmenso poder que tuvo hace 10 años en prisión. Su vida en prisión fue reconstruída por SEMANA, que hace una década registró cómo su celda se convirtió en un santuario de veladoras y santos, aunque no faltaba la música de carrilera, su favorita, que ponía a todo volumen desde las seis de la mañana. Repartía grandes mercados entre los más pobres, rifaba bicicletas y juguetes. Y para Navidad, pedía que “mataran un caviar” porque era la época más importante del mundo. Promovía que buses repletos de sus familiares y amigos más cercanos fueran a hacer peregrinaje a la iglesia del Señor de los Milagros en Buga "para pedir su pronta liberación". Le recomendamos: Del poder a la miseria  Ahora, después de haberse perdido del panorama, Henry Loaiza cayó en una nueva redada en Puerto Asís, Putumayo. Ni siquiera es reconocido por las autoridades como el jefe de la organización criminal que es consideradas de las más sanguinarias. La Constru nació con miembros reciclados de las Autodefensas, y cogió fuerza a través de grandes negocios de drogas con extintos bloques de las Farc. En su accionar criminal se les señala de torturas y desmembramientos de sus víctimas y enemigos.