Las imágenes son elocuentes. En una de las fotos aparece un hombre posando con una versión de un fusil AK-47 nuevo. Detrás aparece un cargamento de coca empacado y listo para exportar. En otra imagen el mismo sujeto carga una panela, como llaman los narcos a un kilo de cocaína prensada. Y en la tercera, el mismo hombre, esta vez con bigote, se toma una selfi en una pista clandestina en los Llanos Orientales desde donde despegan los aviones con la carga ilegal.Las imágenes, tomadas hace pocas semanas, muestran a un personaje conocido en el bajo mundo con los alias de JJ o Chimbo Corto. Los hombres de la Operación Agamenón, comandada por el director de la Dijín, general Jorge Vargas, capturaron en mayo pasado a su jefe Omar Noguera, alias Boyaco. Ya recluido en la cárcel de Combita, este delegó a su subalterno la administración del ‘negocio’.
JJ y Boyaco hacen parte de una red que trabaja con uno de los hombres más importantes en la historia reciente del narcotráfico, quien paradójicamente logró mantener un perfil extremadamente bajo. Se llama, curiosamente, Diego Fernando Coca. Conocido con el alias de Platino, solo unos pocos en el mundo del tráfico de drogas y algunas agencias antidrogas saben de su importancia real.Puede leer: Bambam, el exmilitar cobijado por la JEP que era el jefe de una poderosa red narcoPlatino ingresó a las antiguas AUC a comienzos de los años noventa. Desarrolló su carrera criminal en las filas paramilitares, pero logró trascender no por cuenta de su destreza con las armas, sino por su habilidad para comercializar cocaína. Capturado en 1999, a los pocos meses lo rescataron a sangre y fuego de la cárcel de Quibdó. “Era el principal articulador del narcotráfico de los paramilitares y posteriormente del Clan del Golfo”, explica el director de la Dijín, general Jorge Vargas.Entró a formar parte del Clan del Golfo bajo el mando de Dairo Úsuga, alias Otoniel, en un negocio rentable para todos. Platino se convirtió en el mayor comprador de cocaína dentro del país. Negociaba los cargamentos con todo tipo de narcos y grupos en todo el territorio. Los llevaba a las zonas de acopio bajo control del clan y allí alistaba los envíos en grandes cargamentos de varias toneladas. Otoniel cobraba una parte por usar sus rutas al tiempo que también enviaba alijos. Los demás narcos le pagaban a Platino por despachar la droga. En el bajo mundo es bien conocida la historia de cómo secuestró a otro capo, alias Nolasco, quien le debía 90 millones de dólares por un envío de droga que se negó a cancelar.En los grandes decomisos de droga que se hicieron en los últimos años las autoridades descubrieron más de 50 marcas diferentes en esos cargamentos, lo que identifica a cada uno de sus dueños. El común denominador que tenían todos es que habían negociado y entregado su droga a Platino, lo que revela su importancia.Le recomendamos: Volver a los ochenta, la estrategia retro de los narcos colombianosVarios mafiosos no dudan en afirmar que entre el 50 y el 70 por ciento de la droga que se mueve en Colombia pasó por las manos de Platino, quien a su vez la vendía a sus socios, los carteles mexicanos. Cuando comenzó la Operación Agamenón contra el Clan del Golfo, Platino confiaba en que permanecía por fuera de los radares de las autoridades nacionales y extranjeras, ya que su nombre, alias o foto nunca aparecían en los afiches de búsqueda o en los medios de comunicación.Pero estaba equivocado. A finales del año pasado lo capturaron hombres de Agamenón, y aunque nadie difundió su arresto, sí fue motivo para que las agencias antinarcóticos celebraran a rabiar. Hoy este megacapo está por fuera de circulación esperando su extradición a Estados Unidos. Pese a que fue un golpe estructural que incluso ha permitido grandes decomisos de cargamentos, sus antiguos lugartenientes buscan tomar su lugar. Y lo prueban esas fotos de alias JJ, quien no tiene, incluso, problema alguno en fanfarronear en su pista clandestina con sus armas y su droga.