Aunque el contrabando de carne ha sido una de las principales actividades ilegales en la frontera entre Colombia y Venezuela, desde que la crisis política y social se agudizó en el país vecino no solo se incrementó esta actividad, sino que el negocio se ha vuelto más rentable. La mano de obra no escasea, pues el número de personas que está dispuesta a arriesgarse por unos millones de pesos, que traducidos en bolívares significa una auténtica fortuna, cada vez aumenta.Lo que ha cambiado, explica el Intendente Armando Ortiz, encargado de la unidad de la unidad de lavado de activos y extinción de dominio en la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa), es la modalidad del delito.Se pasó de combatir a una red de contrabando organizado que movía cientos de reces en pie y que luego destazaban en frigoríficos colombianos, a una invasión de pequeñas mulas que cruzan como pueden las trochas que separan a los dos países cargados con kilos de carne desmenuzados.Sin embargo, lo que más ocupa la atención de la policía aduanera es la trashumancia de ganado porcino, bovino y equino que todavía trasladan algunos grupos consolidados por los recovecos del Norte de Santander. Los conducen hasta mataderos clandestinos, construidos de forma artesanal, con tres planchas de madera, en las veredas cercanas de Cúcuta.

En esos lugares, los animales son sacrificados en condiciones insalubres, con procedimientos violentos, y la carne es transportada a los mercados locales o a la central de abastos.Una de esas organizaciones es la que desarticuló la patrullera Lina de Cúcuta -cuyo nombre fue modificado por razones de seguridad propias a la zona en la que trabaja- con la ayuda de su equipo el mes pasado y que extinguió enseguida el grupo del Intendente Ortiz.Si la operación fue presentada en conferencia de prensa por el propio general William Valero Torres, director de Polfa el viernes 12, es porque se trató del primer golpe de este calibre realizado en la región durante su mandato. Después de que la policía aduanera se viera involucrada en una serie de escándalos durante los últimos años que ahora tratarán de superar.El operativo MosqueterosDe acuerdo con la investigación, todo empezó en agosto de 2016, cuando unos oficiales fronterizos de Cúcuta detectaron movimientos sospechosos durante un patrullaje en el corregimiento de San Faustino, cerca de la capital de Norte de Santander. Al ingresar en las veredas de La Sábana y Chinita, encontraron unos rastros clandestinos en los que tres hombres sacrificaban reces y caballos con machetes directamente sobre el suelo, como en una película de terror.Los animales sobrevivientes, que fueron dos bovinos y 24 equinos venían marcados con hierros de ganaderías y yeguadas venezolanas de las regiones de Zulia y Táchira.En el lugar fueron hallados cientos de kilos de carnes y visceras listas para empaquetar, así como dos vehículos destinados a transportar la mercancía al mercado de Cúcuta. Sin embargo no se produjeron capturas.En la región, es común que los contrabandistas acudan al servicio de grupos del crimen organizado que les alertan a través de informantes el momento en que se acercan autoridades, por lo que huyen del lugar. El año pasado, incluso, hubo unos traficantes que quemaron sus propios camiones al verse acorralados por la Policía.A medida que fue avanzando la investigación, la Policía se dio cuenta de que los vehículos en cuestión habían circulado constantemente de las veredas a la central de abastos de Cúcuta, lo que les permitió intervenir el lugar.

El pasado mes de noviembre las autoridades dieron con ocho famas (carnicerías) cuyos propietarios no tenían soporte legal alguno que acreditara la procedencia de más de una tonelada de carne. Tampoco hubo capturas.Sin embargo, estos antecedentes no solo permitieron a las autoridades incautar algunos bienes, que pasaron a disposición de la Fiscalía, sino intervenir los mataderos clandestinos en operativos liderados por la Sijin, pero en los que hubo que recurrir a un escuadrón del Esmad.En total, se extinguieron 20 bienes muebles e inmuebles, entre los cuáles dos los dos predios en donde operaban los matarifes locales, 8 locales comerciales de la central de abastos, un registro mercantil y nueve vehículos, avaluados en 1700 millones de pesos.Todo esto dentro de la investigación que se adelanta por los delitos de favorecimiento al contrabando, contrabando, corrupción de alimentos, violación de medidas sanitarias y falsedad en documento.Como no era consumible, la carne incautada tuvo que ser incinerada, mientras que los animales rescatados vivos fueron donados.La nueva estrategia de ataque al contrabandoA medida que las técnicas de contrabando han ido variando, La estrategia de la Policía aduanera y la Fiscalía para combatir este delito también se ha transformado. En 2013 fue desarticulada una enorme red de tráfico de carnes que implicó a altos mandos de la Federación Colombiana de Ganaderos y a funcionarios públicos de Polfa y del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamento, lo que forzó la reestructuración de estos organismos.La prioridad ahora es desestimular la compra de la carne por parte de los distribuidores, antes que el tráfico de ganado o de carne desde Venezuela.“Hay que ser realistas, explicó a Semana.com el subdirector de la oficina aduanera, coronel Nicolás Aristizábal. Entendemos el drama humano que sucede del otro lado de la frontera. No vamos a atacar a las personas que pasan su kilito de carne por unos pesos, sino a los contrabandistas que lucran con ese negocio”.En lo que va de 2017, las autoridades han incautado bienes y decomisado cabezas de ganado por casi tres mil millones y medio de pesos en aprehensiones, cifra superior a los tres mil millones que se decomisaron a lo largo de 2016.

En Cúcuta, donde se han realizado 90 por ciento de los decomisos de carne en canal, y en Arauca, donde se capturó 30 por ciento del ganado proveniente de Venezuela, sólo tres personas han sido capturadas.La policía aduanera intensificará los operativos en la zona para reducir el contrabando de carne, que al ser manipulada sin ninguna norma de higiene, junto a pesticidas o productos tóxicos, no solo pone en riesgo la salud de los desprevenidos consumidores, sino que podría generar brotes de fiebre aftosa.En el gremio ganadero la preocupación es alta. Colombia tiene el certificado de territorio libre de aftosa, por lo que un brote de esta naturaleza podría afectar la exportación de productos lácteos y cárnicos, y poner en riesgo mercados recientemente conquistados por los ganaderos nacionales, como el de China.El nuevo reto para las autoridades es perseguir el tráfico de carne desde Venezuela, lo que supone una misión casi imposible, pues se advierte como buscar una aguja en un pajar, por lo que se advierte que el gobierno estaría obligado a ofrecer alternativos a aquellos residentes fronterizos que han hecho del contrabando una forma de vida.