Investigadores de la Fiscalía se desplazaron en las últimas horas a un hospital siquiátrico en el ciudad de Pasto, Nariño. La misión era una sola, verificar el estado de salud de uno de los principales protagonistas del escandalo de corrupción de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo (UNGRD).
Se trata de los testigos clave Luis Eduardo López, justamente el empresario que acomodó todo para quedarse con el millonario contrato para la compra de los cuarenta carrotanques para llevar agua a La Guajira, que costó más de 46.000 millones, y que tuvo sobrecostos y manipulación para direccionar esa compra. Se trata de Luis Eduardo López, conocido como el pastuso, quien ha buscado un acuerdo con la Fiscalía, pero al parecer las puertas están cerradas.
Justamente la caida del principio de oportunidad que estaba tramitando con la Fiscalía, y ante una inminente captura, el contratista López, el sábado pasado, habría tenido una crisis y tomó la decisión de atentar contra su vida. Lo que conoció SEMANA es que estaba el sábado en la tarde en Pasto e intentó tomarse un plaguisida, pero personas cercanas se percataron de sus extraño comportamiento, y lo detuvieron.
Ante el cuadro de depresión que presentaba, Luis Eduardo López, fue trasladado a un centro médico donde la decisión fue enviarlo de forma inmediata una clínica de reposo.
En medio de este escándalo, en el que es uno de los protagonistas, no es la primera vez que el pastuso, intenta atentar contra su propia vida. Ya lo había hecho el pasado 24 de junio, justamente cuando estaba ante los fiscales del caso en una diligencia de interrogatorio.
Al término de esa larga diligencia, y cuando estaba cumpliendo con la reseña de los documentos que entregó, intentó quitarle el arma dotación a uno de los agentes del CTI, que lo estaba acompañando, el caso no pasó a mayores, más allá de la recriminación del hombre de la Fiscalía, pero sí se prendieron las alarmas por su estado anímico y de salud.
Lo que se sabe es que López permanece bajo control y vigilancia siquiátrica, y personas cercanas a él señalan que presenta un cuadro crítico de ansiedad y depresión. Sin embargo, en lo que tiene que ver con su responsabilidad penal y el proceso que está enfrentando, le ha hecho saber a las autoridades que no se trata de una estrategia para distraer la atención o evadir la justicio, incluso como afirmó a SEMANA, no ve cerrada la pruerta de un acuerdo con la justicia y continuará colaborando.
Y es que el lío para este contratista conocido como el pastuso va más allá que su intento por quedarse con el contrato. Para saltarse las normas, usaron dos empresas de papel una a nombre de su esposa Liliana Brand Pantoja, llamada Brand SAS; y otra a nombre de su hija Karen López Brand llamada Kalmo SAS.
Con estas dos empresas y la de Luis Eduardo López, que finalmente se quedó con el contrato, llamada Impoamericana Roger SAS, simularon una competencia para que pareciera que el contrato fue obtenido lícitamente, y con pluralidad de oferentes.