SEMANA: ¿Cuándo comenzó a ver que el coronavirus comenzaría a afectar a Jacques? Jacques Anento: Fue un domingo. Yo estaba en la reunión de la iglesia. Dijeron que todo iba a cambiar, que tocaba no volver a tener contacto con la gente, que había que protegerse. En la iglesia caben 360 personas y ese día fueron solo 60. El lunes a las 6 am yo tenía una reunión de gerencia. Hablamos del coronavirus. Hicimos el chiste que por ahora podríamos tener corona, pero no virus. A las 3 pm de ese mismo día un amigo me llama y me dice que él cierra su restaurante por solidaridad. Yo quedé atónito. SEMANA: ¿Por qué lo cerraba por solidaridad?Jacques Anento: Por salud. Por no arriesgar a nadie. Y eso me conmovió. Entonces pensé que una chica que trabaja en Jacques está embarazada. Para llegar coge Transmilenio. Puede estar tres horas al día en este sistema. Pensé que la seguridad de mis empleados también estaba en riesgo. Y cerré. Fui el primero de la calle 109 en hacerlo. Fui a la Panamericana, compré una cartulina gigante y escribí un letrero que decía ‘por solidaridad’ decido cerrar. Para esa época ya se veía la magnitud del virus por lo que había pasado en España e Italia y estaba creciendo muchísimo en Francia.
Para Jacques Acento la palabra reinvención es absurda. "Lo que hay es que tener cojones. Ojo, no reinventarse. Hay que primero sobrevivir", dice. Foto: Juan Carlos Sierra/ SEMANA.SEMANA: ¿Su familia es francesa, que le contaban de lo que pasaba allá?Jacques Anento: Yo en Francia tengo a mi hermana que está casada con un piloto de Air France. Por esos días, él solo hacía vuelos humanitarios. Iba a Nigeria. Iba a la India. Le llamaban rescates. Estuve cerrado un mes hasta que simplemente tomé la decisión de echar pa lante. SEMANA: Echar palante me imagino que es abrir de nuevo…Jacques Anento: Sí. No puedo tener miedo al miedo. El coronavirus te mata pero el miedo te destruye. Durante el mes hablé con muchos amigos. Y la verdad todo lo que ha pasado me sorprende porque simplemente las cosas desaparecieron como las conocíamos. Incluso las malas. Tengo un amigo oncólogo que se quedó sin pacientes, como si el cáncer se hubiera desvanecido, otro que es médico de urgencias que cuenta que nunca ha visto esos espacios más solos en toda su vida profesional. En el mes que estuve cerrado tuve que despedir a 13 empleados porque simplemente las cuentas no daban. Me quedé con 23. Y ahí me di cuenta de la dimensión de lo que estaba pasando. Yo estoy a cargo de 23 familias. No me puedo quebrar.
Al principio decidió cerrar su restaurante pensando en la salud de sus empleados. Fue el primero de la calle 109 en hacerlo. Ahora entró al mercado de los domicilios y en algunas ocasiones él mismo entrega los pedidos. Foto: Juan Carlos Sierra/ SEMANA.Recomendados:
SEMANA: ¿Y entonces qué hizo?Jacques Anento: Trabajar. Ahora voy donde me digan. La Calera, Fontibón, Kennedy, Soacha. Nos hemos puesto en la dimensión de lo que está pasando: en una crisis de guerra. Una guerra contra un enemigo mortal y silencioso. Un enemigo pequeñito que te aterra y te revienta. SEMANA: ¿Y qué significa estar en una crisis de guerra?Jacques Anento: Solo hay que mirar lo que está pasando. He visto gente deprimida, reventada, angustiada, con su matrimonio destruido, con sus niños pegados a una pantalla sin casi respirar. ¿Qué es la economía de guerra? hacer lo que necesitas con lo que tienes. Pues eso hacemos. Si solo hay una papa y cilantro pues hago una sopa con eso. Para mi, la fe es la única que mueve montañas. Si tienes fe, te levantas. Entonces, yo me expongo, pero me cuido. SEMANA: ¿Le han dado las cifras? ¿Cómo es la situación económica de Jacques hoy?Jacques Anento: Durísima. Debo 240 millones de pesos. Los dueños el lugar me han ayudado, pero no los estoy pagando. La verdad es que no estoy pagando al mundo entero sencillamente porque no tengo un centavo.
La panadería francesa, en su proceso de adaptación al cambio, empezó a hacer uso de las redes sociales y ha ido creciendo poco a poco. Foto: Juan Carlos Sierra/ SEMANA.SEMANA: ¿Y cómo ha sido reencontrarse con el mundo después de un mes de encierro?Jacques Anento: Lo que yo he visto en un mes es para escribir un libro. Tengo un cliente que tiene 80 años que me dice que él va a seguir saliendo, que él no se va a dejar encarcelar. Sobrevivió a la segunda guerra y entonces me dice que si no lo encerraron en casa los nazis, el virus menos. “Soy un joven viejo. Asi me encadenan, así me lleven a la Modelo, nadie me va a encerrar”, me responde. Tengo otra clienta que tuvo coronavirus. Le dio en un viaje a China y está bien y hoy no le tiene temor a eso. Pero también he visto gente muy deprimida, muy mal. Gente que ni se baña, que ni se ducha, que se pone suéteres de la época de Matusalén. Ahí a veces llego yo con la alegría de traer el pan recién horneado.
SEMANA: ¿Usted mismo reparte los pedidos siempre?Jacques Anento: No siempre, pero sí lo hago todo el tiempo. Algunos de los meseros pusieron sus ciclas y despachan pedidos. Otra va a pie a todo el barrio. Yo voy a repartir a dónde me pidan en un porsche. Llegó así y la gente se sorprende. Pero no tengo otro carro. Me lo acababa de comprar. Y por supuesto hoy es imposible venderlo. Pero lo que quiero decir con eso es que en Jacques trabajamos, la gente recibe un salario y se siente viva.
El restaurante vive una difícil situación económica. "Ya no solo vendo, sino que hago canjes. Alguien me corta el pelo, yo le doy pan. Yo hoy no estoy ganando un peso. Mi esposa no está ganando un peso. Pero estamos dando de comer a 23 familias con el trabajo que hemos hecho siempre", cuenta. Foto: Juan Carlos Sierra/ SEMANA.SEMANA: Hablan de que hay que reinventarse. ¿Usted siente que ha logrado eso?Jacques Anento: Es una palabra absurda para estos tiempos. Lo que hay es que tener cojones. Ojo, no reinventarse. Hay que primero sobrevivir. ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo me voya reinventar? ¿Comienzo a producir panes extraterrestres? A veces no entiendo la gente de qué está hablando. Hoy si no eres guerrero te mueres. Como le dije, el peor virus es el miedo al miedo. No hay que reinventarse, hay que levantarse. SEMANA: ¿Y cómo le ha ido en este esfuerzo de levantarse?Jacques Anento: Lo mejor que se puede. Me puse en redes sociales y he crecido ahí. Pero como entiendo que esto es como la guerra, pues así actúo. Entonces por ejemplo ya no solo vendo, sino que hago canjes. Alguien me corta el pelo, yo le doy pan. Yo hoy no estoy ganando un peso. Mi esposa no está ganando un peso. Pero estamos dando de comer a 23 familias con el trabajo que hemos hecho siempre. Hay que atacar. No te puedes quedar en tu casa. Si te quedas te chiflas. Y si te pones a ver internet y noticias aún más. Después de 26 años de trabajo siento que estoy sobreviviendo. Estoy reventado pero con ganas de vivir la vida.
Jacques ha decidido que sus pedidos no estén supeditados a una zona en específico. Intenta llegar a la mayor cantidad de personas posible. "Ahora voy donde me digan. La Calera, Fontibón, Kennedy, Soacha", dice. Foto: Juan Carlos Sierra/ SEMANA.SEMANA: ¿Cómo ve el futuro? Jacques Anento: Yo no pierdo tiempo con el futuro. Yo vivo el presente, yo vivo el ahora. Yo me dedico a trabajar hoy. Este es un país ingenioso. Y saldremos adelante. Mire, yo llevo 30 años en Colombia. Vine para estar seis meses y al mes cinco conocí a mi esposa. Me enamoré de ella. Me casé. Como diría alguien “Aquí estoy y aquí me quedo”. Si hay algo por decirlo así bueno del virus es que nadie puede escapar. Estar en París, en Nueva York, en Londres no te da ninguna ventaja. Entonces yo me ocupo es de pensar en que cada día trae su afán. ¿A mi de que me sirve visualizarme en años? Yo vivo pensando es en lo que necesito hoy. Y necesito vender 1.500.000 diarios para pagarle a mis empleados. Solo a ellos. Sin pagar arriendo. Sin pagar proveedores. Entonces yo no pierdo tiempo. Tengo es que ir a lo esencial. Si me pongo a pensar me muero.