El día que me sentí más orgulloso de ser colombiano fue justamente el mismo en que me volví socio de la Patrulla Aérea Colombiana (PAC).

Desde ese día no solo he podido aportar a miles de familias colombianas que no tienen acceso a los servicios médicos en los lugares más recónditos de la geografía nacional, sino que además he conocido algunos de los lugares más hermosos de mi país, a los cuales seguramente nunca hubiera ido de otra manera.

Soy un enamorado de la aviación y, por supuesto, de Colombia. Por eso, desde que retorné a mi patria, luego de un tiempo prolongado viviendo en el exterior, decidí encontrar una actividad ideal donde pudiera continuar con esta pasión y de paso también sirviera a mi país.

Luis Carlos Sarmiento Jr. es piloto desde 1987.

Gracias a un gran amigo que me presentó el trabajo de la PAC puedo contar hoy que he transportado a médicos, enfermeros y equipos de salud a diferentes lugares del territorio nacional donde son precarios o sencillamente no existen los servicios de salud.

Esto me llena de satisfacción más que cualquier otra cosa. El trabajo de la PAC es digno de admiración. Organiza brigadas de salud mensuales a municipios alejados de los centros urbanos que no cuentan con un hospital de primer nivel.

La mañana en que iniciamos una brigada varios aviones despegan de Guaymaral con toneladas de equipo médico y quirúrgico, especialistas, anestesiólogos, odontólogos y enfermeras.

Como piloto sé que ayudo a movilizar un equipo valioso de colombianos que quieren servir a otros compatriotas. Lo que más me llena de orgullo es la satisfacción del deber cumplido a mi regreso.

Una anécdota inolvidable como integrante de la PAC fue cuando organizamos una brigada de salud a El Banco, Magdalena. Yo dudé en ir porque me habían contado que la pista era muy precaria.

En medio de los preparativos, un gran amigo, que entonces presidía la junta directiva de la PAC, me convenció de ir porque me dijo que, “por el contrario, se trataba de una gran pista”. Decidí realizar esa misión, pero cuando me acercaba al destino alcancé a divisar el lugar de aterrizaje: no podía creer lo que veía, se trataba de una pista en las peores condiciones.

El empresario colombiano es un apasionado de los aviones, una actividad que combina con la filantropía. | Foto: CCortesía de Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez

Cuando le hice el reclamo su respuesta fue: “¿Usted cree que si le hubiera dicho la verdad sobre la pista hubiese venido? ¡Claro que no! Y fíjese, aquí está. Bienvenido a El Banco, Magdalena”.

Desarrollar esta gran labor me ha permitido ser testigo de muchas vidas salvadas y de incontables historias de mejora en la calidad de vida de mis compatriotas.

Esa es la principal motivación por la que sirvo a esta institución. Puedo decir, con total certeza, que nada me da más satisfacción.